Capítulo 22: La Llama que Forja el Camino

La montaña ya no dormía.

Tras la explosión espiritual que marcó el avance de Jin Muheon, los ecos aún vibraban en las paredes del Monte Yunxiao. Los más sensibles podían sentirlo en el aire, como si algo hubiera sido arrancado del cielo y moldeado con fuerza humana.

Y al centro de esa nueva realidad… estaba él.

La mañana siguiente, la academia entera estaba reunida.

Los aprendices de segundo y tercer ciclo murmuraban.

Los instructores debatían entre susurros.

Los ancianos observaban desde lo alto con ojos brillantes.

Y entonces, Jin apareció.

Vestía una túnica negra con inscripciones apenas visibles: trazos de su nueva clase, aún en formación.

Su cuerpo parecía más firme, sus movimientos más calculados.

Pero lo que realmente había cambiado era su energía.

No era explosiva.

No era intimidante.

Era exacta.

Como un plano de guerra. Como una fórmula implacable.

El Anciano Su descendió con una ligera sonrisa.

—¿Cómo te sientes, muchacho?

Jin lo miró directamente.

—Fragmentado, reconstruido… y listo.

Los maestros intercambiaron miradas. Qian Rou, detrás de Jin, se mantenía silenciosa, pero con la mano sobre el mango de su espada.

—Tu clase… —dijo uno de los instructores—. Está evolucionando, ¿verdad?

Jin asintió.

"CLASE: FORJADOR DE ENERGÍA → ASCENSIÓN DETECTADA."

"NUEVO TÍTULO: ARQUITECTO DE GUERRA – NIVEL 1."

Una formación de luz apareció tras su espalda por un instante. Se desvaneció rápidamente, pero varios lo notaron.

Clase evolutiva confirmada.

Control ambiental. Manipulación de recursos. Diseño de armas e infraestructura espiritual.

Nuevo módulo desbloqueado: Núcleo de Construcción Táctica.

Mientras tanto, en los niveles más altos de la academia, la situación se tornaba más tensa.

—Su avance fue antinatural —dijo el Anciano Kuan—. Lo forzó.

—Y sobrevivió —replicó la Anciana Lu—. Eso es más preocupante aún.

—¿Un niño con capacidad de crear armas, defensas y rutas espirituales en tiempo real?

¿Y ahora encima… puede moldear el entorno?

—Si lo dejamos avanzar sin guía…

no será un prodigio. Será una anomalía.

De vuelta con los aprendices, los compañeros de Jin finalmente lo rodearon.

Ivan se cruzó de brazos.

—Te ves… diferente.

—Lo soy —respondió Jin.

Camila lo observó de pies a cabeza.

—Tu aura ya no late.

Calcula.

Li Ren no dijo nada. Solo bajó la cabeza con respeto.

Y entonces, Jin habló.

—A partir de hoy… nos entrenaremos juntos.

Pero no como antes.

Abrió una pequeña cápsula hexagonal y de ella emergió un mapa etéreo, flotante, con puntos brillando.

—Esta es la nueva zona de prácticas que diseñé.

La activaré al anochecer.

Quiero ver hasta dónde pueden seguirme.

Y si no pueden… los llevaré yo mismo.

Esa noche, en la zona de entrenamiento… todo cambió.

El suelo era una red de formaciones geométricas.

Torres de energía, barreras flotantes, plataformas en movimiento.

Un campo de batalla vivo, construido en tiempo récord por Jin usando minerales de la montaña y su propia energía.

Cuando lo activó, la montaña volvió a temblar.

Y los instructores, mirando desde lejos, solo pudieron decir una cosa:

—Ya no es un estudiante.

Es una amenaza estratégica.

Jin, desde el centro del campo, miró a sus amigos y enemigos por igual.

—Antes pensaba que podía construir un mundo sin sangre.

Ahora sé que para eso… debo ser quien controle dónde se derrama.

Yo no solo forjo. Yo diseño el final.

Y con una sonrisa helada, activó la primera fase de entrenamiento.

El Arquitecto de Guerra había comenzado su dominio.