Capítulo 31 — Silencio antes del polvo

Campamento de la Legión XIII — Tres días antes de la partida

Ya no se hablaba de “si”.Solo de “cuándo”.

Las tiendas estaban tensas como cuerdas. Las herramientas brillaban como si fueran nuevas. Nadie dormía del todo, pero nadie lo decía. Cada legionario, incluso los más curtidos, sabía que ese era el umbral que separaba el barro del entrenamiento… del barro de la guerra.

Sextus revisaba su equipo por tercera vez.

El gladius.El escudo.Las correas.Las raciones secas envueltas en paño.El pilum, recto como una promesa.

Los otros siete del grupo que ahora tenía bajo su responsabilidad hacían lo mismo, sin que nadie se lo ordenara. Era disciplina, sí. Pero también era miedo… disfrazado de orden.

Nerva afilaba el filo de su espada con gesto tranquilo.Faustus contaba los clavos de sus sandalias.Veturius había envuelto su pergamino con cuidado exagerado, como si en él llevara un recuerdo más importante que su equipo.

—¿Primera campaña? —preguntó uno de los más jóvenes.

Sextus asintió.

—Sí.

—¿Y qué se supone que uno debe sentir?

Sextus dudó. Luego habló sin levantar la voz.

—Lo mismo que sientes ahora. Solo que más fuerte cuando empieces a andar.

En el centro del campamento, los centuriones y optiones pasaban lista y organizaban columnas. Se entregaban cartas, señales, identificadores de cohorte. Se designaban posiciones en la marcha: vanguardia, retaguardia, transporte, apoyo.

Los estandartes se mantenían ocultos aún.No se alzan hasta que se avanza.

El legado no se había dejado ver en todo el día. Pero su orden flotaba en cada gesto:

“Todo ha de estar listo.El polvo se levantará en cuanto Roma lo ordene.”

Al anochecer, Scaeva se detuvo ante Sextus mientras este terminaba de ajustar el cierre de su bolsa.

—¿Te falta algo?

—Nada, centurión.

—Bien. Entonces solo te queda lo más difícil.

Sextus lo miró sin entender.

—¿Marchar?

Scaeva negó con la cabeza.

Hacerlo como si ya supieras volver.

Esa noche, el campamento durmió en falso.

Y cuando el sol empezó a asomar por encima del bosque, el cuerno aún no había sonado…pero ya todos estaban de pie.