Centro de instrucción blindada – Norte de Orléans17 de enero de 1943
La mañana era fría y gris, con una niebla leve que apenas se alzaba del suelo. El pelotón estaba formado, uniforme completo, botas limpias por primera vez en semanas. El suboficial de intendencia recorría la línea con una carpeta en la mano y tono ceremonioso.
—A partir de hoy, por orden directa del mando de reequipamiento, el tercer pelotón blindado de la Leibstandarte queda asignado como unidad mixta de vanguardia. Se le entregan cinco vehículos, conforme a la siguiente distribución...
Un silencio se hizo denso. Nadie respiraba del todo.
—Zugführer Falk Ritter: Panzerkampfwagen VI Tiger Ausführung E.—Unterführer Konrad Weber: Panzerkampfwagen V Panther Ausführung D.—Gefreiter Ernst, Helmut y Vogel: Panzerkampfwagen IV Ausführung G, cañón largo 7.5cm.
El suboficial bajó la carpeta.
—Los vehículos han sido revisados, armados y asignados con munición de combate estándar. Serán supervisados en fase de instrucción intensiva durante los próximos días. El personal técnico ya está preparado.
Nadie aplaudió. Nadie sonrió abiertamente. Pero los ojos decían lo que las bocas no.
—
Hangar 7 – 40 minutos después
Los cinco tanques estaban alineados como bestias dormidas. El Tiger dominaba el centro, masivo, con su cañón largo apuntando al vacío. A su lado, el Panther parecía más ágil, más afilado. Los Panzer IV completaban la formación como hermanos veteranos.
Falk se detuvo frente al Tiger. El metal aún olía a fábrica, a pintura reciente, a motor virgen. Apoyó la mano en el frontal blindado, sin decir nada.
Konrad pasaba lentamente la palma por el lateral de su Panther, como si reconociera algo que aún no había usado.
—Bonito, ¿eh? —dijo Helmut, observando su Panzer IV—. Como el viejo... pero más cabreado.
—El mío tiene periscopios nuevos —respondió Ernst, serio.
—El mío tiene miedo de mí —bromeó Vogel, tocando la torreta con cautela.
Falk subió por el lateral del Tiger y se asomó por la escotilla. Miró el interior. Todo estaba nuevo. Todo era distinto. Pero el silencio dentro era el mismo que conocía. El de antes de cada combate.
Helmut lo observó desde el suelo.
—¿Cómo lo vas a llamar?
Falk lo pensó. Luego bajó la escotilla, se giró hacia su pelotón, y con voz firme dijo:
—Esto no necesita nombre. Solo dirección.
Y señaló hacia el este.