Aceptarón que Amitiel había caído

Kúr'Gal, Ciudadela de Enlil, Ki'Gal, Tierra Hueca

La revelación de la capacidad de los Anunnaki para cambiar de forma se asentó como una capa de hielo sobre el pequeño grupo de la superficie. La revelación ha sido muy fuerte para Merlín, Quetzal e incluso el Lireano que les apoyaba, Kael'Thara. Merlín repasaba mentalmente milenios de historia, reevaluando cada mito de dioses disfrazados, cada leyenda de dobles y cambiaformas. Quetzal sentía una profunda profanación de los principios del nahualismo, el sagrado arte de la transformación espiritual, ahora revelado como una herramienta de espionaje genético. Kael'Thara, el superviviente de una guerra contra tiranos cósmicos, simplemente veía otra capa de engaño en una galaxia que parecía construida sobre mentiras.

A pesar de la nueva paranoia que envenenaba el aire entre ellos, comprendieron que la información sobre la derrota de Amitiel a manos de las facciones de Lira era demasiado crucial para retenerla. Usando una combinación de la tecnología Lireana de Kael'Thara para abrir un canal a través de las interferencias dimensionales y la propia magia de Merlín para potenciar y asegurar la señal, lograron transmitir el mensaje y las imágenes del vídeo de Amitiel capturado a sus aliados que permanecían en la base de Cancún.

Una vez completada la transmisión, una nueva y extraña quietud cayó sobre el centro de mando de Enlil. Enlil mismo, ahora completamente recuperado y vistiendo una armadura de obsidiana y oro que reflejaba su severa autoridad, observaba los datos con su hermano Enki.

"Hermano," dijo Enlil, su voz un trueno contenido, "la caída de Amitiel a manos de esa chusma de Lira... es demasiado... conveniente. No encaja con lo que sabemos de su poder y su astucia. No es limpio."

"Estoy de acuerdo," respondió Enki, sus ojos dorados fijos en los datos de la batalla espacial. "La energía de su transmisión, su derrota, era genuina. Aceptaron en que Amitiel había caído, al menos temporalmente. Pero las circunstancias... hay una variable que no estamos viendo, un jugador oculto en esa ecuación." Una nueva sospecha se nació en la mente de Enki y Enlil, una desconfianza mutua hacia la narrativa que las facciones de Lira estaban tan ansiosas por transmitir.

Enlil se acercó a la mesa de mando redonda, su rostro una máscara de frustración y poder. "Necesito confirmar esto. Necesito los ojos y oídos de mis activos en la superficie. El Consorcio de las Trece Familias debe informarme de lo que sus redes de inteligencia están viendo."

Activó una interfaz psiónica en la mesa, una que estaba directamente vinculada a los nanites Anunnaki que había implantado en los linajes de sus sirvientes humanos durante generaciones. Esperaba una respuesta instantánea, una conexión directa con la mente del líder del Consejo, como siempre había sido.

Pero no hubo nada.

"Pero lo extraño era," dijo Enlil, su voz teñida de una incredulidad que rara vez mostraba, "que no podía contactar con los 13 aún. El canal... está muerto. Silencioso." Lo intentó de nuevo, concentrando su inmensa voluntad, pero la conexión era un abismo de la nada. "¡Imposible! ¡Este enlace es fundamental, casi biológico! Ni siquiera el despertar de Cthulhu o la barrera de Gaia deberían haberlo cortado por completo. Es como si... como si el receptor ya no existiera, o estuviera protegido por una fuerza que anula mi propia tecnología."

Un pensamiento terrible cruzó por la mente de los Anunnaki y de los magos que los escuchaban. Si Enlil, el "dios" de las Trece Familias, el que se había hecho pasar por el Ojo que Todo lo Ve, no podía contactarlos... ¿quién lo había bloqueado? ¿O a quién respondían ahora?

Enlil golpeó la mesa con un puño, una onda de choque de pura frustración recorriendo la sala. "El Gran Arquitecto Universal," dijo con una amargura y una ironía mordaz, refiriéndose a la deidad que él mismo había inventado para sus sirvientes humanos, y que en última instancia era él mismo, "debía solucionar esto. ¡Mi voluntad era la que debía regir la suya! Si ese pilar de mi control ha caído, si mis propios virreyes en la Tierra han sido silenciados o cegados a mi llamada, significa que estamos aún más aislados y vulnerables de lo que pensábamos."

La revelación era escalofriante. En el momento más crítico, cuando necesitaban toda la información y todos los activos posibles, el control de Enlil sobre su red de poder humano de siglos de antigüedad se había desvanecido. Alguien o algo, ya fuera Cthulhu, Amitiel con una nueva artimaña, la propia Gaia, o incluso las mismas y traicioneras Trece Familias, había cortado los hilos del titiritero. Y ahora, el grupo en Ki'Gal se enfrentaba a la terrible realidad de que no solo estaban atrapados en la Tierra Hueca, sino que estaban completamente solos y ciegos a los juegos de poder que se desarrollaban en la superficie.