Los 1500 comienzan su marcha

La creación de los 1500 Aluxes Guerreros había dejado un silencio cargado de asombro y agotamiento en la base de Cancún. Eran un ejército nacido de la desesperación, una fusión de magia ancestral maya, poder arcano de Umbría, energía caótica de los Magos Rojos y la oscura vitalidad de los vampiros. Estaban listos, sus pequeños ojos brillantes con la esencia de sus creadores, esperando una orden.

Fue Aria, aún pálida por su reciente y aterradora conexión con la mente de Nyx, quien proporcionó el primer indicio de su destino. Durante su breve y tumultuoso enlace, había percibido no solo el terror de Nyx ante el ataque combinado de Cthulhu y los Netlin Luciferinos, sino también una dirección, una intención desesperada en la conciencia de su antigua mentora.

"Nyx... ella no solo está siendo cazada," dijo Aria, su voz aún temblorosa por el recuerdo. "Está huyendo hacia algo. Sentí una... resonancia profunda, un llamado desde las entrañas del planeta. Un lugar de poder antiguo, oculto. Creo que busca un último refugio, o una fuente de energía para contraatacar."

Morgana Le Fay, que se había recuperado parcialmente de su escape y observaba con una nueva y sombría intensidad, asintió. "Hay leyendas, incluso entre los Fae Oscuros, sobre el Corazón del Mundo, un reino subterráneo donde las energías primordiales fluyen como ríos. Nyx siempre fue ambiciosa y conocedora de lo prohibido. Si existe tal lugar, ella lo buscaría."

Merlín y Quetzal intercambiaron una mirada cargada de significado. "La Tierra Hueca," murmuró Merlín. "Un mito para muchos, pero una realidad en los textos más antiguos. Un laberinto de cavernas y mundos olvidados bajo la corteza terrestre."

"El Xibalbá de nuestros ancestros no era solo un inframundo de espíritus," añadió Quetzal. "También hablaban de pasajes que conducían a un sol interior, a tierras donde bestias primordiales aún caminaban. Si Nyx y Poimandres buscan un santuario, o un poder olvidado, las profundidades de Gaia serían su destino."

La implicación era clara. Una Nyx desesperada, con acceso a energías primordiales desconocidas en el corazón del planeta, podría ser aún más peligrosa, o podría caer en manos de Cthulhu o los Netlin, dándoles acceso a ese mismo poder.

"No podemos permitir que se atrinchere allí, ni que sus perseguidores la sigan a un lugar tan fundamental para la estabilidad de Gaia," declaró Merlín. "Pero enviar a nuestros magos o guerreros en una persecución a ciegas sería un suicidio."

"Los Aluxes," sugirió Aria, sus ojos brillando con la luz esmeralda de su nueva magia. "Son extensiones de nuestra voluntad. Pueden viajar donde nosotros no podemos. Pueden observar, contener, quizás incluso... persuadir, si hay algo de Eleonora a lo que apelar."

Drácula, que había estado escuchando con su habitual impasibilidad, vio una oportunidad estratégica. "Un ejército de reconocimiento y contención," dijo, su voz un susurro frío. "Pequeños, numerosos, imbuidos con nuestros poderes. Podrían seguir el rastro de Nyx, evaluar la amenaza en ese 'Corazón del Mundo', y quizás... asegurar que no se convierta en un nuevo bastión para el Caos o en un premio para el Vacío."

La decisión fue tomada con la rapidez que la crisis exigía. Los Aluxes serían enviados.

El transporte requería una forma de magia que pudiera atravesar las profundidades de la tierra y el tejido de la realidad: el poder de las sombras. Drácula, Morgana, Sorcha y Silas dieron un paso al frente. La combinación de la maestría vampírica sobre la noche, el poder Fae oscuro de Morgana para encontrar los caminos ocultos entre mundos, y el tejido sombrío y la afinidad con el caos de los Magos Rojos, era formidable.

En el centro del claro de Calakmul donde se habían reunido (pues la energía del lugar era más propicia para tal empresa que el inestable vórtice de Cancún, al que volverían como centro de mando estratégico), los cuatro tejedores de oscuridad comenzaron el ritual. Las sombras a sus pies se alargaron, se retorcieron, volviéndose líquidas, arremolinándose en un portal negro y pulsante que no reflejaba la luz de la luna. Olía a tierra antigua, a piedra fría y a posibilidades olvidadas. Un Sak Bej oscuro, un camino de sombras hacia las profundidades.

"¡Aluxes!" La voz de Quetzal resonó, y la de Merlín se unió a la suya, proyectando la orden a las pequeñas figuras. "Vuestra misión es seguir la estela de la Reina Oscura y el Dragón del Caos. Observad. Contened. Proteged el corazón de Gaia de una mayor profanación. Sois los ojos y los colmillos de esta alianza, en las profundidades donde nosotros no podemos seguir."

Con una obediencia silenciosa e instantánea, los 1500 Aluxes Guerreros comenzaron su marcha. Era una visión surrealista: el ejército en miniatura, cada contingente brillando con la esencia de su creador – Aluxes de luz pura de Aria, Aluxes de viento de Kaelen, Aluxes de sabiduría arcana de Merlín, Aluxes de sangre y caos de Sorcha, Aluxes pálidos y veloces de los Castigadores – desapareciendo en la negrura palpitante del portal sombrío.

Cuando el último Alux cruzó el umbral, el portal se cerró con un susurro, dejando solo el olor a ozono y tierra removida. Los creadores sintieron un tirón, una conexión distante con sus pequeños guerreros mientras emprendían su viaje a lo desconocido.

El grupo permaneció en silencio por un momento, la magnitud de su acción asentándose. Habían enviado una fuerza considerable, una parte de sí mismos, a un reino legendario y peligroso, persiguiendo a una enemiga desesperada que a su vez era cazada por dioses y monstruos.

"Ahora," dijo Merlín, rompiendo el silencio, su voz cansada pero firme, "regresamos a Cancún. Fortalecemos el Ancla. Y esperamos noticias de las profundidades... y de los cielos."

La guerra por la Tierra había abierto un nuevo frente, uno en las entrañas mismas del planeta. Y la esperanza, una vez más, descansaba sobre los hombros de los más pequeños e inesperados de los guerreros.