Un año había pasado desde que Jin Muheon había pisado el Monte Yunxiao. Un año desde que fue considerado un niño extraño con una clase inútil.
Pero ya no era solo un niño.Y su clase... ya no era un chiste.
El torneo de graduación de primer año era un evento celebrado por toda la academia. Era una mezcla de combate, estrategia, talento y espectáculo. Una forma de mostrar al mundo qué tipo de semillas estaban brotando dentro del Monte Yunxiao.
Y esta vez, por primera vez, el nombre Jin Muheon era uno de los más esperados.
El coliseo espiritual estaba repleto. Cultivadores, instructores, clanes invitados y hasta espías ocultos de otras academias se reunían bajo la excusa de presenciar a la nueva generación.
La mayoría esperaba duelos típicos de Qi puro, técnicas básicas y alguna que otra habilidad llamativa de clases comunes.
Hasta que su nombre fue pronunciado:
"¡Jin Muheon, Clase: Forjador de Energía, contra Jang Wei, Clase: Lanza Carmesí!"
El público murmuró. Muchos se rieron. Otros simplemente ignoraron el combate. ¿Qué podía hacer un “forjador” contra un guerrero marcial especializado en velocidad y ataques directos?
Qian Rou observaba desde las gradas altas, sin expresión.Li Ren, Camila y los demás miembros del grupo oculto contenían la respiración.Y Jin... simplemente caminó hacia el centro del coliseo.
Vestía ropaje negro reforzado con placas espirituales ligeras. A su espalda, cruzadas, dos vainas delgadas reposaban como decoración.
Hasta que las desenvainó.
Dagas duales.
No eran simples armas. No estaban hechas de materiales tradicionales. Las hojas vibraban suavemente con energía contenida. Estaban grabadas con runas vivas y tenían una asimetría milimétrica: una diseñada para corte fluido, la otra para rupturas precisas.
—¿Armas de energía pura...? —preguntó un maestro cultivador entre el público—. ¡Son creaciones forjadas directamente desde el Qi!
El combate comenzó.
Jang Wei cargó sin dudar. Su lanza brillaba como un rayo. Sus pasos eran seguros. Tenía la ventaja.
O eso parecía.
Jin se movió con fluidez inhumana. No como un espadachín, ni como un asesino. Sino como un constructor que conocía la estructura exacta del combate.
Desvió los ataques, no por fuerza, sino por cálculo. Cada movimiento era una solución. Cada giro, una ecuación resuelta. Sus dagas dejaron cortes limpios en el aire, creando ondas de presión que colapsaron el ritmo de su oponente.
En menos de un minuto, la lanza de Jang Wei estaba partida.
En el segundo minuto, cayó al suelo... sin heridas.
Solo rendido.
El silencio fue absoluto.
Y entonces, comenzaron los susurros:
—¿Cómo es posible...?—¡Eso fue arte!—¿Dijo que era... un forjador?
Qian Rou cerró los ojos, satisfecha.Li Ren soltó una carcajada silenciosa.Y el grupo oculto sonrió como si acabaran de ver el primer trueno antes de una tormenta.
Esa noche, Jin no celebró. Volvió a su habitación y se sentó a meditar.
Su núcleo palpitaba. Había llegado al límite de su segunda expansión. Era hora de cruzar.
"Condición cumplida. Cultivo estabilizado. Accediendo a rango: Núcleo Expansivo - Etapa Inicial."
Las puertas del siguiente nivel se abrieron.
Y no solo para él.
Camila ya había comenzado a usar toxinas espirituales en entornos reales.Ivan había dominado el primer arte de manipulación del Qi a través de armamento pesado.Li Ren finalmente invocó su primer espíritu de llama ancestral.Shun Li, la niña que antes dudaba, ahora era una refinadora de agua sagrada con técnicas únicas.
La generación infantil... estaba dejando de serlo.
Ahora aprendían en campo abierto.Ahora sus cuerpos se fortalecían más allá de lo físico.Ahora sus clases eran armas.Y sus caminos, senderos de ascenso.
Pero entre todos ellos, uno caminaba no sobre el camino… sino fuera de él.
Jin Muheon.El arquitecto.El que no combatía como los demás.Porque no necesitaba seguir las reglas del mundo...
...si podía rediseñarlas.