Capítulo 11 – Ecos del Vórtice

El amanecer teñía el horizonte de un gris sombrío. Togi se movía con una calma inquietante, sus pasos seguros, pero sus ojos ocultaban un brillo extraño, difícil de descifrar.

A su lado, Toki observaba con atención cada movimiento, consciente de que la calma de Togi ocultaba un poder que aún debía aprender a controlar, o quizá algo más profundo que ni él mismo alcanzaba a comprender.

La chica de cabello verde apareció en el campo, cruzando la distancia con pasos ligeros pero decididos. Su mirada se posó en Togi y una leve sombra cruzó su rostro. No podía precisar qué era, pero algo en él no encajaba del todo con la imagen que recordaba.

— “Togi,” dijo en voz baja, intentando encontrar una explicación lógica, “has cambiado… algo en ti se siente diferente.”

Togi no respondió. No hizo ningún gesto que mostrara emoción o duda, solo se limitó a seguirla en silencio.

Toki frunció el ceño y habló con voz grave:

— “No hay tiempo para dudas. Lo que viene es más grande que cualquiera de nosotros. Necesitamos estar preparados.”

La chica de cabello verde lo miró y asintió, pero no pudo evitar voltear a observar a Togi nuevamente. En sus ojos había una sombra que no estaba antes.

— “¿Recuerdas la promesa que me hiciste? No podemos fallar,” añadió ella, más para sí misma que para los demás.

Togi finalmente habló, su voz firme y sin titubeos.

— “No hay promesas que romper. Solo un camino que seguir.”

La chica tragó saliva, notando el cambio en su tono, una dureza que antes no existía.

— “Entonces dime, Togi… ¿qué es lo que realmente quieres proteger?”

El silencio fue la única respuesta.

Toki se acercó y puso una mano en el hombro de Togi.

— “Sea cual sea el camino, no estás solo. Pero debes recordar quién eres.”

Togi se apartó con un gesto leve, sin mirar a ninguno de los dos.

— “Sé muy bien quién soy. Y sé muy bien quién debo ser.”

La chica de cabello verde intercambió una mirada con Toki, ambos sintiendo la creciente distancia que se abría ante ellos, como si algo invisible estuviera separando al Togi que conocían del que ahora caminaba junto a ellos.

— “Tenemos que avanzar,” dijo ella, tratando de mantener la calma, “pero no puedo negar que siento una sombra sobre todo esto.”

Toki suspiró y asintió.

— “La sombra siempre estuvo ahí. Solo que ahora empieza a tomar forma.”

El viento soplaba frío, y con él, el eco de un pasado que parecía acercarse, trayendo consigo sombras que nadie estaba listo para enfrentar.