Como es arriba, es abajo

Kúr'Gal, Archivos Profundos, Ki'Gal, Tierra Hueca 

El grupo continuó su avance a través de las vastas y silenciosas galerías del Kúr'Gal, el palacio-ciudadela de Enlil. Las proyecciones holográficas de la conquista de los Elfos Lunares se habían desvanecido, dejando un eco de tristeza y brutalidad en el aire. Enki los guiaba ahora hacia secciones aún más antiguas de los archivos, aquellas que detallaban la fundación misma de Ki'Gal.

Mientras revisaban los registros – quizás ahora más centrados en sondeos geológicos Anunnaki y análisis de recursos subterráneos – Elena Rossi hizo una observación. "Es curioso, Enki. Las proyecciones de la cultura élfica lunar mostraban un uso extensivo de cristales de resonancia, piedras lunares, y lo que parecían ser formas de magia simpática con la flora y fauna bioluminiscente. Sin embargo, los registros de la ocupación Anunnaki apenas mencionan la explotación de estos recursos. Parecen haberlos considerado... irrelevantes."

Enki asintió. "Correcto, Dra. Rossi. Los recursos primarios de los Elfos Lunares – su piedra de luna que canalizaba energías etéreas, sus cristales de memoria que vibraban con canciones y emociones, su magia intrínsecamente ligada a los ciclos de una luna subterránea que nunca conocimos del todo – aunque hermosos y potentes a su particular manera, eran en gran medida incompatibles con la tecnología Anunnaki. Nuestra ciencia se basa en la manipulación de metales pesados transmutados, en la energía de punto cero extraída de singularidades controladas, en la ingeniería genética directa y en la resonancia de cristales de cuarzo de alta frecuencia. Para la mentalidad pragmática y orientada a la eficiencia de Enlil, los recursos élficos eran, en su mayoría, curiosidades exóticas, no activos estratégicos para la construcción de un imperio subterráneo."

Fue entonces, mientras examinaban un mapa geológico tridimensional de la Tierra Hueca de una escala asombrosa, que Aria sintió una nueva y extraña vibración. No era la presión de Cthulhu, ni la energía caótica de Nyx, ni siquiera la resonancia pura de Gaia que había comenzado a percibir. Era algo más, algo profundamente enterrado, inmensamente poderoso, y con una cualidad que le resultaba a la vez ajena y extrañamente familiar.

"Siento... algo," murmuró Aria, frunciendo el ceño, la luz esmeralda y dorada de su magia intensificándose alrededor de sus manos. "Una vibración. Profunda. Muy, muy por debajo de nosotros, incluso de Ki'Gal. Es inmensamente poderosa. Y se siente... de alguna manera, resuena con la energía que emana de ti, Enki, pero es mucho más... cruda, más concentrada, como el corazón de una estrella."

Enki se detuvo bruscamente, sus propios y sensibles instrumentos Anunnaki (o quizás su propia percepción innata) captando lo que Aria describía. Accedió a los sensores de núcleo profundo de Ki'Gal, y sus ojos dorados se abrieron con una incredulidad que rara vez mostraba.

"Por el aliento de Anu..." exhaló. "¡Es inconfundible! El patrón de resonancia taquiónica... las armónicas subcuánticas... ¡Es casi idéntica a la firma energética del núcleo de nuestro mundo natal, Nibiru! ¿Cómo es posible? ¿Una fuente de tal poder, tan profundamente anidada en las entrañas de Gaia?"

Recordó entonces, con una nueva y terrible claridad, el Domo de Hielo que habían atravesado para entrar en Ki'Gal, esa barrera ciclópea que Enlil había abierto con tanta ceremonia. "El Domo de Hielo..." dijo, su mente conectando los puntos a una velocidad vertiginosa. "No era una simple barrera natural, ni una prisión para los Elfos Lunares. ¡Es un sello! ¡Una lente geodésica! ¡Debe contener o enfocar el acceso a esta fuente de energía Nibiruan profunda, oculta en el verdadero corazón de este planeta!"

Merlín, que había estado escuchando con una concentración que parecía absorber cada palabra, cada vibración, asintió lentamente. Sus ojos, que habían visto el nacimiento y la muerte de incontables eras, brillaron con la luz de una comprensión trascendental.

"Como es Arriba, es Abajo," murmuró, las palabras de la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto resonando en la cámara con un peso nuevo y ominoso. "El macrocosmos reflejado en el microcosmos. Si Nibiru, vuestro mundo natal, Anunnaki, posee un núcleo de tal poder y resonancia, ¿por qué no Gaia, su hermana planetaria en este sistema, aunque sea en sus profundidades más secretas y olvidadas? Dos mundos, quizás nacidos de la misma nebulosa primordial, compartiendo una firma energética secreta, un cordón umbilical cósmico."

El anciano mago paseó su mirada por el grupo, por los rostros asombrados de Aria, Kaelen, Elena, Quetzal, e incluso por el estoico Kael'Thara. "Todo este conocimiento que se nos está revelando en estas profundidades," continuó Merlín, su voz teñida de asombro y un temor reverencial, "la manipulación genética de la humanidad por los Anunnaki, la existencia de los dioses estelares como los Netlin y los Primigenios, las guerras cósmicas que asolaron Lira, la propia existencia de esta Tierra Hueca y sus reinos olvidados, las energías primordiales que duermen bajo nuestros pies... todo es un vasto y terrible tapiz de correspondencias. La arrogancia de vuestra raza, Enki, al moldear a la humanidad, es un eco de la forma en que los Netlin buscan imponer su 'Orden' al universo entero. El despertar de Cthulhu desde las profundidades abisales es un reflejo oscuro del poder creador que también yace, como acabamos de descubrir, en el corazón mismo de los mundos."

Sus ojos brillaron con la luz de la epifanía. "'Aquello que está abajo es como aquello que está arriba, y aquello que está arriba es como aquello que está abajo, para realizar los milagros de una sola cosa'," citó de nuevo. "Estamos presenciando, me temo, el despliegue de esa 'sola cosa', de esa verdad fundamental y terrible, en su forma más grandiosa y peligrosa. La estructura misma de la realidad, desde el núcleo de los planetas hasta el corazón de las galaxias, está interconectada por estas energías, estos principios."

"Y fue aquí," concluyó Enki, su voz ahora cargada con la plena comprensión de la ambición de su hermano, "junto a este pasaje sellado por el Domo de Hielo, que conduce hacia el corazón energético de Gaia que resuena con nuestro propio hogar perdido, y sobre las ruinas de un pueblo élfico que no pudo ni quiso resistirle, que Enlil construyó su nueva y más secreta fortaleza, Ki'Gal. No era solo un refugio contra las guerras de la superficie o las purgas de Anu. Era un intento de acceder, de controlar, quizás incluso de reclamar una fuente de poder que podría rivalizar con la de Nibiru misma. Un poder para rehacer el imperio Anunnaki a su propia y terrible imagen."

El "nuevo mundo" que habían descubierto al pasar el Domo de Hielo, la ciudadela de Enlil, ahora se revelaba no solo como una maravilla de ingeniería Anunnaki, sino como una fortaleza estratégica construida en la boca misma de un poder inimaginable, un poder que resonaba con el corazón de su raza y que Enlil, sin duda, planeaba usar en la guerra cósmica que ahora consumía la Tierra. La Tierra Hueca guardaba secretos mucho más profundos y peligrosos de lo que nadie había sospechado.