La amenaza de los Netlin y su ultimátum

El ultimátum de Amitiel, el Estratega Caído de los Netlin, cayó como una sentencia de muerte sobre el ya tenso ambiente de la base en Cancún. La exigencia de subordinación total y la entrega de artefactos como la Tabla Esmeralda y las Clavículas era una afrenta, una tiranía cósmica apenas disfrazada de alianza.

"¿Subordinación?" La risa de Drácula fue un sonido seco y amargo, desprovisto de alegría. "Estos ángeles caídos no han aprendido nada en eones de exilio. Creen que el universo entero debe arrodillarse ante su supuesta rectitud. No distinguen entre aliados y vasallos."

"Su poder es inmenso, Drácula," advirtió Merlín, aunque su propio rostro estaba sombrío por la indignación. "Desafiar a los Netlin abiertamente mientras Cthulhu golpea nuestra puerta y Nyx nos acosa... sería una locura estratégica."

"Hay locuras peores, Mago," replicó Aria, su voz resonando con la nueva claridad de su magia emergente. "Como entregar nuestra voluntad y nuestras herramientas de supervivencia a tiranos, por muy divinos que se crean. Ya hemos visto adónde lleva eso con los Anunnaki."

Mientras debatían las casi imposibles opciones – desafiar a los Netlin, intentar negociar, o la impensable sumisión – la propia realidad pareció desgarrarse.

Una oleada de pura angustia cósmica barrió Cancún, emanando del Caribe con la fuerza de un tsunami psíquico. Esta vez no fue la presión constante y nauseabunda de antes. Esto fue un pulso, una consciente y monstruosa exhalación de la mente de Cthulhu. El "Ancla de Coherencia" que mantenían con tanto esfuerzo se resquebrajó visiblemente; las luces en el laboratorio parpadearon y murieron, los equipos científicos emitieron chillidos agudos antes de silenciarse, y todos los presentes cayeron de rodillas, agarrándose la cabeza mientras visiones de geometrías imposibles y vacíos negros estrellados asaltaban sus mentes. Los gritos resonaron en la base. Algunos estudiantes más jóvenes de Umbría se desmayaron, sus mentes incapaces de procesar el horror.

"¡Está... está más activo!" jadeó Elena Rossi, aferrándose a una consola, con sangre goteando de su nariz. "¡El despertar... se acelera!"

En medio de esta oleada de locura, Aria, luchando por mantener su propia cordura con la ayuda de su recién descubierto control del Chi y la resonancia de la verdad, sintió otra intrusión. Más sutil, más enfocada, como una aguja de hielo psíquico apuñalando a través del rugido de Cthulhu. Reconoció la firma al instante, ahora imbuida de una desesperación y una malicia aún mayores.

¡Nyx!

"¡Está aquí!" gritó Aria, su propia voz sonando distante. "¡No físicamente, pero... está atacando! ¡Intenta... intenta tomar el control del vórtice! ¡Ahora, mientras estamos débiles!"

Pudo sentir la conciencia de Nyx, afilada y voraz, tratando de aferrarse a las energías inestables del vórtice de Cancún, quizás para usarlo como un escudo contra sus múltiples cazadores, o para drenarlo y potenciar su propia huida o contraataque. Si lo lograba, la base se convertiría en el epicentro de una catástrofe aún mayor, atrapados entre Cthulhu y una Nyx supercargada.

"¡No puedo... no puedo dejarla!" La determinación de Aria superó el terror. El plan de un contacto mental cauteloso y exploratorio se hizo añicos. Esto era una defensa desesperada, un enfrentamiento directo en el plano psíquico.

Ignorando las advertencias de Merlín, que luchaba por mantener las barreras mágicas de la base contra la marea de Cthulhu, Aria se sentó en posición de loto en medio del caos. La luz esmeralda y dorada que había manifestado días atrás brotó de ella con una intensidad renovada, un faro de coherencia en la tormenta de locura.

"¡Nyx!" proyectó Aria con toda la fuerza de su voluntad y su nueva magia, no como un susurro, sino como un grito en la Rejilla. "¡Eleonora! ¡Siente la verdad de lo que te has convertido! ¡Siente el dolor que causas, el dolor que te alimenta!"

No buscaba razonar, no ahora. Buscaba resonar, confrontar, usar su nueva habilidad para reflejar la propia corrupción de Nyx, para forzarla a enfrentar la disonancia de su ser. Era una táctica increíblemente arriesgada; estaba abriendo su mente a la de una hechicera del Caos en el mismo momento en que un dios cósmico intentaba pulverizar su cordura.

Sintió la respuesta de Nyx: una oleada de frío desprecio, ambición pura y un eco del poder de Poimandres. Pero bajo ello, Aria percibió algo más, algo que su nueva magia le permitió tocar: un terror primordial, el de Nyx siendo cazada, y una capa aún más profunda de... ¿culpa? ¿Un vestigio de Eleonora gritando bajo el peso del Caos?

La batalla mental comenzó. En el plano físico, el laboratorio temblaba. Afuera, el mar rugía. Y sobre ellos, la amenaza de los Netlin y su ultimátum se cernía, olvidada por un instante en la urgencia de la supervivencia inmediata. La noche en Cancún se había convertido en el epicentro de múltiples apocalipsis, y Aria estaba en el corazón de uno de ellos, luchando por su alma y por la cordura del mundo.