Capítulo 40 — Furia en la orilla

Capítulo 39 (parte II) — Furia en la orilla

Riberas del Arar — minutos después del primer asalto

El humo de los carros incendiados se mezclaba con la niebla baja del río.La primera oleada había sido un éxito…Pero no una victoria.

Entre los árboles al otro lado del claro, un cuerno sonó.

—¡Refuerzos! —gritó un optio.

De entre los arbustos y las zonas elevadas del bosque surgieron más tigurinos.Algunos llevaban cotas ligeras, otros arcos, lanzas… incluso un estandarte tribal ondeaba con rabia.

—¡Formación defensiva! —rugió Scaeva—. ¡Escudos arriba! ¡No os mováis!

La cohorte se reorganizó como un puño cerrado.El semicírculo de legionarios se cerró de forma automática, escudos entrelazados, lanzas hacia delante.

Las flechas llovieron.Varias golpearon los escudos. Una se clavó en la pierna de un legionario de otra centuria.Un grito corto. Nada más. Nadie rompió la formación.

Sextus sentía el latido en sus oídos.El brazo le pesaba.El gladius goteaba sangre.Pero no aflojaba.

Atticus respiraba a su lado, cubriéndole el flanco.Faustus, con el casco desviado, escupía sangre pero no retrocedía.

Los tigurinos cargaron.Ya no era un campamento desprotegido. Era una lucha frontal.Y ellos conocían el terreno.

—¡Manteneos firmes! ¡Firmes! —bramó el optio.

El choque fue brutal.

Un guerrero enemigo se lanzó sobre Sextus con una lanza corta.Sextus bloqueó con el escudo, giró la cadera y embistió con el peso del cuerpo.La lanza se partió.El gladius entró por el costado.

Otro llegó detrás.Faustus lo atravesó de lado con un golpe inesperadamente certero.Luego cayó de rodillas, agotado.

—¡Faustus! —rugió Atticus—. ¡Atrás!

Scaeva, cubierto de sangre, irrumpió entre líneas.

—¡A por su estandarte! ¡Derribad su moral!

Tres legionarios avanzaron con Sextus entre ellos.Una maniobra suicida… si fallaba.

Atravesaron el combate.Fueron golpeados.Uno cayó. Otro resbaló.Sextus llegó al portador del estandarte.

Era un hombre alto, pintado con símbolos tribales.Luchaba con furia desesperada.El choque fue corto, salvaje.

Sextus recibió un tajo en el antebrazo.El dolor fue agudo, pero no mortal.Respondió con una estocada limpia al cuello.

El estandarte cayó.

La línea enemiga vaciló.Los tigurinos retrocedieron.Una orden romana convirtió la presión en ofensiva.

Los legionarios empujaron.Avanzaron como una ola de hierro.La resistencia se quebró.El resto huyó hacia el bosque.

Sextus se quedó de pie junto al estandarte enemigo caído.La sangre le empapaba el brazo.No escuchaba nada.

Solo el latido de su propio corazón……y el silencio que deja la muerte cuando se marcha.