El eco del lamento de la Banshee no solo había resonado en las profundidades subterráneas, sino que también había helado el aire en los corredores de Umbría. Varios estudiantes y profesores, incluyendo a Aria y sus amigos más cercanos, habían presenciado la aparición fantasmal y escuchado su críptica advertencia sobre la llegada de los Netlin, los Maestros de la Magia.
La inquietud se apoderó del colegio. Si la Banshee, un ser ligado al presagio de eventos catastróficos, consideraba necesaria esta advertencia, la amenaza debía ser de una magnitud sin precedentes. Merlín convocó de inmediato al Consejo y a los Magos Antiguos a la biblioteca, el lugar que se había convertido en el centro neurálgico de su resistencia.
"La Dama Llorona ha hablado," dijo Merlín, su rostro más grave que nunca. "Los Netlin, los 'Hijos de Dios' como ella los llamó, están en camino. Su llegada es inminente."
"¿Pero quiénes son exactamente?" preguntó Kaelen, expresando la confusión que sentían muchos. "Si enseñaron magia a los humanos, ¿no deberían ser aliados?"
"La historia raramente es tan simple, joven Kaelen," intervino el Profesor Alatar, el anciano experto en Adivinación. Sus ojos, normalmente nublados por visiones del futuro, ahora estaban fijos en un pesado tomo que yacía abierto sobre la mesa, un libro encuadernado en piel agrietada y escrito en una lengua aún más antigua que el latín de las Clavículas. "Merlín me pidió que consultara los fragmentos más antiguos de nuestros archivos, textos que datan de antes de la memoria humana registrada."
Alatar señaló un pasaje específico en el libro. Los símbolos eran extraños, angulares, y parecían retorcerse ante la vista. "Este texto," continuó Alatar, "que creemos es una copia de fragmentos del llamado 'Codex Angelorum Perditorum' (Códice de los Ángeles Perdidos), habla de los 'Netilim', una palabra muy similar a 'Netlin'. Los describe no como maestros benévolos, sino como… los Caídos."
Un silencio tenso llenó la biblioteca. Ángeles Caídos. La implicación era aterradora.
"¿Ángeles Caídos?" repitió Aria, incrédula. "¿Como... demonios?"
"No exactamente," aclaró Merlín, tomando la palabra. "Según estos textos y otras leyendas fragmentadas que he recopilado a lo largo de los siglos, los Netlin fueron seres de inmenso poder, creados en los albores del tiempo. Eran arquitectos de la realidad, tejedores de la magia fundamental. Pero se rebelaron."
"Su caída no fue necesariamente hacia la 'maldad' como la entendemos," continuó Merlín. "Fue una caída por orgullo, por conocimiento prohibido, por desafiar el orden cósmico original. Se les desterró, se les expulsó de las esferas superiores. Y en su exilio, interactuaron con la humanidad primitiva."
"¿Enseñaron magia por benevolencia?" preguntó Lyra, horrorizada.
"Quizás," dijo Merlín. "O quizás fue un acto de desafío, una forma de interferir en la creación que ya no podían gobernar. O tal vez, buscaban crear siervos, o simplemente experimentar. Sus motivos son tan ajenos a nosotros como su naturaleza."
"Entonces," dijo Finn, siempre práctico, "¿son enemigos?"
"No lo sabemos," admitió Merlín. "Podrían vernos a todos, Luz y Oscuridad, como aberraciones, como corrupción del orden que ellos representan o que intentaron crear. Podrían venir a juzgarnos, a 'limpiar' el mundo. O podrían simplemente ignorarnos en su propio y antiguo conflicto."
"¿Y qué hay de la conexión con 'Jehová' y 'Poimandres' que mencionan las Clavículas?" preguntó Morgana, quien, a pesar de la tensión reinante por su reciente revelación personal, seguía siendo miembro del consejo y una poderosa hechicera. Su voz era fría, distante, pero su pregunta era pertinente.
"Es posible," respondió Merlín, "que los Netlin sean entidades relacionadas con esa división primordial. Quizás fueron los primeros 'hijos' de esa entidad original, antes de la separación. O quizás su caída fue una consecuencia directa de esa guerra cósmica. Los textos son fragmentarios, las leyendas contradictorias."
Drácula, que había estado observando en silencio desde las sombras, habló por primera vez. "Existen leyendas entre los míos," dijo, su voz profunda resonando. "Historias susurradas sobre 'los que cayeron del cielo', seres de poder aterrador que exigían adoración y que castigaban la desobediencia con una furia implacable. Nunca creímos que fueran más que mitos para asustar a los neófitos."
La atmósfera en la biblioteca se volvió aún más opresiva. Ahora no solo se enfrentaban a la alianza oscura de Nyx, Morgana y Poimandres, sino también a la inminente llegada de seres de poder cuasi-divino, cuya naturaleza e intenciones eran un enigma aterrador.
"Esto cambia las cosas," dijo el profesor Thorne, el experto en defensa mágica. "¿Cómo nos preparamos para luchar contra... ángeles caídos?"
"Quizás no debamos luchar contra ellos," sugirió Aria, pensando en voz alta. "Quizás... quizás podamos razonar con ellos. Si son seres de orden, tal vez vean el peligro que representa Poimandres."
"O tal vez nos vean a nosotros, con nuestro uso de las Clavículas y la Tabla Esmeralda, como la mayor amenaza," replicó Kaelen.
"Sea como sea," concluyó Merlín, "debemos estar preparados para cualquier eventualidad. Continuaremos nuestro estudio de la Tabla Esmeralda y las Clavículas de Salomón. Necesitaremos todo el poder y la sabiduría que podamos reunir. Pero debemos proceder con extrema cautela. Estamos caminando sobre un terreno muy peligroso, entre fuerzas que podrían destruirnos a todos."
La certeza de una batalla inminente contra la oscuridad ahora se veía eclipsada por la incertidumbre de una amenaza aún mayor y más desconocida. Umbría estaba atrapada entre el Caos desatado y un Orden antiguo y potencialmente hostil. La supervivencia ya no era solo cuestión de ganar una guerra, sino de navegar por un conflicto cósmico cuyas reglas apenas comenzaban a comprender.