Ahora todo tenía sentido.

Santuario Élfico Lunar, Profundidades de la Tierra Hueca -

La voz de Eleonora, al terminar su relato, era apenas un susurro cargado de una pena insondable. La caverna de sanación, antes llena solo de la suave luz de los cristales lunares y el murmullo de los cánticos élficos, ahora estaba impregnada de la tragedia de dos Eleonoras, de un juramento sagrado y de una caída terrible. Poimandres, una vasta sombra en recuperación, permanecía en un silencio que podía ser de aquiescencia o de simple agotamiento.

Para Sorcha de la Mano Carmesí y Morgana Le Fay, la confesión fue como una llave que abría puertas a comprensiones antes veladas. Ahora todo tenía sentido. La devoción casi fanática de Aria por la "Maestra Eleonora", su desesperación por regresarla de la oscuridad de Nyx, su negación a aceptar que la Eleonora que ella conocía se había perdido para siempre... no era solo la lealtad ciega de una alumna por una mentora venerada. Era el amor profundo y arraigado de una niña por la única figura materna que había conocido, la mujer que había tomado el nombre y el manto de su verdadera abuela para protegerla.

Pero mientras una capa de misterio se disipaba, otras, más profundas y perturbadoras, emergían.

Sorcha observaba a la mujer en el lecho de musgo lunar. La transformación física era innegable; la aterradora majestuosidad de Nyx se había desvanecido, dejando atrás la forma más suave, más élfica, de Eleonora. Pero, ¿era real el cambio interno?

Un juramento, un nombre adoptado, una nieta protegida... pensó la Maga Roja con el cinismo forjado en décadas de tratar con el Caos y sus practicantes. Una historia conmovedora, sin duda. Perfecta para inspirar compasión, para bajar las defensas. Pero, ¿quién era esta Eleonora antes de conocer a la abuela de Aria? ¿De dónde vino esta hechicera errante con el poder y la voluntad de hacer tal juramento y luego, con el tiempo, de abrazar el Caos con la ferocidad de Nyx? ¿Cómo llegó a ese orfanato oculto en primer lugar?

La duda, como una serpiente fría, se enroscó en el corazón de Sorcha. Aprendió tanto con nosotros, los Magos Rojos... aprendió a manipular las emociones, a usar la verdad como un arma, a tejer ilusiones. Y Poimandres... ese ser es la quintaesencia del Caos, la mutabilidad encarnada. ¿Acaso las entidades del Caos no son maestras del engaño, capaces de cambiar de forma, de reflejar lo que más deseas ver, de susurrar las verdades que más anhelas escuchar para lograr sus propios fines inescrutables?

Su mirada se agudizó. Su preocupación por Aria parece genuina, desgarradora incluso. Pero el amor, en las manos equivocadas, puede ser la más poderosa de las cadenas, o la más efectiva de las carnadas. ¿Qué intenciones reales hay detrás de esta confesión, ahora que está debilitada, acorralada, quizás buscando una forma de recuperar la confianza de aquellos que podrían ayudarla a sobrevivir... o a resurgir? ¿Ha regresado verdaderamente la Maestra Eleonora, purgada del Caos? ¿O es esto simplemente una fachada, una nueva y más sutil manifestación de Nyx, una artimaña del Caos para reagruparse?

Sorcha apretó los puños. Debo ser cauta. Mi lealtad ahora está forjada en un nuevo pacto, en la necesidad de la supervivencia de mi Círculo. Esta Eleonora... es una variable demasiado peligrosa, demasiado desconocida en su estado actual. Necesito saber quién es ahora, qué queda de Nyx, y qué busca realmente.

Morgana, la Diosa Hada Oscura, observaba a Eleonora con una intensidad diferente, sus ojos Fae ancestrales capaces de percibir las corrientes más sutiles de la magia y el espíritu. Ella había seguido a Nyx durante un tiempo, no como una sirviente, sino como una observadora interesada, atraída por su poder audaz y su promesa de un nuevo orden nacido del Caos. Conocía de primera mano la ambición de Nyx, su crueldad calculada, su formidable capacidad para el engaño y la manipulación a gran escala.

Un relato... melodramático, incluso para los estándares de los mortales con sus efímeras y apasionadas vidas, pensó Morgana, aunque una extraña resonancia vibraba en su ser Fae. Pero la energía que emana de ella ahora... es diferente. La firma de Nyx, esa vorágine de Caos devorador y poder primordial que tanto me intrigó, está... atenuada, casi ahogada, como un sol negro eclipsado. Lo que emana de esta forma es... dolor puro. Debilidad. Y ese lazo con la niña Aria... lo siento con una claridad que quema. Es un hilo de luz pura, casi insoportable de contemplar para mis ojos acostumbrados a las sombras y los crepúsculos.

La Reina Fae frunció el ceño. ¿Pero quién era esta hechicera antes de ser la 'Eleonora' del orfanato, la guardiana del legado de otra? ¿De qué abismo o estrella olvidada surgió para cruzarse con el destino de Aria y su abuela? ¿Cómo llegó a ese refugio en el Bosque de la Primavera con el conocimiento y el poder para protegerlo? ¿Y estas lágrimas, esta confesión cargada de remordimiento... son el verdadero arrepentimiento de un alma que regresa a la luz después de una larga noche oscura, o la astucia suprema de una Reina del Caos jugando su última y más desesperada carta para sobrevivir?

La mirada de Morgana se desvió hacia la forma sombría y aún convaleciente de Poimandres. Él mismo es un enigma insondable. Afirma ser la Mente Universal, el inspirador de Hermes, y al mismo tiempo es el Dragón del Caos. ¿Puede un ser así, o su Heraldo, realmente 'arrepentirse' o 'cambiar' de una forma que los seres menores podamos comprender? ¿O es simplemente otra forma, otra máscara, en el eterno y caprichoso juego de poder del cosmos, donde la verdad y la mentira son solo colores en la paleta de un artista loco?

Morgana sintió una punzada de algo que podría ser... ¿curiosidad? ¿O era el reconocimiento de un espíritu afín en su complejidad y sus contradicciones? Necesito saber más, decidió. La verdad sobre esta Eleonora, la que fue Nyx y la que fue antes de todo, es una pieza clave en este rompecabezas de dioses y monstruos. Si su transformación es genuina, su conocimiento del Caos y de Poimandres podría ser invaluable. Si es una farsa... entonces es más peligrosa que nunca, una serpiente que se ha despojado de una piel solo para revelar otra más sutil y venenosa.

Eleonora, ajena a las tormentas de duda y análisis que su confesión había desatado en sus dos observadoras, solo tenía ojos para un futuro incierto, su mente fija en la imagen de Aria luchando en la lejana Cancún. Las preguntas sobre su propio pasado, sobre su origen antes de tomar el nombre de Eleonora, flotaban en el aire del santuario élfico, tan densas y cargadas de misterio como la propia Tierra Hueca. La necesidad de saber quién era realmente esta mujer, y si su aparente regreso a la luz era una nueva esperanza o el preludio de una traición aún más profunda, era ahora una espina clavada en el corazón de la precaria alianza.