Nuevas facciones en contra de Cthulu

El poder de Gaia, recién despertado, reverberaba silenciosamente por todo el planeta. En el círculo de piedras de las Tierras Altas, la tensa alianza entre Umbría y las fuerzas de Nyx observaba con una mezcla de asombro y aprensión. Habían llamado a una fuerza primordial, pero no tenían control sobre ella.

Apenas habían comenzado a reagruparse, aún sintiendo la resonancia de la conciencia planetaria, cuando las alarmas empezaron a sonar. No eran las alarmas mágicas de Umbría, sino algo más global, detectado por los hechizos de vigilancia de Merlín y confirmado por fragmentos caóticos de información que llegaban a través de redes mundanas que los magos monitoreaban.

"Están ocurriendo... cosas," dijo Kaelen, que estaba monitoreando un espejo de adivinación conectado a corrientes de información globales. "Informes extraños... masivos... en diferentes continentes."

Aria se acercó, observando las imágenes arremolinadas en el espejo. Mostraban escenas de pánico en ciudades costeras de España, donde enjambres de seres que parecían insectos gigantes y biomecánicos emergían de fisuras en la tierra o del mar, no atacando indiscriminadamente a los humanos, sino enfrentándose a horrores amorfos y tentaculados que parecían supurar de la propia realidad.

"Insectoides," murmuró Merlín, reconociendo las descripciones de los Fragmentos Liranos. "La Colmena de la Nebulosa del Ciempiés..."

Casi simultáneamente, el Profesor Alatar recibió una impresión psíquica. "Asia... vastas regiones... una presencia... fría, distante. Naves silenciosas descendiendo en áreas remotas. Se están enfrentando a... a la locura reptante, a las geometrías imposibles."

"Los Grises," aportó Drácula, sus ojos rojos brillando con un conocimiento antiguo. "Los Observadores Silenciosos. Sus motivos siempre fueron un enigma, pero su oposición a la corrupción entrópica de los Primigenios era conocida en ciertos círculos."

Y luego, un informe aún más impactante llegó desde el continente americano. No eran naves espaciales convencionales, sino estructuras imponentes, casi piramidales, que emergían de selvas profundas en Sudamérica y de cañones ocultos en Norteamérica. Figuras altas, de aspecto reptiliano pero con una majestuosidad antigua y aterradora, salían de ellas, portando armas que desataban energía pura contra criaturas igualmente monstruosas que se materializaban desde el océano y el cielo.

"Anunnaki," dijo Merlín, con un escalofrío recorriendo su espalda a pesar de su poder. "Los Saurianos Draconianos de las Guerras de Lira... bajo el nombre que resonó en las antiguas civilizaciones de Mesopotamia y América. Han estado aquí, ocultos, esperando."

La alianza improvisada se miró, estupefacta. Insectoides en Europa, Grises en Asia, Anunnaki/Reptilianos en América... todos apareciendo simultáneamente, y todos, aparentemente, luchando contra las mismas manifestaciones del horror cósmico ligado a Cthulhu.

"¿Qué significa esto?" preguntó Aria, sintiendo que la situación se les escapaba de las manos. "¿Son... aliados?"

"Aliados improbables, y extremadamente peligrosos," advirtió Merlín. "Estas razas libraron guerras entre sí durante eones. Su presencia aquí, ahora, luchando contra un enemigo común, no significa que compartan nuestros objetivos o que se preocupen por la supervivencia humana."

Nyx soltó una risa fría. "Más jugadores en el tablero. Más caos. Más oportunidades." Sus ojos rojos brillaron mientras miraba a Morgana.

Morgana, la Diosa Hada Oscura, asintió lentamente. "Antiguos poderes... quizás podamos doblegar a algunos a nuestra voluntad, o al menos, usar su conflicto para nuestros propios fines."

"¡No!" intervino Merlín con firmeza. "No podemos permitir que la Tierra se convierta en el campo de batalla de sus rencillas milenarias. Ya tenemos suficiente con Cthulhu y los Netlin."

"¿Y qué sugieres, viejo mago?" replicó Nyx. "¿Invitarlos a tomar el té? Estas no son criaturas con las que se pueda razonar fácilmente."

"Nuestra prioridad sigue siendo la misma," dijo Merlín, aunque la convicción en su voz flaqueaba ligeramente ante la enormidad de la situación. "Defender este planeta. Gaia ha despertado y está reforzando las defensas naturales. Nosotros debemos hacer nuestra parte. Quizás... quizás la presencia de estos otros combatientes distraiga a Cthulhu y sus huestes, dándonos tiempo."

"¿Y los Netlin?" recordó Kaelen. "¿Dónde encajan en todo esto?"

Esa era la pregunta del millón. La llegada de los Ángeles Caídos, ahora en un mundo repentinamente poblado por múltiples facciones alienígenas en guerra, se volvía aún más ominosa. ¿Venían a unirse a la lucha contra Cthulhu? ¿A imponer su propio orden sobre todas las facciones, incluyendo a la humanidad? ¿O a reiniciar su propia guerra antigua contra alguno de estos otros grupos?

La frágil tregua entre Umbría y las fuerzas de Nyx se mantenía, unida ahora no solo por el miedo, sino por la comprensión de que eran solo una pequeña parte de un conflicto de proporciones cósmicas. Habían invocado a Gaia, y ahora, el planeta se estaba convirtiendo en el escenario de una guerra multi-especie contra horrores de más allá del espacio y el tiempo. La supervivencia ya no era una opción, era un milagro por el que tendrían que luchar desesperadamente.