Hacia las montañas y Selvas de Chiapas.

Hostal Modesto, Ciudad de México - Al Amanecer

La decisión de ir a Cancún, impulsada por el anhelo de encontrar a Aria, había parecido definitiva la noche anterior. Pero el amanecer trajo consigo una nueva e inquietante perspectiva para Seraphina. Mientras Rafael aún dormía, ella había estado revisando una y otra vez las copias digitales de los archivos de Jacobo Grinberg que Ruth Cerezo les había entregado. Había algo en las notas sobre Tampico, en la obsesión de Grinberg con Porfirio Díaz y los extraños fenómenos de esa ciudad costera, que no la dejaba en paz.

Cuando Rafael despertó, la encontró con la mirada perdida en los diagramas de Grinberg, una profunda arruga de concentración en su frente.

"Diego..." comenzó ella, su voz suave pero con un nuevo matiz de convicción. "Anoche... sé que nuestros corazones nos gritaban que fuéramos a Cancún, directamente hacia donde creemos que puede estar Aria. Pero he estado repasando esto..." Señaló los archivos. "Lo de Tampico. La insistencia de Grinberg en que allí había una clave fundamental, algo más allá de la simple protección contra huracanes o una base OVNI aislada. Siento que aún necesitamos más información, una pieza crucial del rompecabezas que solo encontraremos allí, antes de enfrentarnos a lo que sea que esté sucediendo en el vórtice de Cancún y dondequiera que esté nuestra hija. Si no entendemos la raíz de la manipulación, ¿cómo podremos combatirla eficazmente?"

Rafael, aunque su instinto paternal lo impulsaba hacia el sureste, conocía y respetaba profundamente la intuición de Seraphina. Había salvado sus vidas en innumerables ocasiones. La vio luchar con la decisión, el amor por Aria tirando de ella en una dirección, pero la sabiduría de una guerrera de la Hermandad Blanca, y ahora este nuevo e inexplicable presentimiento, tirando en otra.

"Si tu corazón, tu tona," dijo él, usando una antigua palabra náhuatl para el destino o la esencia espiritual que a veces usaban entre ellos, "te dice que hay algo crucial allí, mi amor, entonces iremos a Tampico primero. Que sea una parada rápida, pero necesaria. Aria nos esperará. Y llegaremos a ella mejor preparados."

Así, con un nuevo y precario plan, emprendieron el arduo viaje en su vehículo todoterreno, no hacia la Riviera Maya, sino hacia el norte, hacia la costa de Tamaulipas. Horas interminables por carreteras polvorientas y autopistas bulliciosas, manteniendo un perfil bajo, sus sentidos siempre alerta a cualquier señal de peligro. El cansancio era un compañero constante, pero la nueva pista, la sensación de estar siguiendo un hilo importante en la investigación de Grinberg, les infundía una energía renovada.

Llegaron a Tampico al caer la tarde del día siguiente, la ciudad portuaria bullendo con su actividad habitual, pero con una extraña y casi imperceptible calma en el aire, como si estuviera envuelta en una burbuja protectora contra los elementos y quizás, contra otras cosas.

Siguiendo las coordenadas y descripciones de los archivos de Grinberg, localizaron el sitio de lo que él había identificado como la primera, o una de las primeras y más significativas, plantas embotelladoras de Coca-Cola en México. Era un edificio antiguo, de ladrillo rojo, en una zona industrial cerca del puerto, ahora quizás una bodega o una fábrica diferente, pero la estructura original era inconfundible para quienes sabían qué buscar.

Mientras Rafael vigilaba discretamente, Seraphina se concentró, extendiendo su sensibilidad mágica, intentando conectar con los ecos del pasado y las teorías de Grinberg.

"Aquí está," murmuró finalmente, sus ojos fijos en una sección particularmente antigua del muro de la fábrica, como si pudiera ver a través de él. Abrió las notas de Grinberg en su dispositivo. "Jacobo no solo sospechaba de la protección anómala de la ciudad contra los huracanes, ni de la posible naturaleza alienígena de Díaz. Investigó los patrones de consumo, las industrias clave que se establecieron aquí bajo su mandato, buscando... hilos conductores."

Leyó en voz alta un pasaje de Grinberg: "La introducción masiva de ciertos productos de consumo, aparentemente inocuos, coincidió con periodos de... 'pacificación social' o cambios en la conciencia colectiva. La Coca-Cola, por ejemplo. Una bebida que, durante la mayor parte de su historia y especialmente durante su agresiva expansión global en el siglo XX, había contenido enormes cantidades de azúcar refinada, y otros componentes cuya interacción a largo plazo con el sistema nervioso humano y sus campos energéticos apenas comenzaba a ser comprendida por la ciencia independiente."

Rafael la miró, comenzando a entender la terrible implicación. "Azúcar... en esas cantidades industriales..." recordó sus propias enseñanzas de la Hermandad sobre cómo ciertos alimentos procesados y sustancias podían afectar la vibración energética del cuerpo y la mente. "Grinberg lo dice aquí," señaló otro pasaje en su propia copia de los archivos. "'Algo que le bajaba la frecuencia vibratoria a las personas a nivel masivo,' escribió Jacobo, 'haciéndolas más dóciles, más enfocadas en lo material e inmediato, menos conectadas con sus percepciones sutiles, con su intuición, con la voz de Gaia. Más fáciles de controlar, de pastorear'."

"Y México, desafortunadamente," añadió Seraphina con una profunda tristeza, leyendo otro extracto, "se había convertido, con el paso de las décadas, en uno de los mayores consumidores per cápita de esta bebida en el mundo. Una herramienta perfecta, si se piensa con la mente retorcida de nuestros enemigos, para una supresión energética a gran escala, disfrazada de placer, de modernidad, de un símbolo de 'estilo de vida'."

Mientras procesaban esta horrible posibilidad – una bebida globalmente amada como un posible instrumento en un plan centenario para facilitar el retorno de Cthulhu al debilitar la conciencia y la frecuencia vibratoria de la humanidad – otro conjunto de notas de Grinberg llamó su atención. Eran análisis de patrones de consumo anómalos dentro de México mismo.

"Pero miren esto," dijo Rafael de repente, señalando un mapa de la república con ciertas regiones resaltadas en rojo por Grinberg. "Hay una región específica donde el consumo no es solo alto... es desproporcionado, casi ritualístico. Donde la bebida ha sido integrada de formas extrañas en ceremonias religiosas indígenas, a veces incluso reemplazando ofrendas tradicionales como el posh o el balché."

Seraphina siguió la indicación, y un escalofrío la recorrió al leer el nombre del estado resaltado. "Chiapas," susurró. "El lugar donde, según los datos más recientes y alarmantes que Jacobo pudo recopilar antes de desaparecer, más Coca-Cola se consume por mexicano, y donde es, en algunas comunidades remotas de los Altos, casi como una adoración para sus habitantes, un símbolo de estatus y una ofrenda a los 'nuevos dioses'."

Se miraron, una nueva y terrible pieza del rompecabezas encajando en su lugar. Si la "bajada de frecuencia" era real y deliberada, y si Tampico había sido un nexo para la introducción de estas herramientas de manipulación bajo la égida de un Porfirio Díaz influenciado por alienígenas, entonces Chiapas, con su consumo casi sagrado y masivo, podría ser... el epicentro actual de esa influencia, un lugar donde los efectos eran más visibles, donde la conexión con la Tierra estaba siendo activamente suprimida, o quizás... donde la resistencia o la verdad más profunda sobre esta manipulación podrían estar aún más celosamente ocultas.

Su investigación en Tampico, confirmando una de las teorías más perturbadoras y aparentemente mundanas de Jacobo Grinberg, ahora los dirigía inexorablemente hacia el sur, hacia las montañas y selvas de Chiapas, en busca de otro eslabón en la cadena de la conspiración cósmica.