Ciudadela de Amitiel, en la Gélida Inmensidad cerca de Saturno -
En el santuario de orden frío y perfección geométrica que era el centro de mando de Amitiel, la presencia de Cthulhu se había asentado como una tormenta contenida, una promesa de locura y poder primordial que contrastaba extrañamente con la luz serena y las líneas puras de la arquitectura Netlin. Ambos titanes contemplaban las corrientes de energía que fluían hacia ellos desde el lejano sistema solar interior, un festín psíquico cosechado de la reciente y orquestada "victoria" de las facciones de Lira.
Amitiel, en su trono de cristal y sombras entrelazadas, estaba visiblemente satisfecho, una expresión de triunfo gélido y calculado en sus rasgos inhumanamente perfectos. "El 'montaje', Gran Primigenio," proyectó Amitiel, su voz mental resonando con la precisión de una ecuación cósmica, "ha superado nuestras expectativas más optimistas. Las facciones de Lira, en su desesperación y su efímera euforia por mi 'derrota', están transmitiendo su propia narrativa de liberación. No podrían estar sembrando un terreno más fértil para nuestra verdadera cosecha."
Cthulhu emitió una serie de pulsaciones guturales, una resonancia que hacía vibrar el espacio mismo, que Amitiel interpretó como una profunda satisfacción. <energía adrénica... que hemos conseguido... de su... 'guerra de liberación'... es... excepcionalmente... pura. Su miedo a mi heraldo Netlin, su éxtasis por la victoria ilusoria, su renovada y paranoica desconfianza mutua... un néctar de exquisita disonancia.>>
Ambos "disfrutaban" de esta energía, no como los mortales disfrutan de un banquete, sino como singularidades cósmicas absorbiendo y procesando las crudas emociones del universo. Para Cthulhu, era un alimento que nutría su vasta y alienígena conciencia, solidificando su anclaje en esta realidad. Para Amitiel, era la confirmación de la superioridad de su estrategia, el combustible para el Gran Diseño de su Orden Absoluto.
Tras un momento de esta comunión oscura, la atención de Cthulhu se volvió hacia un asunto más práctico. Su "mirada" multidimensional se enfocó en Amitiel.
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Amitiel inclinó levemente la cabeza. "Los tecno-sacerdotes Luciferinos y los tejedores de realidades del Círculo Interno están finalizando las matrices de filtrado psiónico y la modulación de frecuencia, Gran Soñador. Estará operativo en breve, listo para transmitir vuestra palabra a los designados en Terra." Hizo una pausa. "¿Bajo qué... semblante os presentaréis a ellos? ¿Como el nuevo Ojo que Todo lo Ve, tal vez, reemplazando a su antiguo y ahora obsoleto vigilante que las Trece Familias tanto veneraban y temían?"
Una ondulación de lo que solo podría describirse como fría y alienígena diversión recorrió la manifestación de Cthulhu. <
Los tentáculos faciales de Cthulhu se retorcieron en lo que podría ser su equivalente a una sonrisa pensativa y terrible. <
La "voz" de Cthulhu adquirió un matiz casi seductor en su horror cósmico. <
Amitiel absorbió esta nueva directriz con una profunda, casi religiosa, reverencia. La insidia del plan era sublime. "Una manifestación de omnipresencia y aparente omnisciencia que inspirará una devoción absoluta nacida del terror, o un terror paralizante que se confundirá con la paz," respondió Amitiel, sus ojos como quásares fríos brillando con aprobación. "Ambas cosechas son... eminentemente aceptables para el florecimiento del Gran Orden. La 'Gran Fraternidad Universal' que les presentaremos tendrá, así, a su verdadero, aunque invisible y omnipresente, guía espiritual."
El dispositivo de comunicación estaría listo pronto. Y con él, Cthulhu se preparaba para presentarse a la humanidad no como un conquistador, sino como una presencia insidiosa, un abrazo total y sofocante del que no habría escapatoria. Las nuevas reglas estaban a punto de ser susurradas al oído de un planeta desprevenido.