Capítulo 7: El algoritmo del vacío

Capítulo 7: El algoritmo del vacío

Tengo más de mil contactos en mi teléfono.

Doscientos mil seguidores en Instagram.

Un grupo lleno en WhatsApp que nunca calla.

Y sin embargo, hoy me sentí más solo que nunca.

---

La soledad ya no se ve como antes.

No tiene la forma de un cuarto oscuro o una silla vacía.

Ahora la soledad tiene Wi-Fi.

Tiene filtros.

Tiene emojis.

Y tiene millones de personas sonriendo frente a una cámara mientras lloran detrás de ella.

---

Hoy desperté con el impulso de borrar todo.

Cerrar redes. Romper el ruido. Desconectarme.

Me detuve al ver la pantalla del celular.

El reflejo me devolvió una pregunta que no supe responder:

¿Quién soy sin la pantalla?

---

Afuera, la gente vive con los ojos pegados a un rectángulo brillante.

Comen frente al celular.

Caminan con los audífonos puestos.

Ríen solos, pero no con nadie.

La hiperconexión nos dejó vacíos.

---

Miguel me dijo algo que se me quedó grabado:

—"A veces pienso que si desaparezco, solo lo notarán cuando mi cuenta deje de subir historias."

Y tiene razón.

Vivimos midiendo nuestra existencia en interacciones.

¿Quién nos escribió?

¿Quién no vio nuestras historias?

¿Quién nos dejó en visto?

Como si el valor de nuestra alma dependiera del algoritmo.

---

Yo también caigo.

Publico pensamientos como botellas en el mar, esperando que alguien los lea, los sienta, los devuelva con un “like” que me haga creer que no estoy tan solo.

Pero a veces me doy cuenta:

Nos estamos volviendo expertos en aparentar felicidad y novatos en sentirla.

---

Hoy, al salir del colegio, decidí caminar sin música, sin celular, sin distracciones.

Solo yo y el ruido del mundo real.

Vi un niño llorando en la vereda, mientras su madre discutía con un hombre por teléfono.

Vi a una anciana mirando al vacío desde un balcón, como si esperara a alguien que ya no llega.

Vi a un joven sentado solo en una banca, sin celular, sin auriculares, solo... solo.

Y me pregunté:

¿Cuánta gente hay como nosotros, fingiendo que está bien mientras se desmorona por dentro?

---

La soledad no es estar solo.

Es no sentirse comprendido, aunque estés rodeado.

Es no tener a quién escribir sin miedo.

Es hablar y que nadie escuche de verdad.

---

Esa noche, le escribí a Miguel:

—"No estás solo. Nunca lo estuviste. Y si alguna vez te sientes vacío, escríbeme. Aunque solo sea para decir hola. Aunque no sepas qué decir."

Respondió con un solo mensaje:

“Gracias por no soltarme.”

Y ese mensaje, pequeño, sencillo, honesto…

me hizo sentir acompañado también.

---