Campamento de la Legión XIII — Semana 16, amanecer
El cuerno no sonó como de costumbre. No era la llamada de la formación ni el aviso de ejercicios. Era otra cosa. Más grave. Más largo. Más... definitivo.
Los legionarios salieron de las tiendas en orden. No había voces. Solo pasos.Ya no eran reclutas.Y no necesitaban que nadie se lo recordara.
Frente a ellos, en la explanada central, se encontraban los estandartes. El águila aún cubierta por el paño rojo, como si esperara el momento justo para alzarse.
El legado al mando de la legión —un hombre severo, con la mirada afilada como una lanza— habló desde una plataforma de madera.
—Legión XIII Gemina.Vuestra instrucción ha terminado.Vuestro tiempo de espera también.Roma os llama… y César os necesita.
Una pausa.
—A partir de hoy, sois legión operativa.Vuestra marcha comienza en tres días.Hacia la Galia.
El cuerno volvió a sonar. Esta vez más breve. Más seco.La ceremonia había terminado.El tiempo de la guerra había comenzado.
Más tarde, mientras recogía su equipo, Sextus fue llamado por el optio Varro. No con fanfarria. Solo con una señal de cabeza.
Lo llevó junto al centurión de su cohorte: Scaeva, firme como siempre, pero con una expresión más meditada.
—Has soportado más de lo que pedimos.Has callado cuando otros se excusaban.Has actuado cuando no se te pidió.
Scaeva hizo una pausa. Luego sacó una tablilla con marcas de asignación.
—A partir de hoy, asumes la responsabilidad del grupo cuatro de la segunda centuria.No eres aún decanus. Pero el optio te escuchará si tú sabes escuchar a los tuyos.Mantenlos unidos. Llévalos donde se te diga.Y si mueren… que no sea por tu silencio.
Sextus asintió. No habló.Porque sabía que no hacía falta.
Esa noche, los del grupo cuatro —siete hombres— lo miraban como se mira al compañero que ya ha cruzado la puerta que todos temen.Uno preguntó si eso significaba que ya era oficial.Sextus negó con la cabeza.
—Significa que si nos equivocamos…el primero que cae soy yo.
Y en el silencio posterior, mientras cada uno afilaba su arma o apretaba las correas, el aire ya no olía a campamento.
Olía a marcha.A tierra extraña.A Galia.