Desvela Tu Rostro.

Su voz era firme, pero Sorayah no se dejó engañar. Podía escuchar la curiosidad, la necesidad de confirmar algo que acechaba bajo sus palabras.

—Ahora —ordenó, su expresión volviéndose afilada una vez más—. Desvela tu rostro. Quiero ver la cara de mi bailarina personal.

El corazón de Sorayah se detuvo.

Si hubiera estado en cualquier otro lugar, podría haber usado su hechizo de disfraz, transformando sus rasgos en los de otra mujer completamente. Pero aquí, rodeada de hombres lobo, su magia sería detectada instantáneamente.

«Estoy muerta».

Las palabras resonaron en su mente como una campana fúnebre mientras tragaba con dificultad, sintiendo el peso de las miradas penetrantes de Lupien y Dimitri sobre ella.

Pero justo entonces...

—¡Su Alteza!

Una voz femenina resonó, aguda pero elegante, rompiendo el tenso silencio. Todas las cabezas se giraron hacia la fuente.

La Emperatriz Luna.

Inmediatamente, todos los presentes excepto Lupien bajaron sus cabezas en profundo respeto.