Matando Varios Pájaros de un Tiro.

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De vuelta en los aposentos de Arata

La risa resonaba por la cámara lujosamente decorada, rica en muebles cubiertos de seda, acentos dorados y el aroma de perfumes exóticos. Sentada en un lujoso diván, la Concubina Arata se reclinaba con satisfacción, con el recuerdo de la expresión de Mira grabado en su mente. La mirada de shock, de furia apenas contenida, oh, cuán deliciosa había sido.

Dejó escapar otra carcajada, sus túnicas rojas y doradas crujiendo mientras se acomodaba cómodamente. —Parecía que iba a llorar cuando escuchó sobre mi embarazo.

Su sirvienta personal, de pie a unos pasos de distancia, observaba a su señora con una mezcla de diversión y aprensión.

—Ahora que ha provocado a Su Alteza —comenzó la sirvienta con cautela—, ¿cree que matará a las sirvientas personales de Su Alteza así como a las que vendrán después para evitar que queden embarazadas? —Había un destello de curiosidad en sus ojos.