La alianza entre Nyx y Morgana era una fusión de ambición y oscuridad. Pasaron días en las profundidades del reino subterráneo, planeando su asalto al mundo de la superficie, combinando el conocimiento arcano de Morgana con el dominio del Caos de Nyx. Pero Morgana sentía que algo faltaba. Su poder, aunque inmenso y recién despertado, todavía se sentía… incompleto.
"Mi nombre," dijo Morgana una noche, mientras observaban un mapa holográfico de Umbría proyectado por la magia de Nyx, "es Le Fay. La Hada. Merlín siempre lo vio como una debilidad, una conexión con lo salvaje, lo impredecible. Lo suprimió, como suprimió mi sangre real."
Nyx, sentada en su trono con Poimandres enroscado a su lado, la miró con interés. "Los Fae," dijo, con una sonrisa calculadora, "poseen una magia antigua, ligada a la esencia misma de la creación y la destrucción. Una magia que el Caos puede… amplificar."
"¿Qué quieres decir?" preguntó Morgana, sintiendo una chispa de la vieja curiosidad mezclada con su nueva y fría ambición.
"Quiero decir," respondió Nyx, levantándose y acercándose a Morgana, "que tu linaje 'Fay' no es una debilidad. Es un potencial sin explotar. Un poder que, con el catalizador adecuado, podría elevarte más allá de una simple hechicera, más allá incluso de una reina."
Los ojos rojos de Nyx brillaron con una luz maliciosa. "Podrías convertirte en algo más. Algo… divino. Una encarnación de la magia oscura de las hadas. Una Diosa."
La idea resonó en el alma oscura de Morgana. Una Diosa. El título tenía un atractivo innegable. Sería la burla definitiva a Merlín, al destino que él había intentado imponerle. Abrazar la parte de ella que él más temía y convertirla en su mayor fortaleza.
"¿Cómo?" preguntó Morgana, su voz un susurro ansioso.
"Con un ritual," dijo Nyx. "Un ritual que canalizará el poder del Caos, la esencia de este reino subterráneo y la fuerza primordial de Poimandres, fusionándolos con tu sangre Fay latente. Te romperá, te reconstruirá, te transformará."
Morgana no dudó. La promesa de un poder aún mayor, de una transformación que la elevaría por encima de todos los que la habían despreciado, era demasiado tentadora. "Hazlo," ordenó.
Nyx sonrió. "Como desees, hermana en la oscuridad."
El ritual se llevó a cabo en la caverna más profunda del reino, ante el altar negro donde Poimandres había renacido. Nyx dibujó un círculo complejo en el suelo con tiza hecha de huesos pulverizados y polvo de luna oscura. Colocó velas negras que ardían con llamas verdes y púrpuras, y entonó cánticos en una lengua gutural que hacía vibrar las piedras.
Poimandres se alzó, sus ojos de fuego rojo fijos en Morgana, que se encontraba en el centro del círculo. El dragón primordial exhaló una nube de energía caótica, una niebla roja y negra que envolvió a Morgana, penetrando en su piel, en sus huesos, en su alma.
Morgana gritó, un grito que era a la vez de agonía y éxtasis. Sintió cómo su cuerpo era desgarrado y reconstruido a nivel molecular. Vio visiones de bosques oscuros, de criaturas sombrías con ojos brillantes, de cortes feéricas donde se celebraban rituales salvajes bajo lunas negras. Sintió la esencia de la tierra retorcida, la corrupción de la naturaleza, el poder salvaje y caprichoso de las hadas oscuras.
Su cabello, antes negro, adquirió reflejos iridiscentes como las alas de un escarabajo nocturno. Su piel pálida se volvió aún más blanca, casi luminiscente, con finas líneas oscuras que parecían venas de sombra bajo la superficie. Sus ojos, antes llenos de furia humana, ahora brillaban con una luz esmeralda profunda, fría y antigua, moteada con chispas rojas del Caos. Y desde su espalda, sombras translúcidas se desplegaron brevemente, adoptando la forma de alas espinosas, como hechas de noche solidificada, antes de retraerse.
Cuando el ritual terminó, Morgana se irguió, jadeando, pero con una sonrisa triunfante en sus labios. Ya no era solo Morgana Le Fay, la hechicera traicionada. Era algo más.
"Levántate," dijo Nyx, con una mezcla de admiración y cautela en su voz. "Levántate, Morgana, la Diosa Hada Oscura."
Morgana levantó una mano, y las sombras de la caverna se retorcieron a su voluntad, formando espinas y zarcillos que danzaban a su alrededor. Sintió una conexión profunda con la oscuridad, con la naturaleza corrupta, con el poder primordial del Caos ahora fusionado con su esencia Fae. Podía tejer ilusiones que enloquecerían a los más cuerdos, comandar plantas venenosas y bestias sombrías, y su toque podía marchitar la vida o infundir una locura oscura.
"Sí," susurró Morgana, saboreando el poder que recorría sus venas. "Este es mi verdadero ser. Esto es lo que Merlín intentó ocultar."
Miró a Nyx, sus ojos esmeralda brillando con una nueva y aterradora determinación. "El mundo conocerá el poder de la Diosa Hada Oscura," declaró. "Y se arrodillará."
La alianza se había fortalecido. La amenaza se había vuelto divina. Morgana, renacida como una entidad de pesadilla feérica, estaba lista para desatar su furia sobre un mundo desprevenido, con Nyx y Poimandres a su lado. La oscuridad tenía ahora una nueva y aterradora campeona.