Gracias por llegar hasta acá.
Gracias por acompañar cada silencio de Iván, cada canción que le hablaba a Lucía cuando nadie más lo hacía.
Esta no fue una historia perfecta.
Fue una historia real.
Llena de errores, de idas y vueltas, de puertas que se cerraron… y otras que, sin querer, volvieron a abrirse.
Escribí esta historia con el corazón en loop.
Con la certeza de que a veces el amor no vuelve, pero deja ecos.
Y otras veces… sí vuelve, aunque no era parte del plan.
A los que leyeron desde el principio, a los que llegaron tarde, a los que lloraron en silencio o simplemente se quedaron un rato…
gracias.
Porque como Iván y Lucía, ustedes también decidieron quedarse un poco más.
Y eso, créanme, lo cambia todo.
Nos vemos en otra historia.
Tal vez con otros nombres.
Tal vez en otra ciudad.
Pero con el mismo deseo:
seguir creyendo en lo que no siempre tiene devolución.