El clima afuera es muy agradable.
El sol brilla intensamente, el cielo es de un azul celeste, perfecto para relajarse y tomar un refrigerio en el jardín del centro del salón del consejo.
Cuando Roy entró, el camarero anunció su presencia. Ella permaneció sola en el jardín central por un rato, y luego apareció Teodoro.
El rostro del Príncipe parecía un poco cansado e impaciente. Desabotonó casualmente el botón superior de su cuello y dijo en un tono algo desagradable:
—Si estás aburrida, puedes invitar a tus amigas cercanas para el té de la tarde. No tengo mucho tiempo libre.
Roy llevaba una sonrisa perfectamente cronometrada en su rostro:
—Acompañar a mi futuro esposo, ayudarlo a tomarse un momento lejos de sus ocupados asuntos para relajarse y disfrutar de un tiempo tranquilo... ¿no suena bien?
El camarero ya había preparado los postres y el té rojo, y le trajo a Teodoro una taza de café rico y amargo.