Capítulo 11: El Primer Vínculo

La primavera del Monte Yunxiao era silenciosa, pero sus pasillos no lo eran.

Los entrenamientos de los niños del pabellón bajo se intensificaban. Juegos de control elemental, caminatas sobre agua, escritura de mantras simples… ejercicios inocentes que ocultaban las semillas del futuro.

Jin Muheon, como siempre, observaba más de lo que hablaba.Pero ese día… alguien se acercó.

—¿Eso que hiciste con la piedra elemental fue real?

Muheon levantó la mirada. Un niño, algo más alto, piel clara, cabello trenzado por la mitad y una sonrisa sincera, lo miraba con admiración.

—¿Lo viste?

—Lo vi todo. —El niño se sentó sin permiso a su lado—. Mi hermano te desafió hace un tiempo. Él dice que fue una tontería, pero yo… yo creo que fue importante.—¿Cómo te llamas?

—Jin Muheon.

—Yo soy Li Ren.

Li Ren era lo opuesto a la mayoría de los otros niños.

No presumía. No criticaba. No se burlaba.

Simplemente… preguntaba.

—¿Cómo sabes tantas cosas?—¿Cómo hiciste esos lentes?—¿Qué significa “resonancia de flujo angular”?—¿Por qué nadie más puede ver esas cosas como tú?

Muheon no respondía todo. Pero sí lo suficiente.

Y con cada palabra, Li Ren se fascinaba más.

Lo que Jin no sabía… era que Li Ren era el hermano menor del niño con quien había peleado meses atrás.Y aunque aquel niño aún lo miraba con recelo desde lejos, nunca se atrevió a interferir.

Qian Rou, al observarlos desde las alturas, murmuró:

—Cada dragón necesita su primera llama.Y tú, Jin… has encontrado una chispa.

Días después, Jin usó su habilidad de análisis para ayudar a Li Ren a reparar un talismán agrietado.

—¡Funcionó! —gritó Li Ren, con los ojos brillantes—. ¡¡No solo lo arreglaste, ahora canaliza el doble!!

—Era una cuestión de redireccionar los puntos de salida del Qi. Lo que parecía una grieta… era solo una línea mal tallada.

Li Ren lo miró como si viera a un dios disfrazado de niño.

—Muheon… tú eres increíble.

Por primera vez, Jin se quedó en silencio, no por cautela… sino porque no sabía cómo recibir ese tipo de elogio.

Esa tarde, mientras el sol descendía sobre las montañas, Li Ren lo llevó a un rincón del pabellón.

Allí había otros tres niños:—Una niña con el cabello recogido en espirales que manipulaba agua con una sola mano.—Un niño de mirada afilada, concentrado en cortar una hoja de bambú sin tocarla.—Y otro con libros apilados a su lado, escribiendo y hablando solo.

—Ellos son mis amigos —dijo Li Ren—. Algunos no hablan mucho… otros no paran de hablar.Pero creo que te gustarán.

Muheon los observó.Sintió el Qi natural en algunos… y algo más artificial en otros.

Unos eran autóctonos.Otros, como él… venían de la Tierra.

Y aunque ninguno lo dijo, todos se reconocieron en silencio.

Transmigrados ocultos.Niños con secretos.Pero también con algo más…Posibilidades.