Capítulo 19: El regreso

Ucrania — Zona de retaguardia, julio de 1941

El rugido volvió al amanecer.

No fue un disparo. No fue una orden. Fue el motor.Grueso. Profundo. Familiar.

El Panzer IV tembló bajo sus propias entrañas al despertar. Los mecánicos se apartaron, satisfechos. Falk se limitó a asentir.

—¿Funciona? —preguntó Konrad, acercándose.

—Funciona lo suficiente —respondió el jefe de equipo—. No le pidáis milagros, pero puede matar… y volver a casa.

Falk pasó una mano por el lateral del blindaje. Lo sintió cálido. No como un arma, sino como un viejo compañero que había estado demasiado tiempo herido.

A lo largo del día, los hombres fueron cargando munición, revisando cables, limpiando el interior. Helmut volvió a calibrar la radio. Lukas arrancó dos veces más por precaución. Ernst talló una pequeña cruz en el interior de la escotilla.

—Para la suerte —dijo, encogiéndose de hombros.

—La suerte no existe —replicó Konrad—. Solo la puntería y el blindaje.

—Y nosotros —añadió Falk.

A media tarde llegó el mensajero.

Un sobre. Sello del frente.Órdenes.

Falk leyó sin expresión. Luego lo pasó a Helmut, que lo repasó en silencio.

—Nos redirigen al sector de Bila Tserkva. Combates dispersos. Apoyo móvil.

—¿Más fuego? —preguntó Ernst.

—No. Más caos. Dicen que el frente está fragmentado. Que necesitamos movilidad… y decisión.

Falk lo entendió. Los apagafuegos volvían al frente.Como siempre.

Antes de partir, el Panzer se alineó con otros dos vehículos. No eran de la Leibstandarte. Unidades de la Wehrmacht, con tripulaciones más jóvenes, más limpias. Uno de los comandantes los saludó con un gesto breve.

Falk respondió con una mirada.

Lukas se acomodó en su asiento.

—¿Listos para volver a ensuciarnos?

—Nunca dejamos de estar sucios —dijo Konrad.

Ernst cargó la primera munición.

Helmut fijó la frecuencia.

Falk se ajustó el casco, cerró la escotilla…y el acero volvió a cubrirlo.

El Panzer rodó hacia el este.El barro lo esperaba.Y también la guerra.