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En una de las habitaciones más modestamente amuebladas dentro del palacio imperial, Sorayah yacía en la cama, su figura parcialmente oculta tras un velo de cortinas. La suave tela creaba una barrera entre ella y los demás presentes... Dimitri, el médico real, y Liam que esperaban en un pesado silencio los resultados del examen.
El doctor, un gamma canoso con ojos agudos y mano firme, tenía dos dedos presionados suavemente contra la muñeca de Sorayah, su concentración inquebrantable mientras intentaba detectar el ritmo de vida dentro de ella. Después de varios momentos tensos, finalmente retiró su mano y se volvió para enfrentar a Dimitri.
Sorayah, sintiendo algo significativo, se incorporó lentamente en la cama, su mirada alerta a pesar de su expresión compuesta.
—Felicidades, Su Alteza —anunció el médico, ofreciendo una reverencia respetuosa—. Efectivamente está embarazada. Todavía es muy temprano en el término, pero las señales son claras.