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No podía respirar. La rabia y algo mucho más peligroso me invadieron mientras veía a mi hermano y a mi supuesta compañera retorciéndose juntos en el suelo. Las manos de Ronan estaban por todo su cuerpo desnudo. La espalda de Seraphina se arqueaba, sus labios entreabiertos de placer. La visión me golpeó como un golpe físico.
—¿Qué mierda está pasando? —las palabras salieron de mi garganta antes de que pudiera detenerlas.
Los ojos de Seraphina se abrieron de golpe, el pánico reemplazando el deseo que los había oscurecido segundos antes. Empujó contra el pecho de Ronan, buscando desesperadamente su ropa.
Mi hermano rodó sobre su espalda, respirando con dificultad, sin hacer ningún intento de ocultar su excitación o su frustración por mi interrupción.
—No es... solo estábamos... —balbuceó Seraphina, apretando su camiseta contra su pecho como un escudo.