La revelación de las Guerras de Lira y la multitud de amenazas cósmicas dejó a ambas facciones – la de Umbría y la alianza oscura de Nyx y Morgana – en un estado de profunda conmoción. El odio y la rivalidad que los separaban parecían casi insignificantes ante la perspectiva de una aniquilación planetaria a manos de Cthulhu, los Netlin, o el posible regreso de Reptilianos, Grises o Insectoides.
Fue Nyx, sorprendentemente, quien inició el contacto. No por altruismo, sino por un frío cálculo de supervivencia. Poimandres, aunque inmensamente poderoso, era una entidad del Caos primordial de este sistema solar, o quizás de esta dimensión. Enfrentarse solo a entidades cósmicas como los Primigenios de Cthulhu o a legiones de Ángeles Caídos con milenios de experiencia en guerras galácticas era un riesgo inaceptable, incluso para él.
Un mensaje, tejido con hilos de sombra y caos controlado, apareció ante Merlín en la biblioteca de Umbría. "La partida ha cambiado, viejo mago," susurraba la voz de Nyx en su mente. "Nuestras rencillas son polvo estelar ante la tormenta que se avecina. Una tregua. Temporal. Necesaria."
Merlín, aunque profundamente desconfiado, reconoció la verdad en las palabras de Nyx. Consultó rápidamente con el Consejo y los Magos Antiguos. La idea de aliarse con sus enemigos mortales era aborrecible, pero la alternativa – enfrentar solos la embestida cósmica – era suicida.
"Aceptamos," respondió Merlín, su propia magia llevando el mensaje a través de las dimensiones hasta el trono subterráneo. "Una tregua. Enfocada únicamente en la amenaza externa. Pero que no haya dudas, la desconfianza permanece."
Se acordó un encuentro en un lugar neutral: un antiguo círculo de piedras en las remotas Tierras Altas de Escocia, un nexo de líneas ley conocido por ambas facciones por su inmenso poder telúrico.
La reunión fue tensa hasta el extremo. Merlín, Aria, Kaelen, y algunos Magos Antiguos, junto con Drácula y sus Castigadores más leales, se encontraron cara a cara con Nyx, Morgana (cuya presencia como Diosa Hada Oscura era aún más perturbadora de cerca), y una escolta de elfos corruptos. La sombra de Poimandres parecía flotar invisiblemente sobre el grupo oscuro.
"Los Netlin," comenzó Merlín, sin preámbulos. "Los Primigenios. Las otras razas de las Guerras de Lira. Son amenazas que superan nuestro poder individual."
"El Caos puede consumir mucho, Merlín," replicó Nyx, "pero incluso Poimandres reconoce la magnitud de la infestación que se aproxima. Estos seres alienígenas... perturban el tejido mismo de la realidad de una manera que incluso el Caos encuentra... desagradable."
"Necesitamos más poder," intervino Morgana, sus ojos esmeralda brillando. "Un poder ligado a este mundo. Un poder que pueda resistir la invasión."
Fue entonces cuando Merlín reveló la idea más audaz y peligrosa hasta la fecha, una idea que había estado considerando desde que comprendió la verdadera escala de la amenaza.
"Hay una entidad más antigua que cualquiera de nosotros," dijo Merlín, mirando no a Nyx o Morgana, sino al suelo bajo sus pies, a las piedras cubiertas de musgo. "Más antigua que los elfos, que los dragones, quizás incluso que los Netlin en su forma original. La conciencia de este planeta. El espíritu vivo de la Tierra."
"Gaia," susurró Lyra, que como druida en entrenamiento, sentía una profunda conexión con el planeta.
"Su nombre original, según los textos más antiguos, es más complejo, pero 'Gaia' sirve para nuestra comprensión," asintió Merlín. "Ella duerme, o al menos, su conciencia opera en una escala de tiempo geológica, indiferente a nuestras guerras efímeras. Pero si pudiéramos despertarla, apelar a ella, su poder podría ser nuestra salvación. Ella es el planeta, y lo defenderá si comprende la amenaza existencial."
Nyx y Morgana intercambiaron miradas. La idea era radical. Invocar a la propia Tierra… requería una cantidad de energía inimaginable y una cooperación sin precedentes.
"Es arriesgado," dijo Nyx. "Despertar a un ser de esa magnitud podría tener consecuencias imprevisibles. Podría vernos a todos nosotros como una plaga."
"Es nuestro único recurso," insistió Aria. "Debemos intentarlo. Juntos."
Sorprendentemente, un acuerdo fue alcanzado. La desesperación era un gran motivador. Decidieron realizar el ritual allí mismo, en el círculo de piedras, aprovechando el poder del nexo de líneas ley.
La preparación fue una visión extraña y tensa. Magos de Umbría trazando runas de protección junto a elfos corruptos dibujando sigilos caóticos. Vampiros Castigadores montando guardia mientras Morgana tejía ilusiones protectoras con sombras y espinas. Merlín y Nyx, antiguos enemigos, conferenciando en voz baja, combinando su conocimiento de rituales arcanos y magia primordial. Poimandres, aunque invisible, aportaría la energía cruda del Caos, mientras Merlín y los Magos Antiguos intentarían canalizarla y equilibrarla con la magia ordenada y la energía de la Tabla Esmeralda. Aria y los suyos actuarían como puntos focales, anclando el ritual a la voluntad combinada de los habitantes de la Tierra.
El ritual comenzó al anochecer. Un coro de voces dispares se elevó hacia el cielo estrellado: cánticos en latín, élfico, lenguas demoníacas olvidadas y el susurro de la magia Fae oscura. La energía comenzó a acumularse, visible como una cúpula de luz y sombra parpadeante sobre el círculo de piedras. Merlín, Nyx, Morgana y los magos más poderosos canalizaban cantidades ingentes de poder, sus cuerpos temblando por el esfuerzo.
El suelo bajo sus pies comenzó a vibrar. No era un terremoto violento, sino un temblor profundo, resonante, como si el corazón del planeta estuviera despertando. El viento arreció, trayendo consigo olores de tierra húmeda, de bosques primigenios, de océanos profundos. Las estrellas parecieron brillar con más intensidad.
Sintieron una presencia. Inmensa, antigua, insondable. No era hostil, ni amigable, simplemente… consciente. Como si un gigante dormido hubiera abierto un ojo.
"¡Gaia!" gritó Merlín, su voz resonando con el poder del ritual. "¡Despierta! ¡Tu mundo está en peligro! ¡Fuerzas de más allá de las estrellas buscan profanarte! ¡Te necesitamos!"
"¡Préstamos nuestra fuerza!" añadió Nyx, su voz un siseo de poder caótico. "¡Orden y Caos, unidos por la supervivencia! ¡Ayúdanos!"
La vibración se intensificó. El aire se cargó de una electricidad palpable. La presencia se hizo más fuerte, más enfocada. La invocación había alcanzado su punto culminante. ¿Respondería Gaia? ¿Y cuál sería el precio de su despertar? La frágil alianza contuvo el aliento, esperando la respuesta del planeta viviente.