Capítulo 15: Ideas que cortan como cuchillas
Capítulo 15: Ideas que cortan como cuchillas
La iniciativa empezó simple:
Una jornada de ayuda para limpiar el parque abandonado del barrio.
Llevaríamos libros, comida, música, algo de poesía.
Queríamos construir algo.
Aunque fuera pequeño.
Pero no todo el mundo lo vio igual.
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Llegó con traje.
Bien peinado.
Seguro de sí mismo.
Se llamaba Joaquín.
—“Interesante lo que hacen, chicos. Muy romántico. Muy… idealista.”
No era irónico.
Era sincero.
Y eso lo hacía más peligroso.
—“¿Tú qué propones?”, le pregunté.
—“Orden. Disciplina. Jerarquía. No se arregla un país dando discursos de libertad. Se arregla con control, con estructuras fuertes, con gente obedeciendo.”
Miguel apretó los puños.
Yo mantuve la calma.
—“¿Y qué pasa cuando esas estructuras se convierten en jaulas? ¿Cuando obedecer significa silenciar lo que está mal?”
Joaquín sonrió.
—“Ustedes quieren justicia. Yo quiero eficiencia. Los que mandan saben más. Y si a veces hay que aplastar una minoría para mantener el orden… así funciona el mundo.”
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El silencio se volvió denso.
—“¿Y los valores?”, preguntó Miguel.
—“¿La dignidad humana?”, agregué.
—“Cuentos bonitos. En el mundo real, ganan los que entienden el poder.”
—“Entonces yo no quiero vivir en tu mundo.”
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La gente nos rodeaba.
El debate era un espejo roto.
Cada frase, un reflejo distinto del país.
Una señora mayor se acercó. Nos miró a los tres.
—“¿Saben qué? Yo viví una dictadura. También viví democracia. Y lo único que aprendí es que lo que importa no es quién manda, sino si hay alguien que escucha a los que no tienen voz.”
Nos miró directo.
—“Sigan escuchando. Sigan discutiendo. Pero no se olviden de mirar hacia abajo. Allí es donde la verdad sangra.”
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Joaquín se fue.
Nos dio la mano.
—“No me convencieron. Pero admito que me hicieron pensar.”
Lo miré a los ojos.
—“Entonces ganamos algo.”
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Esa noche, en mi libreta, escribí:
> “No se trata de tener razón. Se trata de sembrar dudas donde antes había certezas de piedra.”