Capítulo 5: Susurros entre las grietas

Desde aquella noche, la presencia invisible nunca abandonó a Togi. En los rincones oscuros de su habitación, sentía el aliento frío de algo que observaba, apenas perceptible pero siempre ahí. A veces, la sombra se manifestaba en destellos: un reflejo que no correspondía a la realidad, una forma que se desvanecía al instante.

Cada vez que cerraba los ojos, sentía su sombra estirarse, retorcerse, como si tuviera voluntad propia.

La chica del cabello verde apareció de nuevo, esta vez en un lugar más iluminado, con una sonrisa melancólica.

—Escucha esos susurros, Togi —dijo, señalando hacia el interior de su pecho—. No todo es ruido; algunas voces llevan verdades escondidas.

Togi intentó comprender, pero sus pensamientos se deshilachaban entre confusión y miedo. ¿Era esa sombra un fragmento de su propio ser o algo completamente ajeno? No podía saberlo. Y mientras las señales se acumulaban, también crecían los impulsos que le hacían dudar de sí mismo.

Una noche, en un momento de ira contenida, la sombra pareció responder, expandiéndose en el reflejo del vidrio. Fue como si intentara comunicarse, o incluso tomar control, pero Togi logró contenerla, aunque con un esfuerzo que dejó su cuerpo exhausto.

—Esto apenas comienza —advirtió la chica con voz baja—. La oscuridad se alimenta de lo que tememos más en nosotros.

El camino por delante se oscurecía, pero Togi sabía que no podía huir.