Capítulo 4: ¿Quién es Chiara?

Lucía llegó más temprano de lo habitual. No era que lo hubiera planeado. Simplemente… despertó con ganas de café y necesitaba moverse.

Sus auriculares sonaban, pero no escuchaba. Su mente estaba en otro lugar. O mejor dicho, en otra persona.

Simone le había dejado una nota pegada en el paquete de galletitas que compró el día anterior:

“Para cuando te animes a mostrar tu playlist secreta. –S.”

Lucía no sabía si reírse o preocuparse.

Pero al entrar al supermercado, toda esa nube desapareció. Porque ahí estaba Iván.

Y al lado de Iván… una mujer.

Alta, elegante, risa fuerte, mirada firme.

Una de esas presencias que llenan el espacio apenas entran.

Tenía la mano en el antebrazo de Iván, como quien toca sin tocar.

Lucía bajó un poco el volumen de la música. No quería parecer interesada.

Pero ya era tarde: estaba interesada.

—Lucía —la saludó Iván, como si todo fuera normal.

—Hola.

La otra mujer se dio vuelta y sonrió.

—¿Ella es Lucía? La clienta de la que me hablaste.

—Chiara —dijo Iván—. Una amiga.

Lucía forzó una sonrisa.

—Hola, Chiara.

—Encantada. Me hablaron mucho de vos.

Lucía no supo si eso era bueno o peligroso. Pero Chiara hablaba con una naturalidad… como si perteneciera. Como si conociera a Iván desde antes de que ella pisara ese lugar.

Y, en efecto, así era.

Después de unos minutos tensos y falsamente cordiales, Lucía siguió su camino por los pasillos. Pero ya no escuchaba música. Ni siquiera recordaba qué vino a comprar.

Afuera, mientras guardaba todo en su bolso, miró el reflejo en la vidriera.

Y en su pecho, algo la incomodaba.

No rabia.

No tristeza.

Era… otra cosa.

Y por primera vez se lo preguntó en serio:

¿Qué soy yo para él?