La guerra por la Tierra se estaba volviendo cada vez más una guerra de información y de extrañas sinergias

Base de Cancún, Quintana Roo, México

Un día y medio había transcurrido desde la partida de la expedición a la Tierra Hueca. En la base de Cancún, una tensa y agotadora vigilia se había apoderado de los que quedaron atrás. Drácula, en particular, pasaba las horas de penumbra en una profunda y oscura meditación, intentando procesar la avalancha de revelaciones recientes y, más urgentemente, los fragmentos de información que llegaban desde las profundidades.

Aria, incluso desde la distancia que la separaba del núcleo de la expedición que había descendido (pues se había decidido que su nueva y potente magia era más necesaria para mantener el "Ancla de Coherencia" en Cancún, el punto más cercano al despertar de Cthulhu), a veces lograba establecer un tenue enlace psíquico. Eran "ecos", como los llamaba Drácula: destellos de la batalla de los Aluxes, oleadas de la desesperación de Nyx, la furia primordial de Poimandres. Pero la conexión era inestable, frustrante.

Fragmentos, pensó Drácula, sus ojos rojos fijos en un punto invisible de la pared de su improvisado estudio. Ecos distorsionados. Como intentar ver el fondo de un océano turbio a través de un cristal agrietado y sucio. La niña maga, Aria, siente mucho, percibe con una intensidad admirable, pero la claridad de la transmisión... se desvanece constantemente, se corrompe en el viaje a través de la Rejilla o por las energías infernales que hierven en ese abismo.

Notaba un patrón. A veces, durante breves instantes, la conexión de Aria se volvía sorprendentemente nítida. Podía casi saborear el aire viciado de la Tierra Hueca, oír los cánticos de los elfos lunares, sentir la furia de Poimandres como si estuviera a su lado. Pero estos momentos de lucidez eran efímeros, y luego la comunicación volvía a ser un torbellino de estática psíquica y emociones confusas.

Hay un... bloqueo, dedujo con su lógica milenaria. Una interferencia, ya sea deliberada por alguna entidad en las profundidades, o una consecuencia natural de las energías demenciales que deben estar hirviendo en ese infierno subterráneo. Es como si una mano invisible pasara un velo opaco sobre el espejo de adivinación justo cuando la imagen crucial está a punto de revelarse.

Al principio, sospechó de Nyx, o incluso de las maquinaciones de Cthulhu. Pero la interferencia no se sentía maliciosa en ese sentido, sino más bien... una distorsión, un ruido de fondo abrumador que ahogaba la señal.

Fue durante una de las sesiones de informe, donde Aria, pálida y exhausta, intentaba transmitir los últimos ecos de la lucha de los Aluxes, que Drácula notó la anomalía. Kael'Thara, el líder de los Lireanos supervivientes, se había acercado para ofrecer a Aria un vaso de agua purificada con tecnología Lireana. En el instante en que el Lireano estuvo a menos de un metro de Aria, la transmisión psíquica de la joven maga se aclaró de forma espectacular. Las imágenes de la Tierra Hueca en su mente se volvieron nítidas, los sonidos precisos, las emociones intensas pero comprensibles.

Cuando Kael'Thara se retiró, la interferencia regresó gradualmente.

Drácula observó esto con una intensidad helada, sus neuronas ancestrales conectando puntos. Recordó otros momentos de claridad en los informes de Aria. Siempre habían coincidido, ahora que lo pensaba, con la proximidad de uno de los Lireanos, ya fuera Kael'Thara o alguno de los pocos miembros de su tripulación que habían sobrevivido al impacto.

No puede ser casualidad, pensó el vampiro, una nueva y peligrosa curiosidad encendiéndose en sus ojos. Estos seres de las estrellas... los Lireanos... su presencia física, o quizás la tecnología que llevan consigo, o incluso los restos de su nave estrellada emitiendo algún tipo de campo... ¿actúa como una especie de... amplificador? ¿Un estabilizador para la señal psíquica a través de las capas dimensionales que separan este lugar de la Tierra Hueca? ¿O es su propia biología, su sintonía con energías que nosotros apenas comprendemos?

Durante las siguientes horas, Drácula observó, probó sutilmente su hipótesis. Cuando Aria intentaba conectar, él se aseguraba de que un Lireano estuviera cerca de ella, o incluso cerca de él mismo mientras él intentaba "escuchar" los ecos que ella transmitía. Y cada vez, la claridad mejoraba drásticamente. La interferencia que parecía originarse en la "ciudad subterránea" – ya fuera la Tierra Hueca en general, o quizás incluso Ki'Gal, la ciudadela de Enlil, si es que sus energías Anunnaki estaban contribuyendo al bloqueo – se atenuaba notablemente.

Interesante. Muy interesante, concluyó Drácula, una sonrisa casi imperceptible jugando en sus labios. Estos Lireanos, supervivientes de una guerra perdida, náufragos cósmicos... son más que simples refugiados o fuentes de información. Su proximidad es una llave. Una llave que podría abrir puertas a la comprensión de lo que realmente ocurre en las profundidades... o, si se usa correctamente, quizás una llave para cerrar otras puertas a nuestros enemigos.

No compartiría esta observación de inmediato con Merlín o los demás. Primero, necesitaba entender mejor el fenómeno. ¿Eran los Lireanos conscientes de este efecto? ¿Podría ser controlado, manipulado? La guerra por la Tierra se estaba volviendo cada vez más una guerra de información y de extrañas sinergias. Y Drácula, el eterno estratega de las sombras, acababa de encontrar una nueva y muy prometedora pieza para su juego.