El juicio de Aria fue rápido y severo. La Maestra Eleonora, con una expresión de impasible severidad, presidió la asamblea de estudiantes y profesores en el Gran Salón. Kaelen, Lyra y Finn observaban desde la primera fila, con rostros marcados por la confusión y la tristeza.
"Aria," dijo Eleonora, su voz resonando en el silencio, "has cometido un grave delito. Has traicionado la confianza de Umbría, has puesto en peligro a todos nosotros. ¿Cómo te declaras?"
Aria, de pie frente a todos, con la cabeza gacha pero la mirada firme, respondió: "Culpable, Maestra. Pero…"
Eleonora la interrumpió. "No hay 'peros', Aria. Tus acciones hablan por sí solas. La Piedra Lumina es el corazón de Umbría, y tú intentaste robarla."
Aria intentó explicar su visión, su deseo de usar el poder de la piedra para el bien, pero las palabras de Eleonora la ahogaban. La Maestra parecía inflexible, decidida a castigarla sin piedad.
Finalmente, Eleonora pronunció la sentencia. "Aria, por tus crímenes, eres expulsada de Umbría. Se te prohibirá el uso de la magia y serás enviada de vuelta al mundo mundano, despojada de tus recuerdos de este lugar."
Un murmullo de sorpresa y consternación recorrió el Gran Salón. La expulsión era el castigo más severo que Umbría podía imponer.
Aria sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Umbría era su hogar, la magia era su vida. Perder ambas cosas era peor que la muerte.
Pero antes de que la sentencia pudiera ser ejecutada, Kaelen se puso de pie. "¡Maestra Eleonora, esto es injusto!" exclamó. "Aria no es una ladrona. Fue engañada, manipulada. ¡La Piedra Lumina la corrompió!"
Lyra y Finn se unieron a Kaelen, defendiendo a Aria con vehemencia. Hablaron de su valentía, de su lealtad, de su bondad. Recordaron a todos cómo Aria había salvado a Umbría de Malkor.
Pero Eleonora permaneció impasible. "La ley es la ley," dijo. "Y Aria la ha infringido."
Mientras los guardias se acercaban a Aria para llevarla, algo extraño sucedió. La Piedra Lumina, que Eleonora había colocado sobre un pedestal en el centro del salón, comenzó a vibrar y a emitir una luz pulsante.
La luz se intensificó, volviéndose cegadora. Un zumbido profundo llenó el aire, sacudiendo los cimientos del colegio. Y entonces, la voz de Aria, amplificada por la magia de la piedra, resonó en el Gran Salón.
"¡Mentiras!" gritó Aria. "¡Todo esto es una mentira!"
Todos se giraron hacia Aria, sorprendidos. Sus ojos, normalmente de un vibrante color verde, ahora brillaban con una luz dorada, idéntica a la de la Piedra Lumina.
"La Maestra Eleonora me engañó," continuó Aria, su voz llena de una autoridad que nunca antes había mostrado. "Ella quería que yo robara la piedra. Ella puso la visión en mi mente."
Un murmullo de incredulidad recorrió el salón. Eleonora, por primera vez, parecía desconcertada.
"¿Qué disparate estás diciendo, Aria?" preguntó, su voz temblorosa.
"La Maestra Eleonora me lanzó un hechizo de Confundus modificado," explicó Aria, la luz dorada en sus ojos intensificándose. "Un hechizo sutil, diseñado para amplificar mi deseo de ayudar, mi anhelo de hacer el bien. Me manipuló para que creyera que robar la Piedra Lumina era la única manera de salvar el mundo."
La Piedra Lumina, como si confirmara las palabras de Aria, proyectó una imagen en el aire. Una imagen de Eleonora, de pie frente a Aria, susurrando palabras ininteligibles mientras realizaba un gesto complejo con su mano. La imagen de Aria, en ese momento, tenía los ojos vidriosos, una expresión de confusión en su rostro.
El Gran Salón estalló en un caos de murmullos y exclamaciones. Todos miraban a Eleonora, buscando una explicación.
Eleonora, pálida y temblorosa, intentó negarlo. "¡Es una ilusión! ¡La piedra está mintiendo!"
Pero la evidencia era irrefutable. La magia de la Piedra Lumina era la verdad, y la verdad era que Eleonora había manipulado a Aria para que robara la piedra, para luego culparla y deshacerse de ella.
"¿Por qué, Maestra?" preguntó Kaelen, con voz rota. "¿Por qué haría algo así?"
Eleonora, finalmente, se derrumbó. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. "Yo... yo solo quería proteger a Umbría," susurró. "La Piedra Lumina es demasiado poderosa, demasiado peligrosa. Nadie debería tener acceso a ella, ni siquiera nosotros."
"Pero Malkor…" comenzó a decir Lyra.
"Malkor era una distracción," interrumpió Eleonora. "Una amenaza que yo misma creé, para unir a Umbría, para justificar mis acciones. Necesitaba que alguien robara la piedra, para poder sellarla para siempre, lejos de todos."
"¿Y Aria?" preguntó Finn, con voz gélida. "¿Ibas a sacrificarla a ella, a una de tus estudiantes, para lograr tu objetivo?"
Eleonora no respondió. Simplemente se dejó caer de rodillas, sollozando.
La verdad era devastadora. La Maestra Eleonora, la figura de autoridad y sabiduría que todos admiraban, había traicionado su confianza, había manipulado a sus estudiantes, había mentido a todos.
La Piedra Lumina, ahora brillando con una luz suave y tranquilizadora, volvió a su estado normal. La asamblea, en silencio, observó cómo Eleonora era despojada de su cargo y escoltada fuera del Gran Salón.
Aria, libre del hechizo, sintió que la energía dorada abandonaba sus ojos. Se sentía débil, confundida, pero también aliviada. La verdad había salido a la luz, aunque de la manera más inesperada.
Kaelen, Lyra y Finn se acercaron a ella, abrazándola con fuerza. "Lo sentimos, Aria," dijo Kaelen. "Debimos haberte creído desde el principio."
Aria sonrió débilmente. "No importa," dijo. "Lo importante es que la verdad ha prevalecido."
Umbría se enfrentó a un período de incertidumbre y reconstrucción. La traición de Eleonora había sacudido los cimientos del colegio, y tomaría tiempo sanar las heridas. Pero la verdad, aunque dolorosa, también había traído una nueva claridad.
Aria, Kaelen, Lyra y Finn, junto con los demás estudiantes y profesores, se unieron para reconstruir la confianza y restaurar el honor de Umbría. La Piedra Lumina, ahora bajo la custodia de un consejo de magos elegido democráticamente, sería utilizada con sabiduría y precaución.
Y Aria, la chica que una vez fue acusada de traición, se convirtió en un símbolo de esperanza, un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, la verdad siempre encontrará la manera de salir a la luz. La experiencia le enseñó que la magia, por poderosa que sea, siempre debe estar al servicio de la verdad y la justicia, y que la confianza, una vez rota, es el tesoro más difícil de recuperar.