Capítulo 47: El tiempo prestado

En la retaguardia — Egipto, 23 de diciembre de 1941

Habían pasado menos de cuarenta y ocho horas desde El Alamein, pero para Falk y los suyos, el tiempo ya no se medía en días. Solo en combates… y silencios entre ellos.

El permiso temporal no era mucho. Tres días lejos del frente. Lo suficiente para lavar el uniforme, dormir bajo techo, o simplemente sentarse sin tener que escuchar el zumbido de una radio pidiendo fuego de cobertura.

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Estaban en un pequeño puesto de descanso habilitado junto a un oasis seco. Una tienda grande, media docena de bancos improvisados, y vino barato en cantimploras recicladas. A lo lejos, se oía el chirrido de herramientas reparando otros blindados. Pero no allí. Allí, por un momento, no eran soldados. Solo hombres.

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Lukas sostenía una nueva carta. Llegada esa misma mañana. La tinta era temblorosa, irregular, pero inconfundiblemente española. La letra de María.

—¿Otra? —preguntó Helmut con una sonrisa cansada.

—Sí. No entiendo ni la mitad —respondió Lukas—. Pero las leo igual. Como si fueran canciones.

Konrad asintió, bebiendo lentamente.

—Mejor eso que quedarte esperando noticias… de nadie.

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Ernst sacó una foto del bolsillo interior de su chaqueta. Tres niños, una mujer, y un hombre con las manos grandes.

—Mi hermano menor cumplió años. Lo más probable es que ni me recuerde.

Falk, sentado en el suelo con la espalda contra una rueda de repuesto, no dijo nada. Pero escuchaba. Siempre escuchaba.

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—¿Y tú, Falk? —preguntó Konrad tras un rato.

—No tengo cartas —respondió él.

—¿Familia?

—Murieron. O se fueron. O simplemente ya no me esperan.

No hubo silencio incómodo. Solo comprensión.

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Helmut se rascó la nuca.

—¿Y después? ¿Cuando termine esto?

—¿Esto? —repitió Ernst—. Esto no termina.

—No. Pero algún día parará. O nos bajarán del Panzer. ¿Y entonces?

Lukas apretó el medallón bajo la camisa.

—Entonces… volveremos con lo que quede.

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Falk miró al cielo. El mismo cielo, distinto polvo.

—Hasta entonces —dijo—, estamos vivos.Y este permiso… no es libertad.Es solo tiempo prestado.

Los demás asintieron.Nadie brindó.Pero el momento quedó. Como una fotografía invisible, solo para ellos.

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Tres días.Luego volverían a subir al Panzer.A la guerra.A lo inevitable.

Pero esa noche…esa noche fue suya.