Capítulo 44: Bajo el silencio

El Alamein — 20 de diciembre de 1941, noche

El Panzer IV estaba detenido, quieto como una piedra humeante en mitad del desierto. A su alrededor, la batalla había dejado de rugir. No porque la guerra hubiese acabado, sino porque esa jornada había callado por agotamiento.

Dentro del blindado, los cinco hombres no hablaban.

Ernst limpiaba con lentitud la carcasa de un proyectil no disparado. No por necesidad, sino por tener algo entre las manos.Helmut había apagado la radio. Se limitaba a mirar la luz parpadeante del panel, como si sus pensamientos bailaran al mismo ritmo.Konrad, apoyado contra el cañón interior, mantenía los ojos abiertos… pero fijos en algo que solo él podía ver.Lukas sostenía el medallón de María entre los dedos, sin apretarlo, sin soltarlo. Como si el simple contacto fuera lo único que aún tuviera sentido.Falk, en la escotilla, respiraba hondo, pero sin ruido. Con el rostro endurecido por el calor, la tensión… y una extraña gratitud muda.

La batalla les había pasado muy cerca.Demasiado cerca.

Todos lo sabían.Ninguno lo decía.

Aferrados al acero que los había protegido, ninguno llevaba un solo rasguño en la piel.Pero por dentro… había marcas.Cicatrices invisibles que aún no sabían si eran heridas… o bendiciones.

El blindado seguía entero.Ellos también.Y en ese rincón de silencio compartido, el milagro no se celebraba. Solo se aceptaba.

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Afuera, el desierto respiraba.Adentro, el silencio bastaba.