Asiento Vecino y algo ¿más?: Chapter 1

El recinto era un mar de luces y sonido. La multitud ansiosa mientras el ritmo pasaba y se acercaba la salida de Rei al escenario. Colores oscuros y led dándole energía al público y a la sala entera. Finalmente encontré mi asiento, lo había reservado estratégicamente con antelación, lo suficientemente cerca para escuchar bien la música pero no perderme en el caos de la primera fila.

Mientras tomaba mi fiel libreta para escribir mis pensamientos y lo bien que lo iba a pasar en el concierto, levanté la vista pensando encontrarme un fanático al azar pero… Era la chica del parque, quedé unos segundos atónito, se veía igual de hermosa que cuando la vi en el parque.

Se crearon unos segundos de incredulidad y silencio, sus ojos bien mostraban sorpresa, pronto el silencio se transformó en una risa nerviosa suave y dulce.

"Esto… Esto, no pensé que existieran coincidencias así." Su voz apenas se podía escuchar entre tanto ruido pero logré escucharla con claridad.

Con una sonrisa involuntaria y una extraña sensación de calidez en el pecho, respondí "Sí, supongo que es como si estuviera planeado o alguien o algo nos quisiera juntos en el concierto." Lo dije sin pensar, después pensé TIERRA TRÁGAMEE.

Sus cachetes enrojecidos mientras ella intentaba esconder su cara, con sus ojos iluminados, me respondió con timidez 

"¿Quizás sea el destino jugándonos una broma?"

Una risa leve escapó de mi boca. "No soy mucho de creer en el destino ni pseudociencias, pero es un gusto volver a verte, m- me refiero a que me caíste bien nada más." Una pequeña sonrisa salió de sus labios mientras hablaba.

"Creo que no nos presentamos, me llamo Eris, y también es un gusto volver a verte." Dijo lo último con una voz tan silenciosa que apenas lo escuché.

"Soy Vali, mucho gusto." De ese momento en adelante la conversación fluyó con naturalidad, hablamos de nuestra anticipación por el concierto, de nuestras canciones favoritas, incluso recordamos su tropiezo en el parque, eso sí, ella seguía un poco tímida al hablar.

Mientras las luces se prendían en todo el recinto, anunciando el inminente inicio del concierto nos conocíamos Eris y yo cada vez más, Rei era la cantante favorita de los dos. Aunque durante el concierto mirábamos el escenario iluminado, se notaba la atención de parte de los dos el uno al otro, se siente una tensión y atención mientras nuestros brazos se rozaban, enviando pequeñas descargas de energía a través de mí.

Para mí, el concierto y la música que antes era solo auditivo ahora eran algo más, ahora era como si sintiera su sonrisa en la melodía, mientras una emoción mayor brotaba en nosotros sin saberlo.

Cuando el concierto acababa y la última canción estaba comenzando, como si fuera por reflejo Eris y yo cruzamos miradas, por vergüenza los dos pasamos a ver a otro lado.

Cuando las luces se comenzaban a encender en el escenario, revelando la silueta de Rei, la cantante que nunca mostraba la cara, aparecía agradecida y bañada en aplausos. A mi lado, Eris con ojos brillantes y una gran sonrisa en su rostro, aunque estaba intentando disimular enfrente mío, pero su entusiasmo era notable.

Eris se giró viéndome a la cara.

"La multitud está un poco caótica." Comenté con una pequeña sonrisa. "¿Tengo algo en la cara o buscas algo en específico?"

"Solo mirando," respondió desviando la mirada.

El caos posterior al concierto, la multitud comenzó a moverse a oleadas hacia las salidas. Intenté mantenerme con Eris, pero en un abrir y cerrar de ojos la multitud me había arrastrado. Intenté buscar su cabello oscuro, pero buscar a una chica de mi edad no muy alta era como buscar una aguja en un pajar.

La decepción me recorrió. Había disfrutado mucho de su compañía durante el concierto, aunque en general prefería la soledad, lamentaba esta separación repentina. Con un suspiro fui a la zona de merchandising después de buscarla por todas partes pensando que era el final de nuestro encuentro.

Sin embargo, al acercarme a la zona de merchandising, una figura familiar llamó mi atención. Allí estaba Eris, parada frente al expositor de camisetas, con la cara preocupada como si buscara algo en específico.

Una sensación de alivio y calidez me invadió. Sin dudarlo, me abrí paso entre la multitud hasta llegar a su lado.

"¿Eris?" Pregunté en voz alta para hacerme oír.

Ella se gira con un alivio en la cara y mirada, aunque no parecía querer hacerlo evidente y parecía querer disimularlo. 

"Ah, eres tú... ¿Te perdiste, verdad?" Su tono de voz era casual pero aliviado a la vez.

"Sí, la multitud era peor de lo que pensaba." Comenté feliz de volver a verla y de su alivio al volver a verme, aún no sabía por qué ese alivio me hacía tan feliz. "¿Me buscabas?" pregunté.

"No... al menos no mucho." Respondió, desviando la mirada al expositor de camisetas. "Solo estaba mirando algo que no es que me interese mucho, pero... había un diseño que me interesa un poco."

Mientras Eris seguía mirando decidí comprarle el diseño que le gustó por sorpresa.

"Toma, es un regalo de mi parte. ¿Te gusta?"

"G-Gracias, me queda bien y me la regalaste tú." Respondió con voz baja tímidamente un poco sonrojada, tomó la camiseta mirando a otro lado de la vergüenza mientras sus dedos rozaban los míos suavemente haciendo que me diera vergüenza y felicidad a la vez.

"Es increíble volver a verte." Murmuré levemente feliz.

Ella respondió suavemente como un susurro. "Sí, supongo que sí, Vali." Dijo mi nombre de una manera que enamoraría a cualquiera por la ternura, pensé.

"Eris" respondí intentando no perder la oportunidad que tenía. "Y si vamos a hablar a un lado más tranquilo, no sé, un café o algo... Solo si quieres, claro."

Sus ojos se abrieron con emoción mientras su fachada "Tsundere" se desvaneció temporalmente en su mirada con emoción y esperanza genuina.

"Disfruté mucho hablando contigo en el concierto." Un pequeño sonrojo en sus mejillas seguido de un "Pero no sé si aceptar. "No soy nada especial."" Aunque dijera eso la sonrisa de lo que dije antes seguía presente en su cara.

"Yo no creo eso, eres increíble, pero si no quieres pues... nada." Dije suavemente y un poco desanimado de si rechazaba la propuesta.

"No es que no quiera, de hecho me encantaría, solo me da un poco de vergüenza," mencionó suavemente mientras se sonrojaba.

"Entonces, ¿vamos?" Respondí intentando sonar calmado. Estaba muerto de ansiedad.

"Sí, vamos, tampoco tengo mucho que hacer," con una sonrisa aceptó. "Pero no te creas que significa nada," mencionó riendo levemente como si se estuviera burlando de mí al decir eso.

"Claro." Estaba un poco confundido por su repentino cambio de actitud.

"Vamos. Pero no tengo tu número aún, ¿me pasas tu número?" dijo casi susurrando. "Me refiero a seguir en contacto nada más."

"Podrías repetirlo, que no escuché." Le dije solo para molestar un poco.

"Vamos, eso no es justo, sé que escuchaste, solo pásame tu número," respondió sonrojada y un poquito molesta.

Sacamos los celulares e intercambié números aún con Eris apartando la mirada pero con los ojos iluminados.

"No esperes mensajes de buenos días ni mensajes cursis ni nada," dijo en voz baja. Sentí un alivio porque se notaba que le caía bien y me quería bajo esa fachada "difícil." Posdata: Término incumpliendo esa promesa de no mandarme buenos días ni cosas cursis después de un tiempo.

"Te enviaré un mensaje mañana," dije intentando mantener la compostura.

Ella asintió, aún sin mirarme directamente. "Como quieras, pero como dije, no te emociones demasiado."Aun con su comportamiento se veía genuinamente feliz, donde por un instante nuestras manos se tocaron, por eso nos separamos un poco al salir del bullicioso recinto. Bajo su comportamiento a veces tímido sentía que había una conexión genuina.

"¿Quieres que te acompañe a casa, ya que es muy tarde?" Ya era tarde, así que le pregunté por qué podía ser peligroso ir solo a esas horas.

"¿A-A mi casa? Te dije que no te emocionaras mucho, apenas nos conocemos," respondió toda roja y nerviosa."N-No me refería a eso, es tarde y puede ser peligroso, tienes razón, apenas nos conocemos, no debí decir eso, te pido un taxi o algo," dije nervioso para solucionarlo todo.

"N-N-No, tranquilo, entiendo lo que querías decir, solo lo decía por si acaso y fue una reacción, pero me sentiría más segura si me acompañas a mi casa," dijo para calmar las cosas.

"B-Bueno, vamos y yo te acompaño," respondí rápido sin pensar, aún avergonzado por lo que había dicho.

De camino a su casa, aunque seguíamos un poco apenados, logramos tener una conversación normal y fluida, en la que le conté que me acababa de mudar a la ciudad y otras cosas. También le conté que hace una semana, cuando llegué, me mudé solo, así que vivo solo. Al descubrir que era nuevo en la ciudad, me preguntó si quería que ella eligiera el lugar para ir a donde habíamos quedado. Le dije que yo decidiría, que ya tenía algunas ideas y si algo investigaba o preguntaba a algún amigo o familiar, además de que quería que el lugar fuera sorpresa. Poco después de llegar a su casa a dejarla, me fui a mi casa.

De vuelta en mi habitación, la melodía de Rei seguía en mi cabeza, pero ahora con la imagen de la sonrisa de Eris y la sensación suave de sus dedos al intercambiar teléfonos y cuando ella tomó la camiseta que le regalé. Sin darme cuenta estaba revisando su número de teléfono guardado en mi celular, solo ver su número me sacaba una sonrisa, leer libros y novelas se sentía diferente, se sentía más feliz.

"¿Debería llamarla o enviarle un mensaje? ¿O espero un rato?" La mensajería que en las novelas podía parecer fácil era más difícil que nunca. Finalmente decidí escribirle algo simple. "Hola, soy Vali, fue genial conocerte en el concierto." Lo envié ansioso hasta que vi el doble check azul, lo que solo me dio más ansiedad.

Su respuesta llegó muchos minutos más tarde, aunque casi desde que escribí el mensaje aparecía que estaba escribiendo, aunque fue un mensaje corto: "Hola, sí, fue interesante. Gracias por la compañía el día de hoy." Típico de ella, ese tono distante pero cercano. Una gran sonrisa se me dibujó en la cara mientras me preguntaba por qué sonreía tanto por tan poco.

Al día siguiente, después de una mañana y noche que se sintieron eternas. Recordaba vagamente que, en medio de nuestra conversación en el concierto, ella había mencionado su gusto por los gatos. Una idea surgió en mi cabeza, me acordé de un lugar que me había recomendado mi amiga de la infancia, un lugar donde se suavizaría Eris y nos permitiría interactuar más relajados.

"¿Te acuerdas de que quedamos en ir a tomar café mañana?... Pues hay un lugar al que me gustaría que fuéramos y sé que te va a gustar," tecleé.

Su respuesta fue instantánea, y que le pareciera tan interesante la idea me puso feliz. "¿Dónde, y vamos?" respondió.

"Quiero que sea sorpresa para ti, te voy a recoger o nos encontramos en un lugar cerca de tu casa y te llevo a la ubicación," respondí intentando sonar tranquilo mientras repetía en mi cuarto. "Estoy tranquilo, estoy tranquilo, estoy tranquilo." Para calmarme.

"B-Bueno, nos encontramos cerca de mi casa en un parque o algo que decidas y vamos." Su respuesta me tranquilizó, ya que no parecía enojada ni disgustada.

Después de ese mensaje, accidentalmente presioné el botón de videollamada. Cuando Eris contestó la llamada, parecía estar arreglándose el pelo para la llamada y alistar todo para mañana. La llamada al fue accidental, pero me puso muy feliz, y en esa llamada estuvimos un buen rato hasta que nos avergonzamos los dos mucho más de lo que soportamos y nos despedimos para calmarnos.

Perspectiva de Eris desde el mensaje de texto:

El día transcurrió con normalidad, inquietud y felicidad al haberlo conocido. No sabía por qué me sentía así. Después de todo, era un simple chico que acababa de conocer en un parque y que vi posteriormente en el concierto. Un chico… que se veía muy hermoso y bien, aunque nunca tendría la confianza de decirlo.

Mi teléfono empezó a vibrar y sonar sobre mi cama, eso me sobresaltó ligeramente. Era un mensaje de Vali. Un simple saludo, pero que inexplicablemente me aceleró el corazón a mil y me puso feliz a la vez. Respondí rápido, apenas vi el mensaje, intentando que no sonara desesperada cuando que respondiera tan rápido mostraba que quería hablar con él, o pasar el rato.

Luego llegó su mensaje e invitación a ir al café que habíamos prometido. Me puse muy nerviosa y ansiosa, lo que me hacía sentir una calidez en el pecho que intentaba ignorar, pero no podía, y no podía ignorarlo, solo se hacía más fuerte esa sensación. Su sugerencia era... inesperada. Y para ser sincera, muy tentadora, aun sin saber a dónde iríamos, estar con él era simplemente tentador.

Mi respuesta fue un poco evasiva. No quería parecer bastante emocionada. Lo que sí me puso ansiosa fue su llamada inesperada. Eso me hizo ponerme a arreglarme el pelo para que me viera bien en la llamada y a alistar todo para mañana. Su llamada al parecer fue accidental, pero me puso muy feliz, y en esa llamada estuvimos un buen rato hasta que nos avergonzamos los dos mucho más de lo que soportamos y nos despedimos para calmarnos.

Al día siguiente, llegué a la ubicación que habíamos decidido un poco tarde, fingiendo estar ligeramente desorientada. Claro, fui con la camiseta que me regaló él, la cual tenía su olor y la olí toda la noche. Me daría vergüenza decirle eso a alguien, pero lo hice sin pensarlo y se sintió muy bien. Creo que no la voy a lavar solo para que tenga su olor. Volviendo a la cita o reunión (para que no me ponga ansiosa y sonrojada de pensar que es una cita), la noche anterior busqué por todos los lados que habíamos pensado en la posibilidad de encontrarnos solo para saber a dónde me llevaría, aunque no descubrí dónde era que me llevaría.

Cuando llegué a la zona, Vali ya estaba allí en el parque esperándome para llevarme al lugar por sorpresa. Me acerqué a él, me saludó con una sonrisa.

Hablamos mientras me llevaba al lugar que él había seleccionado. Cuando ya estábamos más cerca del lugar, antes me pidió que cerrara los ojos y lo tomara de la mano para que me pudiera llevar de sorpresa a la puerta del lugar. Cuando cerré los ojos, me tomó la mano cuidadosamente y me llevaba hasta el local. Solo podía pensar en una cosa, y es lo masculina y fuerte que era su mano, se notaba que practicaba arquería como había dicho.

Cuando llegamos, me dijo que abriera los ojos mientras alejaba su mano de la mía, lo que hizo que me sintiera desprotegida, lo que casi por instinto me hizo agarrarle la mano de nuevo y sostuve su mano de nuevo fuertemente, lo que hizo que se pusiera nervioso y me puso nerviosa. Cuando vi el local que él había elegido, me quedé atónita, era… Un Neko Café. Le había dicho que me gustaban los gatos, pero no pensé que lo recordaría. Que lo recordara me puso muy feliz.

"Te acordaste, pero si lo mencioné solo una vez en el concierto," dije sin poder reprimir la alegría y olvidándome de la vergüenza de estar agarrando su mano.

"Sí, nunca me olvidaría de nada de lo que dijiste en ese concierto donde nos vimos por segunda vez," respondió con vergüenza en su voz. Su voz también parecía tener felicidad y alivio de que me gustara la sorpresa que tanto había esperado mostrarme desde que quedamos en ir por un café el día anterior.

Entramos al local y presentó la reservación que hizo el día anterior. ¡Sí que venía preparado y mucho!, pensé.

Apenas nos hicimos en una zona del Neko Café, los gatos comenzaron a llegar a nosotros. No había mucha gente a esa hora y la dueña del local dijo que eso era inusual y que no siempre los gatos eran tan cariñosos. Mientras consentíamos a los gatos en un tipo sofá pegado al suelo, un gato se acostó con su cabecita en mis piernas y el resto de su cuerpo en las piernas de Vali, lo que me recordó cómo estuvimos hasta que comenzamos a consentir a los gatos: habíamos estado tomados de las manos, lo que me dio pena, pero al tiempo el gato que se acostó en las piernas mías y de Vali me pareció muy tierno. Ese local era el paraíso felino.

Mientras nosotros pedíamos nuestras bebidas y un pequeño snack, la presencia de los gatos llenó los silencios incómodos que surgen inevitablemente. El gato que se acostó en nuestras piernas pedía que lo acariciáramos, los gatos juguetones de los que comentamos sobre su pelaje y otros gatos, y nuestra charla sobre ellos destruyó la barrera de timidez de alguna forma.

Al principio hablamos de cosas triviales como los gatos o el café, alguna anécdota divertida. Lentamente, la conversación se fue profundizando. Él me habló de su afición por las novelas y su deseo por escribir sus propias historias. Yo mencioné mi amor por el dibujo y la historia.

Hubo momentos de torpeza, claro. Miradas que se sostenían segundos de más, silencios incómodos que parecían eternos, respuestas demasiado emotivas, cortas o incluso bruscas de mi parte. Pero la atmósfera relajada del café y los gatos durmiendo y acurrucados mientras se pasean por tus piernas para ser acariciados actuaron como una suave almohada y nos permitieron bajar la guardia.

Notaba mucho que Vali me observaba a veces con una expresión… ¿de interés por mí? Intentaba no sonrojarme demasiado y respondía sus preguntas con la mayor naturalidad posible, aunque mi corazón latía con todas sus fuerzas.

"¿Te gusto mucho, verdad?" preguntó con voz suave.

"¿Qué?" pregunté un poco sonrojada. "Sí… Un poco," dije en voz baja.

"Se nota que sí, te gusta mucho ese gato, no has parado de consentirlo," dijo, haciendo que me diera cuenta de que hablaba de que si me gustaba ese gato y no me preguntaba si me gustaba él.

"Tú tampoco te has alejado ni despegado de este gato," mencioné intentando ocultar mi vergüenza. Mencioné eso aun sabiendo que él no se había alejado de ese gato porque él quería estar cerca de mí y porque ese gato que mencionó era el gato que estaba acostado en las piernas de los dos.

"Hacen muy buena pareja," dijo la dueña del local.

"N-No somos pareja," mencionamos Vali y yo al mismo tiempo, haciendo que, si ya teníamos vergüenza, ahora tuviéramos más, pero lo que dijo la dueña del local me sonrojó y me puso feliz de que Vali y yo pareciéramos una pareja.

"¿No son una pareja? Pues creo que harían una gran pareja. Además, miren cómo están los gatos, tan cariñosos con los dos, y miren ese gato acostado en las piernas de los dos. Se dice que los gatos perciben emociones y cariño mejor que los humanos. Si aún no son pareja, serán una pareja adorable," mencionó de nuevo la dueña del local. Eso nos puso a Vali y a mí muy nerviosos y apenados, más cuando, después de que la dueña del local dijera eso, los dos nos miramos a los ojos a la vez antes de apartar la mirada. Me puso feliz que los gatos y la dueña del local pensaran que seríamos una buena pareja, es más, no había tenido ocasión más feliz en mi vida.

Pasamos casi dos horas en el local. Tiempo después de que la dueña del local dijera eso, pudimos tranquilizarnos, aunque nos acordamos al salir del local al ver a una pareja caminando por la calle.

"Vali," dije finalmente cuando llegábamos a mi casa. "Gracias por hoy, me gustó mucho estar contigo y los gatos eran adorables," sonó casi como si estuviera susurrando.

"No tienes que agradecerme, también me gusta pasar tiempo contigo y me gusta verte feliz," respondió mirándome a los ojos, dándome un calor interno que me hizo apartar la mirada. "Eris, me gustaría volver a verte, hagamos más cosas estos días," dijo en voz baja, deteniéndose.

"Sí, nos vemos, la siguiente vez yo te invito," dije con un tono de voz un poco seductor mientras pasaba mi pelo por detrás de la oreja.

Y así, bajo la luz de la luna, el comienzo de algo más que amigos comenzó a tomar forma, impulsado por un concierto y la tranquila compañía de los gatos.

Claro, cuando llegué a casa me tiré a la cama a gritar de vergüenza mientras recordaba lo ocurrido, pero estaba más feliz que nunca. Nadie me regaña por gritar tanto, ya que vivo sola.

Perspectiva de después de la cita de Vali:

Vali, después de acompañar a Eris a casa, pasó todo el camino a casa y en su casa pensando en lo vergonzoso que era lo que hizo, como cuando le tomó la mano porque el lugar era sorpresa.

Se quedó sin nadie para discutir su vergüenza, ya que se mudó solo a la ciudad, o sea, también vive solo.