Egipto — 27 de diciembre de 1941
El nuevo pelotón estaba alineado junto a una formación de vehículos. Cuatro Panzer IV, aún con la pintura fresca de mantenimiento, esperaban al sol de media mañana como fieras domadas.
Falk caminó entre ellos con paso firme. Uniforme recién planchado. Cruz de Hierro de Primera Clase aún sin ennegrecer por el uso. A su lado, como siempre, Konrad, Helmut, Ernst y Lukas.
El Zugführer ahora era él. No en el papel, sino en el campo.
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Los tanquistas nuevos estaban allí, firmes. Tres tripulaciones completas. Algunos aún con mirada nerviosa. Otros ya marcados por el polvo del frente.
Falk se detuvo ante ellos.
—Mi nombre es Untersturmführer Falk Ritter. Están bajo mi mando.—No vengo a enseñarles a luchar. Eso se hace con tiempo, no con discursos.—Solo les diré esto: en combate, ustedes valen lo que valga su compañero. Si no se miran las espaldas, no valen nada.
Pausa.
—Mañana marchamos. Hoy, quiero conocerlos. Uno a uno.
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Pasaron, se presentaron. Nombres. Rangos. Procedencias. Comentarios técnicos breves. Algunos sin expresión, otros con nervios apenas contenidos.
Hasta que llegó él.
—SS-Unterscharführer Jürgen Adler —dijo, con voz segura—. Cargador.—Vengo de Alemania central. Estoy aquí porque creo que nuestra causa puede cambiar el curso del mundo.
Falk no respondió al instante. Lo miró. Joven. Impecable. Ojos limpios. Demasiado limpios.
—¿Qué esperas encontrar aquí? —preguntó Falk.
—Convicción, señor. Quiero que el enemigo entienda que hay una idea detrás de cada disparo.
Falk bajó la mirada un instante. Luego asintió.
—Prepárate para encontrar algo más.—Y más sucio.
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Al alejarse, Ernst murmuró:
—¿Convicción? Yo solo quiero volver con las piernas puestas.
—¿Es nuevo o es que aún no ha disparado contra nadie? —añadió Konrad.
Lukas no dijo nada. Solo miró al chico. Como si ya supiera que la guerra se encargaría de educarlo.
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Helmut fue el último en romper el silencio, mientras se alejaban:
—¿Tú eras así al empezar, Falk?
Falk no respondió.Solo miró el horizonte, donde otra tormenta se preparaba en forma de humo.Y apretó el puño.
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Los tanques nuevos rugieron al encenderse.La unidad estaba formada.El pelotón… no tanto.
Pero eso, como todo en la guerra, se forjaría bajo fuego.