La sala de mando en la base de Cancún era un hervidero de actividad tensa y diplomacia intergaláctica improvisada. Representantes holográficos de Saurianos, sondas psíquicas de Grises y ráfagas de datos de enjambres Insectoides competían por la atención del consejo reunido – Merlín, Quetzal, Aria, Drácula, Sorcha y un Enki cada vez más agotado. Acababan de decidir, con extrema cautela, abrir canales de comunicación individuales con estas facciones de las Guerras de Lira, todas ellas insistiendo en su nueva oposición al yugo de Cthulhu.
Fue en medio de este torbellino de propuestas alienígenas y desconfianza mutua que Enki se irguió bruscamente, llevándose una mano a la sien, sus ojos dorados enfocándose en un punto distante. Un aura de sorpresa y profunda perturbación emanó de él.
"Imposible..." murmuró.
"¿Enki? ¿Qué ocurre?" preguntó Merlín, alertado por el cambio en el Anunnaki.
Enki tardó un momento en responder, su mente claramente procesando una comunicación inesperada y de gran ancho de banda. "Es... es Enlil," dijo finalmente, su voz teñida de incredulidad. El nombre de su hermano, el militarista y severo Anunnaki que se había aliado con Nyx, provocó una oleada de alarma y renovada sospecha en la sala.
"Está proyectando directamente... un mensaje de prioridad Anunnaki, sin cifrar, en un canal de emergencia que no se ha usado en milenios," continuó Enki, permitiendo que la esencia de la comunicación fluyera a través de él para que los más sensibles psíquicamente pudieran percibirla, o traduciéndola para los demás.
La voz mental de Enlil, aunque transmitida a través de Enki, era diferente a como la habían imaginado por los informes de Nyx o Morgana. No era arrogante ni imperiosa. Estaba tensa, cruda, casi rota, con un trasfondo de algo que Enki no había percibido en su hermano en eones: un miedo gélido.
"Hermano," resonó la esencia de Enlil, una súplica que atravesaba las estrellas y las antiguas rencillas. "He visto... he presenciado la verdadera faz de la aniquilación. La alianza entre el Primigenio y esos... traidores Netlin, los Luciferinos... es una tormenta de locura y poder absoluto que consumirá este sistema, y a nuestra raza con él, si no actuamos como uno."
Hubo una pausa, cargada con la estática de una batalla psíquica lejana y el eco de la derrota. "La Reina Oscura y su Dragón del Caos... son ceniza y eco ante ellos. Mis propias legiones de choque Anunnaki, las que traje para 'asesorar' su campaña... han probado la amarga fuerza de esa impía trinidad – Cthulhu, los Luciferinos y el propio Vacío que invocan. Estamos... diezmados."
La admisión era asombrosa. Enlil, el orgulloso comandante, confesando una derrota tan aplastante.
"Olvida nuestras antiguas disputas, Enki," continuó la súplica. "Olvida las directrices de Anu y los edictos del Consejo de Nibiru que ya no importan. Olvida incluso el legado de Alula que tanto pareces apreciar ahora. ¡Nada de eso tendrá valor si no sobrevivimos a esta noche cósmica! ¡Nuestra raza, los Anunnaki, este planeta que juramos proteger o explotar, según la perspectiva... todo será devorado por una oscuridad más antigua y hambrienta que la nuestra!"
La desesperación en la voz mental de Enlil era palpable. "Te lo suplico, hermano. Como nunca antes he suplicado a nadie. Debemos unir nuestras fuerzas. ¡Todas las fuerzas de este mundo que aún puedan luchar! Tus magos de Terra, tus alianzas con los espíritus de este planeta, mis legiones restantes, incluso esos otros 'visitantes' de Lira si pueden ser persuadidos o coaccionados... Es nuestra única y última oportunidad. Una unión total de bandos contra los Luciferinos y Cthulhu es necesaria. ¡Sí o sí, Enki! ¡No hay otro camino hacia el amanecer!"
Cuando Enki terminó de transmitir la esencia del mensaje, un silencio atónito se apoderó de la sala. Ver al belicoso Enlil, el ejecutor de la voluntad de Anu, el rival de Enki, reducido a una súplica tan desesperada era casi inconcebible.
Merlín fue el primero en hablar, su voz grave. "Una serpiente acorralada puede ser la más peligrosa, Enki. Su desesperación podría ser genuina, o podría ser la trampa más astuta de todas, un intento de infiltrarse en nuestra alianza ahora que sus otros peones han caído."
Drácula soltó una risita fría. "Incluso los 'dioses' aprenden a suplicar cuando el abismo los mira de vuelta. Pero su terror no lo convierte en nuestro amigo, ni borra sus crímenes pasados. Estaba feliz de ver arder este mundo mientras creía que podía gobernar sobre las cenizas."
Aria, sin embargo, sintió algo más. Su nueva magia vibró con la cruda emoción transmitida. "Siento... la verdad de su miedo, Merlín. Es abrumador. Puede que sus intenciones sigan siendo egoístas, pero el terror que ha presenciado... es real. Ha visto algo que lo ha quebrado."
Quetzal asintió lentamente. "Cuando el jaguar mayor es herido por un mal ancestral que amenaza toda la selva, hasta el cachorro más arrogante puede buscar la protección de la manada. Pero la naturaleza del jaguar no cambia fácilmente."
Enki miró a sus compañeros, su rostro una máscara de conflicto. Su hermano, su eterno rival, ahora suplicaba. La amenaza de Cthulhu y los Netlin Luciferinos era tan catastrófica que había hecho lo impensable: unir, aunque fuera en la desesperación, a los hijos enfrentados de Anu.
"Su llamado es... sin precedentes," dijo Enki. "Ignorarlo podría ser nuestra perdición. Aceptarlo... podría serlo también."
La ya compleja red de alianzas y enemistades acababa de dar otro giro vertiginoso. La posibilidad de una unión con Enlil y lo que quedaba de sus fuerzas Anunnaki era tan peligrosa como potencialmente necesaria. Las líneas entre enemigos y aliados se habían difuminado hasta casi desaparecer, dejando solo la cruda necesidad de sobrevivir a la tormenta cósmica que amenazaba con barrerlos a todos.