Ecos de Ciudad Espejismo

El tranvía flotante se detuvo en las afueras de San Cristóbal, la joya de ciudad costera de New Kareena.

Kasper salió, sus sentidos inmediatamente abrumados por las vistas y olores familiares del hogar. La ciudad era una postal viva, una mezcla armoniosa de encanto colonial e innovación decopunk.

Calles adoquinadas serpentean entre edificios en tonos pastel, y sus fachadas desgastadas cuentan historias de siglos pasados. Los balcones de hierro forjado estaban repletos de vibrantes buganvillas, mientras que los carteles holográficos cobraban vida a medida que se acercaba el anochecer. A lo lejos, el Mar Caribe brillaba, sus olas golpeaban contra el antiguo malecón donde los pescadores y las computadoras cuánticas trabajaban lado a lado.

El aire estaba cargado del olor a plátanos fritos e hibiscos, este último emanaba de los purificadores atmosféricos de última generación de la ciudad. Los niños reían mientras se perseguían unos a otros por callejones estrechos, sus risas se mezclaban con el zumbido distante de los aerodeslizadores y las advertencias melódicas de los vendedores ambulantes impulsados ​​por inteligencia artificial.

Era una ciudad atrapada entre mundos, muy parecida al propio Kasper. Y mientras se dirigía hacia la casa de su infancia, con el archivo de Mirage City haciendo un agujero en su bolso, no podía evitar la sensación de que esta visita lo cambiaría todo.

"¿Te quedarás ahí todo el día, hermanito?" La voz de Camila lo sobresaltó. Su hermana se apoyó contra el marco de la puerta, con una sonrisa de complicidad en su rostro. "Mamá ha estado estresándose toda la mañana. Creo que ya va por nuestra tercera tanda de empanadas".

Kasper logró soltar una risita débil, el olor a comida casera superó momentáneamente su ansiedad. "Supongo que algunas cosas nunca cambian."

Al entrar, lo envolvió la calidez de la familia. El fuerte abrazo de su madre, la charla emocionada de Isabella sobre su último proyecto de ingeniería, el familiar crujido de las tablas del piso... todo se sentía tan normal, tan seguro. Por un momento, Kasper casi pudo olvidar el peso de los secretos que llevaba.

Dinámica familiar

La cena fue un evento animado, lleno de risas y bromas divertidas. Kasper se encontró relajado, arrastrado por los ritmos familiares de la vida familiar. Pero cada vez que su padre hablaba, la tensión se arremolinaba en las entrañas de Kasper. Las preguntas ardían en la punta de su lengua, retenidas sólo por el miedo a romper aquella frágil paz.

"Entonces, Kasper", dijo su padre durante una pausa en la conversación, "¿cómo van las cosas en la academia? ¿Alguna misión emocionante últimamente?"

La mente de Kasper se dirigió a Valparaíso, a la creciente amenaza de la ATA. Forzó una sonrisa. "Oh, ya sabes, lo mismo de siempre. Mucho entrenamiento, algunas tareas menores. Nada demasiado emocionante".

La mentira tenía un sabor amargo, pero ¿cómo podría explicar la verdad sin abrir una caja de Pandora de preguntas?

Revelaciones nocturnas

Más tarde esa noche, sin poder dormir, Kasper se encontró en la cocina. Para su sorpresa, su madre estaba allí, sosteniendo una taza de té.

"¿Tampoco pudiste dormir?" preguntó, dando palmaditas en el asiento a su lado.

Kasper se sentó y aceptó la taza que ella le ofreció. Durante un rato permanecieron sentados en un cómodo silencio.

"Sabes", dijo finalmente su madre, "tu padre... lleva mucho peso sobre sus hombros. Cosas del pasado que nunca ha compartido por completo, ni siquiera conmigo".

El corazón de Kasper se aceleró. ¿Sabía ella sobre Mirage City?

"No digo que esté bien", continuó, "pero a veces los secretos se guardan por amor, por deseo de proteger".

Sus miradas se encontraron y Kasper vio allí una profunda comprensión que lo reconfortó y al mismo tiempo lo inquietó.

La confrontación

A la mañana siguiente, Kasper se armó de valor y se acercó al estudio de su padre. El familiar zumbido del exoesqueleto lo recibió cuando entró.

"Papá", comenzó, "tenemos que hablar. Sobre Mirage City".

El rostro de su padre decayó, los años parecieron sumarse a sus rasgos en un instante. "Supongo que sí", dijo en voz baja. "Siempre supe que este día llegaría".

Lo que siguió fue una conversación que se prolongó durante horas, llena de revelaciones que sacudieron a Kasper hasta lo más profundo.

"La historia oficial apenas toca la superficie", dijo su padre, con la voz cargada de pesar. "El ATA no solo atacó infraestructura clave. Desató enjambres de nanobots experimentales que consumieron todo a su paso. Edificios, vehículos, personas, todo se convirtió en polvo en segundos".

A Kasper se le heló la sangre cuando su padre describió los horrores que había presenciado. Los gritos de aquellos atrapados en los enjambres de nanobots. La visión del derrumbe de la torre de acoplamiento Zeppelin, llevándose consigo cientos de vidas. Los intentos desesperados por contener la destrucción cuando el Teslanet Hub de la ciudad se vio comprometido, provocaron fallas en cascada en toda la región.

"Pero la peor parte", continuó su padre, "fue descubrir que habíamos ayudado a crear los mismos monstruos contra los que estábamos luchando. La Asociación de Cazarrecompensas, bajo contrato del Imperio Americano, había entrenado a muchos de los miembros clave de la ATA años antes. Pensábamos que estábamos preparando aliados contra la Unión Euroasiática. En lugar de eso, forjamos nuestra propia destrucción".

La mente de Kasper dio vueltas. "¿Y Javier? ¿Mi hermano?"

Los ojos de su padre se llenaron de dolor. "Descubrió algo, justo antes... antes de que lo perdiéramos. Algo sobre el Proyecto Lazarus: un intento desesperado de crear agentes sobrehumanos para combatir a la ATA. Creo que es por eso que lo atacaron específicamente".

Un golpe en la puerta los interrumpió. Camila asomó la cabeza, con preocupación grabada en su rostro. "¿Todo bien aquí? Ustedes han estado encerrados durante horas".

Roto el hechizo, Kasper se dio cuenta de lo mucho que aún quedaba por decir. Pero los cimientos habían sido sacudidos y ya nada volvería a ser lo mismo.

buscando consuelo

Necesitando aire, Kasper se disculpó y salió a caminar por su antiguo barrio. Su mente zumbaba con los horribles detalles de la caída de Mirage City. Los enjambres de nanobots, la traición, el Proyecto Lázaro... todo era demasiado para procesar.

Mientras caminaba, los pensamientos de Kasper vagaron hacia su equipo en la academia. ¿Cómo afectaría esta nueva información a su misión? De repente, el alcance de la ATA pareció mucho más extenso, mucho más peligroso de lo que habían pensado. ¿Y qué pasa con la participación de Zarif Queen? La conexión del enigmático cazarrecompensas con Mirage City añadió otra capa de complejidad a su ya enredada red.

Se encontró en el antiguo parque infantil donde él y Javier solían jugar cuando eran niños. Sentado en un columpio, Kasper cerró los ojos y dejó que los recuerdos lo invadieran. De repente, fue transportado a un día de verano hace años. Él y Nailah, apenas más que adolescentes, se escabulleron de una barbacoa comunitaria. Terminaron aquí, en este mismo patio de recreo, compartiendo su primer beso mientras se ponía el sol.

Kasper casi podía sentir el fantasma de ese beso en sus labios. Nailah siempre había sido una fuerza de la naturaleza: lo desafiaba, lo empujaba a ser mejor. Su relación había sido intensa, apasionada y, en última instancia, demasiado volátil para durar. Pero el recuerdo todavía removía algo muy profundo en su interior.

Kasper abrió los ojos y suspiró. Pensó en Sarah, en el consuelo y la estabilidad que representaba. Pero no podía negar la parte de él que extrañaba el fuego que Nailah había encendido en su alma.

Cuando cayó el crepúsculo, Kasper se puso de pie, listo para regresar a casa. Necesitaba procesar todo lo que había aprendido, para decidir su próximo paso. El peso de la verdadera historia de Mirage City lo presionaba, junto con el conocimiento del papel involuntario de su familia en la tragedia.

Justo cuando se giraba para irse, una voz familiar lo detuvo en seco.

"Bueno, bueno. Mira lo que trajo el gato."

El corazón de Kasper dio un vuelco. Conocía esa voz, sabía el efecto que tendría en él incluso antes de darse la vuelta. Respirando profundamente, se enfrentó a la fuente de la voz.

Allí, apoyada contra un árbol con un brillo travieso en sus ojos, estaba Nailah. Ella emergió de las sombras como una revelación, una diosa tallada en la esencia misma de la noche. Su piel, oscura y luminosa como obsidiana pulida, parecía absorber la luz que se desvanecía y reflejarla diez veces más. Los rizos caían en cascada alrededor de su rostro, un halo de medianoche que desafiaba tanto la gravedad como las convenciones. 

La presencia de Nailah era una fuerza de la naturaleza, tan innegable como la gravedad y dos veces más atractiva. Su físico, esculpido a la perfección, hablaba de un poder apenas contenido en la forma humana. Sin embargo, fue su rostro lo que realmente cautivó: una obra maestra de ángulos agudos y curvas suaves, ojos que contenían galaxias de emociones y secretos incalculables. Sus labios, carnosos y curvados en un perpetuo atisbo de sonrisa, prometían aventuras aún por vivir.

Ella se levantó del árbol y caminó hacia él con una gracia que hizo que se le acelerara el pulso. Cada movimiento era poesía en movimiento, una danza de músculos y tendones que desafiaba tanto las leyes de la física como la decencia común.

"Nailah", logró decir, su voz apenas era más que un susurro. "¿Qué estás haciendo aquí?"

Se detuvo a pocos centímetros de él, lo suficientemente cerca como para que él pudiera oler su aroma familiar: una mezcla de jazmín y algo exclusivo de ella. "Podría preguntarte lo mismo, extraño. Escuché que habías regresado a la ciudad y pensé en saludarte".

La mente de Kasper se aceleró. Una parte de él quería desahogarse, compartir el peso de todo lo que había aprendido sobre Mirage City. Otra parte quería olvidarlo todo y perderse en el consuelo de viejas pasiones.

Pero los pensamientos sobre Sarah, sobre la academia, sobre los peligros que acechaban en las sombras lo detuvieron. El mundo era mucho más complicado ahora que cuando él y Nailah eran jóvenes y despreocupados.

"Es... complicado", dijo finalmente, haciéndose eco de sus pensamientos.

La risa de Nailah era cálida y familiar, provocando que un escalofrío le recorriera la espalda. "Contigo, Kas, siempre lo es". Sus ojos se suavizaron, mostrando una profundidad de comprensión que lo tomó por sorpresa. "Pero tal vez por eso siempre trabajamos tan bien juntos. Ambos prosperamos en lo complicado".

Ella extendió la mano y sus dedos rozaron ligeramente su brazo. El toque envió electricidad a través de él, despertando sentimientos que había creído enterrados hacía mucho tiempo.

"¿Qué te parece si tomamos una cerveza?" Preguntó Nailah, con una sonrisa a la vez atractiva y peligrosa. "Por los viejos tiempos. Parece que te vendría bien alguien con quien hablar".

Kasper vaciló, al borde del precipicio de una decisión. La parte racional de su cerebro gritó precaución, recordándole todas las razones por las que él y Nailah se habían separado. Pero su corazón, alimentado por la nostalgia y las crudas emociones del día, lo instó a tomar su mano.

Cuando la última luz se desvaneció del cielo, Kasper se encontró en una encrucijada. Las revelaciones sobre Mirage City, la comodidad de la familia, la atracción de viejas pasiones y las amenazas inminentes en el horizonte se arremolinaban en su mente.

¿Qué elección haría? ¿Y qué consecuencias traería?

El aire de la noche crepitaba de posibilidades cuando Kasper miró a Nailah a los ojos y el mundo contuvo la respiración ante su decisión.