—¿Hermana? —la voz de Elara tembló mientras miraba fijamente a Celeste. La lluvia caía a través de la abertura abierta, pero el agua parecía evitar tocar la piel de Celeste. Energía oscura crepitaba a su alrededor como un muro.
—Sorpresa —sonrió Celeste con suficiencia, entrando en la casa. Seis lobos enormes emergieron detrás de ella, sus ojos brillando con una luz azul antinatural—. Padre tiene tantos secretos, ¿verdad?
Kael se movió protectoramente frente a Elara.
—Estabas muerta. Te vi caer.
—La muerte es solo una puerta cuando conoces la magia correcta. —Los ojos de Celeste se desviaron hacia las líneas plateadas ahora visibles bajo la piel de Elara—. Veo que finalmente has aceptado tu herencia. Qué dulce.
Darian y Ronan flanquearon a su hermano, formando un muro entre Elara y la amenaza.
—No iremos a ninguna parte contigo —gruñó Ronan.
Celeste se rió, el sonido inquietantemente musical.