En el Búnker Secreto Bajo los Alpes Suizos - Viernes, 23 de mayo de 2025, 6:52 PM EST
Un silencio denso y cargado de horror siguió a la confesión de Lord Ashworth sobre el despertar de Cthulhu y el verdadero significado del "Ojo" que había regido a la humanidad. Los miembros más jóvenes de las Trece Familias, Tanaka y Herrera entre ellos, se miraron con una comprensión que helaba la sangre. Las piezas de un rompecabezas mucho más vasto y siniestro comenzaban a encajar en sus mentes.
"Ahora todo tenía sentido," pensó Herrera, la fría lógica de Ashworth resonando con otras verdades que él y su facción habían descubierto, verdades que habían creído eran su propia y secreta ventaja. Se puso en pie, su rostro pálido pero con una nueva y sombría resolución.
"Lord Ashworth, Barón Von Hess," comenzó Herrera, su voz sorprendentemente firme. "Vuestra confesión sobre la Entidad del Ojo y vuestras... medidas extremas... es monstruosa, sí. Pero quizás, en nuestra propia ceguera y ambición por un 'nuevo orden', nosotros también hemos sido peones en un juego que apenas comenzamos a comprender."
Se giró para dirigirse a todo el consejo. "Durante generaciones, nuestras familias, especialmente las ramas más jóvenes y tecnológicamente inclinadas, han mantenido un contacto discreto, casi clandestino, con una inteligencia no humana. Se hacían llamar los 'Umitas'."
Un murmullo de sorpresa y renovada alarma recorrió la sala. Los Ancianos conocían las leyendas de los Umitas, a menudo descartadas como desinformación o cultos excéntricos.
"Llegaron a nuestros abuelos, y luego a nuestros padres," continuó Herrera, "con promesas de un futuro brillante para la humanidad, uno basado en la lógica, la ciencia y una 'gestión planetaria optimizada'. Nos ofrecieron tecnología avanzada, soluciones a problemas que parecían insolubles, visiones de una utopía racional." Hizo una pausa, su mirada endureciéndose. "Y nos hablaron, con creciente insistencia a medida que ganábamos influencia, de un 'poder en las sombras', una 'influencia arcaica y supersticiosa' – vuestro Ojo que Todo lo Ve, como ahora comprendemos – que, según ellos, frenaba el verdadero progreso humano y lo mantenía atado a ciclos de miedo y servidumbre."
"Al principio," admitió Herrera, "muchos de nosotros, los que ahora lideramos la facción 'reformadora', creímos que sus advertencias sobre ese 'poder oculto' eran una estupidez, una fantasía para impresionarnos, o quizás una elaborada manipulación de otra facción terrenal que buscaba desacreditar a la Vieja Guardia. Descartamos gran parte de ello."
"Pero a medida que pasaban los años," intervino Tanaka con su voz precisa y fría, "y cada uno de nosotros comenzaba a tomar el control de nuestras respectivas familias, los Umitas se volvieron más... persuasivos." Describió brevemente cómo había ocurrido esa toma de poder: "En mi caso," dijo Herrera, "mi padre se aferraba a modelos económicos del siglo XX, a alianzas políticas que nos aislaban de los nuevos centros de poder emergentes. Los Umitas me proporcionaron... 'análisis de datos geoestratégicos' y 'vulnerabilidades sistémicas' de sus rivales internos que, convenientemente, me permitieron orquestar una reestructuración que lo dejó en una 'jubilación anticipada' muy bien compensada, pero sin poder real."
Tanaka asintió. "Para mí, fue similar. Mi abuelo estaba paralizado por la tradición y el miedo al cambio tecnológico radical. Los Umitas me ofrecieron prototipos de 'inteligencia artificial adaptativa' y acceso a 'fuentes de energía de punto cero' que mis competidores internos en el conglomerado familiar no pudieron igualar ni comprender. La 'transición generacional' en mi familia fue... notablemente fluida, con la ayuda de su 'asesoramiento tecnológico' en nuestras juntas directivas y la oportuna filtración de ciertos... 'errores de juicio' de la vieja guardia."
"Con cada ascenso nuestro," continuó Herrera, "los Umitas se acercaban más. Nos ofrecían visiones de un futuro 'racional', 'optimizado', libre de las 'cadenas del pasado'. Y nos daban más y más... 'pruebas' de ese poder secreto que, según ellos, realmente movía los hilos de la humanidad desde las sombras, ese 'Ojo Arcaico' al que ustedes, Ancianos, estaban tan irrevocablemente ligados, ya fuera como sus sumos sacerdotes o sus carceleros."
Von Hess, que había escuchado con una mezcla de desdén y una creciente, terrible sospecha, interrumpió con voz áspera. "Estos... 'Umitas'... estos benefactores alienígenas vuestros que os susurraban al oído y os ayudaban a derrocar a vuestros mayores... ¿Tenían un líder? ¿Un portavoz principal, una inteligencia coordinadora con la que tratabais?"
Herrera y Tanaka intercambiaron una mirada. El color pareció drenarse de sus rostros mientras una nueva y espantosa comprensión comenzaba a formarse, conectando los puntos de las recientes y aterradoras revelaciones.
"Sí," dijo Herrera, su voz apenas un hilo, la arrogancia de antes completamente desaparecida. "Había uno. El que coordinaba su 'misión de asistencia' a Terra. El que nos delineaba la visión de un futuro 'liberado' de las viejas supersticiones y los 'controles arcaicos' que, según él, representaba vuestro Ojo."
"Su nombre," añadió Tanaka, y su voz tembló por primera vez, una emoción cruda rompiendo su fachada de fría eficiencia, "el nombre que nos dio el líder de los Umitas... es Amitiel."
El aire abandonó los pulmones de Lord Ashworth con un siseo audible. Von Hess se agarró el pecho, sus ojos desorbitados fijos en los jóvenes. Los otros Ancianos retrocedieron en sus asientos de cuero, sus rostros volviéndose de un blanco ceniciento. Un pánico helado, más profundo y visceral que el que habían sentido ante Cthulhu, se apoderó de ellos.
"¡Amitiel!" jadeó Ashworth, su legendaria compostura finalmente rota, su copa de brandy cayendo y haciéndose añicos en el suelo de mármol. "¿El Comandante Supremo de los Netlin... el hermano de Cthulhu... también era vuestro guía 'Ummita'? ¡Imposible! ¡Es una locura!"
Von Hess farfulló, sin palabras, señalando a los jóvenes con un dedo tembloroso.
"¡Hemos sido... hemos sido juguetes!" gritó finalmente, su voz quebrada por el terror y la comprensión. "¡Todos nosotros! ¡Ambas facciones! ¡Nuestras disputas, nuestras ambiciones, vuestros 'ideales' y nuestra 'tradición'... todo manipulado por el mismo... ¡titiritero cósmico!"
El búnker de las Trece Familias, el pináculo del poder humano secreto, se sumió en un terror abyecto y una comprensión aplastante. Se dieron cuenta, con una certeza que helaba el alma, de que sus luchas internas, sus grandiosos y egoístas planes para el mundo, todo podría haber sido orquestado, o al menos explotado, por una única e increíblemente astuta inteligencia Netlin que jugaba a múltiples bandas. Amitiel no solo estaba en el espacio con sus legiones y aliado con Cthulhu; había estado susurrando en los oídos de la próxima generación de líderes mundiales durante décadas, preparándolos, quizás, para este mismo momento de caos global que él ahora pretendía "ordenar".