Laboratorio Oculto de Jacobo Grinberg, Coyoacán, Ciudad de México -
Ruth Cerezo guio a Seraphina y Rafael a través de los estantes polvorientos y las mesas cargadas de extraños artefactos, hacia una sección del laboratorio que parecía haber sido el núcleo de las investigaciones más secretas y peligrosas de Jacobo Grinberg. Aquí, los libros de física teórica se mezclaban con tratados de chamanismo, y los diagramas de campos neuronales compartían espacio con mapas astrales y reproducciones de códices precolombinos.
"Jacobo estaba obsesionado con ciertos... patrones recurrentes en la historia," explicó Ruth, su voz bajando a un tono confidencial mientras abría una carpeta de cuero desgastada. "Anomalías, sincronicidades, influencias inexplicables en figuras clave del poder. Aquí..."
Les mostró una serie de notas meticulosamente escritas a mano, fotografías antiguas y análisis comparativos. El foco principal era, como había mencionado, Porfirio Díaz, pero también aparecía con sorprendente frecuencia otro nombre de la turbulenta historia de México: Antonio López de Santa Anna.
"Grinberg encontró conexiones extrañas entre ambos," dijo Ruth. "Más allá de su obvio impacto en la historia mexicana. Descubrió que ambos, en diferentes épocas, habían patrocinado expediciones secretas a la región de Tampico, en Tamaulipas. Y que, curiosamente, a ambos se les erigieron estatuas conmemorativas en Tampico, financiadas por 'benefactores anónimos' y con una iconografía sutilmente... anómala, llena de símbolos que Jacobo rastreó hasta cultos estelares olvidados."
A medida que Seraphina y Rafael leían estas investigaciones, un miedo y un terror crecientes comenzaban a filtrarse en sus almas. Los diarios de Grinberg eran una mezcla de análisis científico riguroso, especulación audaz y una creciente paranoia. Hablaba de linajes de poder, de "sangre estelar" infiltrada en las élites gobernantes, de sociedades secretas que adoraban a "los que esperan más allá del umbral".
Las notas mencionaban nombres de distintas razas alienígenas, algunas de las cuales Seraphina y Rafael reconocían vagamente de los anales más prohibidos de la Hermandad Blanca – los Anunnaki, los "Grises" como observadores silenciosos, los "Reptilianos" como manipuladores ancestrales. Pero luego, llegaron a dos nombres que los helaron hasta la médula, dos razas o entidades que Grinberg describía con un temor casi palpable, como si escribir sobre ellas fuera invocar su atención.
"Aquí," señaló Rafael con voz tensa una sección particularmente densa de notas y diagramas. "Los 'Netlim'," leyó en voz alta, la palabra extraña y gutural. "Grinberg los postula no solo como una raza ancestral de poder casi divino, sino que los vincula directamente, inequívocamente, con las leyendas más antiguas de los Nephilim de vuestras tradiciones judeocristianas, los gigantes de antaño, los hijos de los 'dioses' y las hijas de los hombres. ¡Afirma que los Netlim fueron sus creadores directos, sus progenitores cósmicos!"
Seraphina sintió un escalofrío. Los Nephilim... ecos de poder prohibido y linajes malditos.
"Y luego... esto," la voz de Ruth era apenas un susurro, señalando un diagrama en espiral, casi un mandala de geometrías imposibles y tentáculos insinuados, con un nombre terrible escrito en su centro: CTHULHU. "Jacobo no lo describe como una simple 'raza', como a los otros. Habla de él como una... conciencia primordial. Una entidad, o un colectivo de entidades simbióticas, de un poder que trasciende incluso a los Netlim. Una fuerza del Vacío Exterior, un dios loco cuyos sueños dan forma a realidades de pesadilla."
Pero la revelación más espantosa estaba por llegar. Entretejida en sus investigaciones sobre Díaz y la anómala protección de Tampico, Grinberg había descubierto un plan, un "camino preparado" con una paciencia y una malicia inhumanas.
"Según las conclusiones finales de Jacobo," dijo Ruth, su rostro pálido como la cera, "Porfirio Díaz, ya fuera un agente consciente, un híbrido de alto rango o un peón imbuido de un propósito alienígena que ni él mismo comprendía del todo, no solo aseguró la protección de Tampico como un enclave para estos 'guardianes' estelares. Puso en marcha, hace más de un siglo, una serie de... 'semillas' culturales, políticas, sociales e incluso energéticas – a través de la manipulación de líneas ley y la construcción de ciertas infraestructuras clave en todo México – destinadas a culminar en un 'evento de resonancia simpática'. Un evento que facilitaría, que invitaría, el despertar o la plena manifestación de Cthulhu en el periodo comprendido entre los años 2020 y 2030."
"Era una preparación que llevaría generaciones enteras," leyó Seraphina de una de las notas finales de Grinberg, su voz temblando con la enormidad de la conspiración. "Un plan de una paciencia y una astucia que solo una mente no humana podría concebir. Y..." Miró a Rafael y a Ruth, sus ojos llenos de un terror recién comprendido. "...y parece que, de una forma u otra, se había cumplido. La inestabilidad global que precedió a estos 'días de oscuridad', el debilitamiento de las barreras psíquicas de la humanidad, la propia actividad de las Trece Familias... todo podría haber sido el preludio orquestado para este despertar."
El miedo pesaba ahora sobre los hombros de todos en esa habitación polvorienta y llena de secretos prohibidos. La locura que envolvía al planeta no era un accidente cósmico reciente. Tenía raíces profundas, plantadas en su propia historia por figuras que creían conocer, orquestadas por inteligencias alienígenas y preparadas durante más de un siglo.
"Entonces..." dijo Rafael, su voz apenas una exhalación. "El despertar de Cthulhu... no fue solo la arrogancia de las Trece Familias. Fue... el cumplimiento de un plan. Un plan del que Díaz fue solo el primer arquitecto terrenal."
"Eleonora... ella debió haber sabido algo de esto, o al menos haber sentido sus ecos," pensó Seraphina con angustia. "Su conocimiento de la magia antigua, de los ciclos de la Tierra... la convertía en un objetivo primordial para quienes querían que este plan tuviera éxito, o para quienes querían detenerlo. Y Jacobo Grinberg... él tropezó con el corazón mismo de la conspiración, con la hoja de ruta del apocalipsis."
El laboratorio perdido de Jacobo Grinberg se había convertido en una tumba de verdades aterradoras. La lucha por la supervivencia de la humanidad no era solo contra monstruos del presente, sino contra los fantasmas de un pasado manipulado y las maquinaciones de una historia secreta que ahora emergía con toda su espantosa claridad.