Capítulo 22: La hora gris

Ucrania — Sector de Bila Tserkva, julio de 1941, 04:37

La luz no llegó como una promesa.Llegó como una amenaza.

El cielo viró del negro al gris sin alegría. No había sol. Solo una claridad húmeda, espesa, que convertía cada sombra en una sospecha. Falk observaba desde la escotilla. El motor estaba encendido, pero en ralentí. La radio zumbaba con vida latente.

—¿Movimiento? —preguntó en voz baja.

—Nada claro —respondió Helmut—. Pero algo hay. Interferencias. Códigos incompletos. No somos los únicos que están escuchando.

Konrad giraba la torreta con lentitud, como si ya supiera hacia dónde apuntar. Lukas mantenía el embrague pisado, tenso. Ernst sostenía una munición en las manos, pero aún no la colocaba.

—Esta luz... no es día —dijo—. Es el infierno despertando.

El primer disparo no fue suyo.

Fue lejano, seco, y no sonó como un disparo… hasta que impactó. Un blindado ligero de la Wehrmacht, estacionado 200 metros al este, estalló sin previo aviso. Fragmentos salieron disparados. Un cuerpo también.

—¡Fuego enemigo! ¡Sector izquierdo! —gritó una voz por radio.

—¡Falk! —dijo Helmut—. Cañón antitanque oculto. No tenemos visual aún.

—Buscar cobertura —ordenó Falk con calma.

El Panzer viró hacia una elevación baja, cubierto solo por un seto y la incertidumbre. Otro disparo. Esta vez pasó cerca. Muy cerca. El casco resonó.

—¡Konrad! —dijo Falk—. Prioriza silenciarlo.

—Lo intento —gruñó el artillero—. Pero no sé dónde está.

Ernst ya tenía la munición lista. Lukas sudaba. Falk bajó por completo la escotilla. Dentro, todo era acero y respiraciones contenidas.

—¡Contacto! —gritó Helmut—. Entre dos árboles. Coordinadas aproximadas.

Falk asintió. Konrad apuntó. No con rabia. Con concentración quirúrgica.

El disparo del Panzer sacudió el interior. Silencio. Luego, una explosión amortiguada.

—Impacto —dijo Ernst—. No se mueve más.

—Bien —respondió Falk—. Pero no nos fiemos.

Alrededor, los otros blindados se movían, pero sin orden. El caos empezaba a tomar forma. El frente ya no era rumor. Era fuego.

Y la hora gris… se teñía de rojo.