Capítulo 27: Silencio en las ruinas

Campamento al suroeste de Kiev — Últimas horas de julio de 1941

El día no comenzaba.Simplemente no acababa.

El cielo era gris, estancado, como si la noche se negara a ceder por completo. Entre los árboles y edificios semiderruidos, los hombres se movían en silencio. Algunos limpiaban sus armas. Otros escribían. Nadie hablaba en voz alta.

Falk estaba de pie, apoyado en la torreta del Panzer. Lo habían limpiado por fuera, revisado por dentro. No quedaba nada más que hacer. Solo esperar.

Ernst tenía el casco en las manos. Lukas afilaba una pequeña navaja contra una piedra. Konrad observaba una fotografía vieja, doblada por las esquinas. Helmut no estaba.

—¿Dónde ha ido? —preguntó Falk.

—A la tienda de campaña del mando —respondió Konrad—. Dicen que hay reparto de correspondencia.

Minutos después, llegó.No venía solo.

Detrás de Helmut caminaba un joven soldado con una cartera de cuero cruzada y una gorra desproporcionadamente grande para su rostro. Era del servicio de correos. Iba deteniéndose en cada grupo, dejando sobres, recogiendo otros. No hablaba casi nada. Asentía, leía nombres, entregaba.

—¿Ritter? —preguntó al llegar.

Falk levantó la vista. El joven le tendió una carta.

—Firmado. Berlín.

Falk tomó el sobre. No lo abrió.

—¿Sale alguien esta noche?

—Aún no. Pero dicen que mañana, antes del amanecer, evacúan malheridos y documentos. Si quiere enviar algo, escriba ahora.

Falk miró a su tripulación.

—¿Cartas?

Ernst negó. Lukas también. Konrad no respondió. Helmut solo dijo:

—Mañana ya será tarde.

Falk abrió el sobre con un cuchillo. Una hoja. Escritura pequeña. Una línea de su hermana. Otra de su madre. Nadie le preguntaba cómo estaba. Solo le decían que esperaban que estuviera bien.

Lo dobló. Lo guardó en el pecho.Y por primera vez en semanas, se sentó.

La noche cayó sin anunciarse.Se encendieron pocos fuegos. Se comió en silencio.El Panzer estaba listo. Los hombres también.Solo el alma dudaba.

Una orden llegó por radio, breve:

—“Confirmado. Ingreso a la ciudad al amanecer. Objetivo: penetración profunda y enlace en el centro urbano.”

Falk asintió.No respondió.No hacía falta.

Esa noche, durmieron al lado de las ruinas, con el motor frío.Y el silencio…tan denso como el acero que los rodeaba.