Capítulo 56: La línea que rompe el silencio

Egipto — 6 de enero de 1942

—Ustedes van al frente.

La frase quedó suspendida un segundo en la tienda de mando, como si aún buscara dónde caer.

Falk no preguntó por qué.No lo necesitaba. Su pelotón ya había demostrado lo que valía. Ahora, lo pagarían con sudor, humo y pérdidas.

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Afuera, la arena temblaba bajo los motores. La ofensiva estaba lista.Las líneas del Eje avanzarían por tres rutas: una central, una de apoyo… y una punta de lanza móvil, encargada de abrir brecha, detectar defensas, y aguantar hasta que el cuerpo principal llegara.

Falk iba al frente de esa lanza.

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—Estamos hechos para esto, ¿no? —murmuró Helmut mientras ajustaba los auriculares.

—No. Pero seguimos haciéndolo igual —respondió Konrad.

—Yo lo haré hasta que ya no tenga manos —añadió Ernst, cargando el primer proyectil.

Falk escuchaba todo sin decir nada. Solo revisaba el mapa una vez más.El objetivo: romper la línea británica al este de El Imayid, una posición fortificada en retroceso.

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A las 08:40 horas, el Panzer IV de Falk encabezó la marcha.Atrás, cuatro tanques más seguían su estela.A los lados, infantería mecanizada y vehículos italianos avanzaban con prudencia.

El desierto ya no era solo polvo.Era tensión.Era eco de motores.Era un reloj sin números que contaba hacia lo inevitable.

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La resistencia apareció al borde de una pequeña elevación.Tres cañones antitanque abrieron fuego a la vez.

—¡Fuego defensivo, cobertura en arco! —ordenó Falk.

Su voz sonó limpia, fuerte. Como si el peso de Krause lo guiara ahora.

La ofensiva había comenzado.Y la lanza… ya estaba clavada.