El aire en el laboratorio de Cancún era espeso, no solo por la humedad caribeña, sino por una creciente sensación de pavor que se filtraba desde el exterior. Afuera, las olas rompían en la playa con un ritmo extraño y disonante, y los noticieros locales hablaban de inexplicables fallos eléctricos y de un comportamiento errático en la fauna marina. Eran las 9:30 PM del miércoles 2 de abril de 2025.
"La presión psíquica está aumentando exponencialmente," dijo Mateo, pálido y sudoroso, masajeándose las sienes. "No es difusa como antes... ahora tiene un foco. Viene de... de ahí fuera." Señaló con mano temblorosa hacia el mar Caribe, invisible en la oscuridad de la noche.
Elena Rossi corrió hacia una pantalla que mostraba datos astronómicos en tiempo real, obtenidos de varios observatorios independientes. "Dios mío... Javier, mira esto."
Javier se inclinó sobre la pantalla. "Es una alineación... planetaria y estelar. Extremadamente rara. Varios planetas de nuestro sistema, el Sol, y un cúmulo estelar distante en... Piscis, creo. No estaba en las efemérides estándar, es como si las órbitas mismas se estuvieran..."
"Alterando," completó Elena. "Como si una fuerza gravitacional o dimensional masiva estuviera tirando de ellas hacia... ahora."
Mateo dejó escapar un gemido ahogado. "La leyenda... mi abuela solía contarla... 'Cuando las estrellas se alineen y el mar se agite, el que sueña en la ciudad sumergida despertará'. Hablaba de algo antiguo, algo dormido bajo estas mismas aguas... en el Caribe."
Las piezas encajaron en la mente de Elena con una claridad aterradora. "El durmiente de R'lyeh... Cthulhu. Los textos prohibidos, las leyendas locales... ¡No está llegando en dos días, Mateo! ¡Ya está aquí! ¡Ha estado aquí siempre, durmiendo! Y esta alineación... ¡es su despertador!"
La comprensión golpeó al grupo como una ola fría. La amenaza no era una invasión distante; era un dios cósmico despertando a pocos kilómetros de su costa, y la cuenta atrás no era de días, sino de horas, quizás minutos. El mensaje de Enki sobre los dos días podría referirse a otra entidad, a refuerzos, o simplemente sus sensores no detectaron el despertar inminente de la entidad local.
"¿Horas?" Javier tragó saliva, el escepticismo abandonándolo ante el terror palpable. "¿Qué podemos hacer en horas?"
"¡Sintergia!" exclamó Elena, con una desesperación que bordeaba la locura. "¡Es todo lo que tenemos! ¡No podemos detener el despertar, pero quizás podamos resistir la onda de choque psíquica! ¡La locura que su conciencia desatará al abrir los ojos!"
Rápidamente, comenzaron a activar sus equipos modificados, colocándose los electrodos, tratando de encontrar un estado de meditación profunda y enfocada a pesar del creciente terror y la presión mental que emanaba del mar.
"Concéntrense," instruyó Elena, su voz tensa pero firme. "En la lattice. En la estructura subyacente. Sientan la coherencia, respiren juntos. Tenemos que fortalecer nuestro campo neuronal colectivo, crear una resonancia estable. ¡Tenemos que anclar nuestra percepción a la realidad!"
Se sentaron en círculo, cerrando los ojos, intentando sincronizar sus respiraciones, sus pensamientos, sus conciencias. Afuera, el viento aullaba con una voz inhumana, y un tenue y enfermizo resplandor verdoso comenzó a teñir el horizonte sobre el mar Caribe. Las estrellas parecían parpadear y retorcerse.
Mateo gimió de nuevo. "Está... está abriendo los ojos..."
El grupo en Cancún, armado solo con una teoría radical y sus propias mentes, se preparaba para enfrentarse directamente a la emanación psíquica de un dios primordial despertando en su patio trasero. Tenían horas, quizás menos, para ver si la conciencia humana podía, de alguna manera, resistir la marea de locura cósmica que estaba a punto de romper sobre ellos. La batalla por la realidad había comenzado, no en los pasillos de Umbría ni en las profundidades subterráneas, sino en una pequeña habitación cerca de una playa mexicana, mientras las estrellas se alineaban para el despertar de Cthulhu.