La frágil tregua se mantenía, pero el campo de batalla global se había vuelto un caos incomprensible. Mientras Umbría intentaba procesar la llegada de Insectoides, Grises y Anunnaki/Reptilianos que luchaban contra las huestes de Cthulhu, dos figuras clave de esta última facción decidieron hacer acto de presencia, eligiendo bandos opuestos en el conflicto terrenal.
En Umbría:
Merlín, Aria y el Consejo estaban reunidos en el patio de entrenamiento, observando a los estudiantes practicar hechizos defensivos con una nueva y sombría urgencia, cuando el aire frente a ellos se distorsionó. Un portal, no de magia caótica ni ordenada, sino de una tecnología extraña que doblaba la luz, se abrió, y de él emergió una figura imponente.
Era alto, de constitución fuerte pero con un aire de erudición. Su piel tenía un tono dorado pálido, y aunque sus rasgos eran vagamente humanoides, sus ojos eran grandes, de un dorado líquido e inquietantemente inteligentes, con pupilas verticales apenas perceptibles. Vestía túnicas que parecían tejidas con metal líquido y gemas que pulsaban con luz propia. Irradiaba una antigüedad y un conocimiento profundos.
"Saludos, magos de Terra," dijo la figura, su voz resonante y melódica, aunque con un siseo subyacente casi imperceptible. "Soy Enki, de los Anunnaki. He observado vuestro mundo... y vuestra actual crisis."
Merlín se adelantó, con la mano cerca de su báculo, los Magos Antiguos y Drácula tensos a su alrededor. "¿Qué quieres aquí, Anunnaki?"
"Lo mismo que vosotros, parece ser," respondió Enki, con una leve inclinación de cabeza. "La supervivencia de este planeta ante la incursión de los Primigenios del Vacío. Mis hermanos y yo hemos regresado de nuestro largo exilio, o salido de nuestro ocultamiento, para enfrentarnos a nuestro antiguo enemigo."
Enki explicó brevemente su historia, confirmando las sospechas de Merlín. Habló de su origen en un mundo lejano, de su llegada a la Tierra hace eones, de su papel en la supervisión (y quizás manipulación) de la humanidad primitiva, y de las devastadoras Guerras de Lira contra Cthulhu y otras facciones.
"Hemos estado ocultos en este planeta durante milenios," continuó Enki, "vigilando, esperando. La actividad del Caos primordial y el despertar de Gaia han acelerado la llegada de los Primigenios, y también han forzado nuestra mano."
Ofreció información crucial. "Los seres Cthulhu son vulnerables a ciertas frecuencias sónicas y a energías psiónicas altamente enfocadas, algo que vuestra 'magia' puede emular con los rituales adecuados. Sus sirvientes menores pueden ser desterrados con geometrías específicas y metales como el oro y el iridio, correctamente energizados." También advirtió sobre los Netlin: "Los Vigilantes Caídos son peligrosos. Su concepto de 'orden' es absoluto y no tolera desviaciones. No son vuestros amigos."
Finalmente, habló de su propia raza. "Pero debéis saber que no todos los Anunnaki compartimos la misma visión. Mi medio hermano, Enlil, es... más directo. Más militarista. Él cree que la fuerza bruta y el dominio son la única respuesta. Yo creo en la sabiduría, en la estrategia, en la preservación, aunque sea por interés propio."
"¿Por qué nos ayudas?" preguntó Aria, desconfiada pero intrigada.
"Porque un planeta consumido por Cthulhu o purgado por los Netlin no sirve a los intereses de nadie," respondió Enki. "Y porque veo en vuestra magia, especialmente en esa 'Tabla Esmeralda' y las 'Clavículas' que percibo en vuestra aura, un potencial único para equilibrar las energías necesarias para repeler a los Primigenios. Os ofrezco mi conocimiento, a cambio de cooperación."
Merlín intercambió una mirada con Alatar y los demás. La oferta era tentadora, la información vital. Pero confiar en un Anunnaki, un ser de una raza con una historia tan ambigua y poderosa, era un riesgo enorme. "Escucharemos," dijo Merlín finalmente, "pero no prometemos nada. La confianza debe ganarse."
En el Reino Subterráneo:
Mientras tanto, en la oscura majestad de la sala del trono subterránea, Nyx y Morgana disfrutaban de su nuevo poder y planeaban sus próximos movimientos. La llegada de las otras razas alienígenas les preocupaba menos; las veían como simples obstáculos o, potencialmente, como futuras conquistas una vez que Umbría cayera.
Fue entonces cuando un segundo portal, similar al de Enki pero más abrupto, más desgarrador, se abrió en medio de la sala. De él surgió una figura aún más imponente que Enki, revestida con una armadura oscura que parecía absorber la luz, grabada con símbolos angulares y agresivos. Su rostro era más severo, sus ojos dorados brillaban con una luz fría y autoritaria, y sus rasgos reptilianos eran más pronunciados, casi draconianos.
"Reina de la Noche. Diosa Hada Oscura," retumbó la voz de la figura, una voz acostumbrada a mandar y ser obedecida. "Soy Enlil, Comandante Supremo de las Legiones Anunnaki. He venido a ofrecer mis servicios."
Nyx y Morgana se irguieron, interesadas. Poimandres emitió un gruñido bajo, una mezcla de curiosidad y desafío.
"¿Y qué servicios puede ofrecernos un Comandante Anunnaki?" preguntó Nyx, con una sonrisa depredadora.
"Victoria," respondió Enlil sin rodeos. "Mi hermano Enki juega a ser diplomático con los gusanos de la superficie. Yo ofrezco estrategia militar. Tácticas probadas en guerras que harían que vuestras pequeñas batallas parecieran juegos de niños."
Enlil desplegó un mapa táctico holográfico, mostrando no solo Umbría, sino posiciones estratégicas globales. "Los Primigenios son una amenaza, sí, pero también una oportunidad. Su llegada crea caos, debilita a nuestros enemigos comunes. Os enseñaré cómo usar ese caos. Cómo sacrificar lo innecesario para asegurar la victoria total."
Habló de formaciones de batalla, de puntos débiles en las defensas de Umbría que solo un estratega militar podría ver, de cómo usar a los elfos corruptos como carne de cañón eficaz, de cómo explotar el miedo y la locura generados por los Cthulhu para desmoralizar a sus enemigos. Sugirió incluso el uso de armas Anunnaki olvidadas, artefactos de poder terrible que podrían arrasar ciudades enteras.
"Con mi estrategia y vuestro poder," concluyó Enlil, "no solo aplastaremos a Merlín y su patética escuela. Aplastaremos a los Netlin si se interponen. Contendremos a los Primigenios el tiempo suficiente para asegurar nuestro dominio sobre este planeta. Y luego, nos ocuparemos de los otros... insectos."
Nyx y Morgana intercambiaron una mirada de oscura satisfacción. La crueldad y eficiencia de Enlil resonaban perfectamente con sus propias ambiciones.
"Aceptamos tu oferta, Comandante Enlil," dijo Nyx. "Prepara a tus ejércitos... y a los nuestros. La guerra total está por comenzar."
La fractura dentro de los Anunnaki se había manifestado. Enki ofrecía conocimiento a la Luz, mientras Enlil ofrecía poder militar a la Oscuridad. La ya compleja red de alianzas y enemistades se había vuelto aún más intrincada y peligrosa. La Tierra se estaba convirtiendo rápidamente en el epicentro de múltiples conflictos, tanto mágicos como cósmicos, y cada bando buscaba desesperadamente cualquier ventaja en la tormenta que se avecinaba.