Capítulo 15: El peso de quedarse

Alemania — Agosto de 1940

Konrad volvió a caminar antes de lo previsto.Con paso torpe, dolor en el costado y una venda aún fresca bajo el uniforme, pero caminando.

—Te dije que este tanque no me mataría —bromeó al entrar al barracón, donde sus compañeros jugaban a las cartas.

Lukas soltó un suspiro. Ernst disimuló una sonrisa. Helmut se levantó sin decir nada y le dio una palmada en el hombro.

—Ya tenemos al cañón de vuelta —dijo.

Durante semanas, la unidad fue sometida a instrucción intensiva. Maniobras en terreno mixto, simulacros de fuego real, formación nocturna.No era solo entrenamiento. Era una purga. Como si Berlín quisiera que los errores de Francia y los Sudetes se quedaran atrás antes del próximo paso.

—No nos están preparando —dijo Ernst una noche—. Nos están purificando.

Falk no lo negó. Lo pensaba también.

Fue durante una sesión de tiro cuando lo llamaron. Un oficial del cuerpo de blindados. Voz seca. Uniforme sin barro.

—SS-Oberscharführer Ritter. Hemos revisado su historial. Su desempeño, sus decisiones bajo presión. Queremos proponerle un traslado temporal al cuerpo de formación. Instrucción de nuevos tripulantes. Permanecería en Alemania.

Falk no respondió al principio.

—¿Fuera del frente?

—Sí. Aquí. Tanques de práctica. Horarios fijos. Seguridad.

—No.

—¿Motivo?

Falk lo miró sin ira.

—No enseño nada que no haya vivido con mis hombres. Y ellos… aún están vivos.

El oficial asintió. Cerró el expediente. No insistió.

Esa noche, Falk no durmió.Recorrió con los dedos el interior del Panzer IV.Cada arañazo. Cada soldadura. Cada símbolo pintado a mano.

No lo hacía por nostalgia.

Lo hacía por recordar quién era…y por qué no estaba hecho para quedarse atrás.