Capítulo 1: Nueva ciudad

La ciudad no olía igual.

No sonaba igual.

No sabía igual.

Iván llegó a Florencia con una mochila en la espalda y un silencio instalado en el pecho.

No lo dijo a nadie.

Ni siquiera a su madre.

Solo fue.

Consiguió trabajo en una librería pequeña, de esas donde el polvo huele a refugio.

Pocas palabras. Poca gente.

Justo lo que necesitaba.

Pero incluso en otra ciudad, en otra rutina, los fantasmas viajan livianos.

Y Lucía no se quedaba quieta en su cabeza.

Aparecía en canciones.

En una bufanda roja colgada en la vitrina.

En una chica que sonrió como ella.

Florencia no era Turín.

No había café en la esquina.

Ni auriculares sonando al cruzar la calle.

Pero había paz.

O algo parecido.

Hasta que, una tarde, la vio.

Chiara.

O alguien que se le parecía tanto que dolía.

Entró a la librería.

Revisó algunos libros.

No dijo nada.

Iván la siguió con la mirada.

No por deseo, sino por impulso.

Como quien ve una sombra y necesita saber si es real.

Ella lo notó.

—¿Nos conocemos? —preguntó ella, con un acento suave.

Iván negó, pero la voz no le salió.

No era Chiara.

No era nadie.

Pero fue suficiente para saber que todavía estaba escapando.

Y que Florencia, por más lejos que esté, no le daba la devolución que buscaba.