Su tono llevaba una mezcla de curiosidad y enojo, como si hubiera abandonado hace mucho tiempo cualquier esperanza de escapar de este infierno.
Sorayah se tensó, su respiración entrecortándose mientras lentamente giraba su mirada hacia la fuente de la voz. Su corazón latía violentamente contra sus costillas, una sensación inquietante formándose en la boca de su estómago.
El viento se había vuelto más fuerte, y con él, el nauseabundo hedor que había intentado desesperadamente bloquear encontró su camino de regreso, invadiendo sus sentidos. El aire se sentía pesado, cargado con una inquietante quietud, y la luz parpadeante de las velas apenas mantenía a raya la oscuridad que presionaba a su alrededor. El cielo afuera retumbaba débilmente, una advertencia de la tormenta inminente.