La primer mujer creada

La revelación de Enki sobre la verdadera naturaleza de la alianza entre Amitiel y Cthulhu, y su ancestral pacto forjado en las Guerras de Lira, había dejado al grupo en Cancún sumido en un silencio gélido. La escala del engaño era cósmica, la profundidad de la maldad, insondable. Aria luchaba por reconciliar la imagen del comandante Netlin que había exigido su sumisión con esta nueva visión de un arquitecto de genocidios galácticos.

"Anunnaki," dijo Merlín finalmente, su voz apenas un susurro cargado con el peso de eras, "¿este ser, Amitiel, siempre fue así? ¿Nació de la pura lógica fría y la ambición de un orden tiránico, o hubo... algo más... antes de que se convirtiera en el Heraldo del Vacío?"

Enki desvió la mirada de los inquietantes hologramas de batallas estelares, y una expresión extraña, casi vulnerable, cruzó su rostro dorado por un instante fugaz. "Para entender la tormenta que es Amitiel," comenzó, su tono ahora más íntimo, teñido de una antigua melancolía, "a veces hay que entender la primera gota de lluvia que la alimentó, la primera brisa que se convirtió en huracán."

Hizo una pausa, como si reuniera el coraje para desenterrar un secreto profundamente guardado, quizás incluso prohibido entre los Anunnaki.

"Mucho antes de que mi raza 'mejorara' a vuestros ancestros para el servicio en Terra," continuó Enki, "cuando este planeta era un jardín joven y salvaje, rebosante de una energía vital caótica y hermosa, otros 'dioses creadores' – entidades de las que incluso los anales más antiguos de Nibiru hablan con temor reverencial y escasa comprensión – dejaron aquí una semilla de conciencia primordial. No fue una raza, ni un pueblo. Fue... una mujer. La primera, según sus inescrutables designios. Vosotros, en vuestras leyendas más oscuras y fragmentadas, en los susurros prohibidos de vuestras religiones, la conocéis como Lilith."

El nombre resonó en la sala, cargado de ecos de rebelión, poder femenino indómito y misterio primigenio.

"Amitiel," prosiguió Enki, "en aquellos eones casi olvidados, era diferente de la entidad que es ahora. Más joven en su perspectiva cósmica, aunque ya inmensamente antiguo para vuestros estándares. Era un Observador de Mundos, un estudiante de la conciencia emergente en el universo, fascinado por la infinita variedad de la creación, antes de que su búsqueda de un Orden perfecto se volviera la tiranía fría y absoluta que hoy encarna. Y fue él, según nuestros registros más secretos, el primer ser de 'otras regiones', de las vastas extensionantrenubes estelares, en posar su mirada sobre Terra y, específicamente, sobre ella, sobre Lilith."

Enki describió entonces una imagen que contrastaba violentamente con el Amitiel que ahora conocían. "Imaginen a Amitiel no como el comandante de legiones de luz oscura, sino como un ser de una belleza pura y geométrica, sus alas aún intactas, quizás de un blanco incandescente o del azul profundo del espacio primordial. Sus ojos, que ahora son como quásares fríos, quizás entonces reflejaban la curiosidad de las estrellas nacientes. Aterrizó en una Terra virgen, un jardín de potencial ilimitado."

"Y allí conoció a Lilith. Ella no era una creación sumisa. Era la personificación de la Tierra misma: indómita, apasionada, dueña de una sabiduría instintiva y una conexión profunda con las energías vitales y los espíritus primordiales del planeta. Su belleza no era la fría perfección de los Netlin, sino la belleza salvaje de una tormenta, de una selva virgen, de un volcán en erupción."

"Y Amitiel," la voz de Enki se quebró casi imperceptiblemente, "se enamoró. O lo que un Netlin en su estado menos... 'caído', menos consumido por su propia lógica inflexible, podría experimentar como tal. Vio en Lilith todo lo que su raza había reprimido o perdido en su búsqueda de un Orden absoluto: la espontaneidad, la pasión desenfrenada, la belleza caótica de la vida sin restricciones, la libertad primordial. Ella era el fuego frente a su hielo, la canción salvaje frente a su armonía matemática."

El grupo escuchaba, fascinado y horrorizado a partes iguales.

"Pero el amor de un ser como Amitiel," continuó Enki, y la tristeza en su voz era ahora innegable, "está intrínsecamente ligado a su naturaleza. Él deseaba 'comprenderla' a través de su propia lente de Orden. Deseaba 'elevarla', 'perfeccionarla' según sus propios ideales, incorporarla a su visión de un cosmos armonizado bajo una única Ley. Y Lilith, siendo la hija de la Tierra Salvaje, el primer aliento de libertad en este mundo, se resistió. Ella no deseaba ser 'ordenada' ni 'perfeccionada'. Ella era perfecta en su imperfección, completa en su caos vital."

"Su amor, o su fascinación, se convirtió en una obsesión para Amitiel. La incapacidad de controlarla, de definirla, de encajarla en sus ecuaciones cósmicas, comenzó a resquebrajar su propia y rígida concepción del universo. Algunos de los anales prohibidos de Nibiru, los que mi padre Anu intentó purgar, sugieren que fue este fracaso primordial, esta confrontación con una libertad que no podía someter ni comprender del todo, lo que sembró la primera semilla de su amargura, de su desprecio por el 'caos' inherente a la vida no controlada."

"¿Qué... qué le sucedió a Lilith?" preguntó Aria, su voz apenas un susurro.

Enki bajó la mirada. "Los detalles se pierden en el humo de eones y en las crónicas censuradas. Algunos dicen que ella simplemente lo abandonó, regresando a la esencia de Gaia, rechazando su amor posesivo. Otros susurran que Amitiel, en un ataque de furia y desesperación al ver su 'creación perfecta' (Terra) y su 'amor perfecto' (Lilith) resistirse a su Orden, intentó 'corregirla', y en el proceso... la destruyó, o la exilió a un plano del que no podía regresar. O quizás," añadió Enki con una nueva y escalofriante inflexión, "ella se convirtió en algo que él no pudo prever, algo que escapó incluso a su control, un eco de libertad que aún resuena y lo atormenta."

"Desde entonces," concluyó Enki, "la búsqueda de Amitiel de un Orden Absoluto se volvió una cruzada implacable, una forma de borrar la 'mancha' de ese fracaso, de ese amor imposible. Su actual alianza con Cthulhu, su deseo de un universo silencioso, predecible y perfectamente ordenado bajo su yugo, podría ser, en su raíz más profunda y retorcida, una reacción a ese amor perdido, a esa libertad que no pudo poseer. Un intento monumental y monstruoso de crear un cosmos donde una Lilith, con su espíritu indomable y su belleza salvaje, nunca más pueda existir para desafiarlo o recordarle la única vez que su corazón de estrella fría conoció algo parecido al fuego."

La revelación dejó al grupo en un silencio atónito. Amitiel, el Comandante Supremo Netlin, el Heraldo del Vacío, el hermano de Cthulhu... no era solo un monstruo de lógica fría. Era un ser con un corazón roto, una entidad cósmica cuya tiranía podría estar alimentada por la más antigua y trágica de las heridas. Esto no lo hacía menos peligroso, sino quizás, de una manera aterradora, más comprensible en su monstruosidad, y potencialmente, aún más impredecible.